Cientos de pisadas retumban en el pegajoso y decolorado suelo de los andenes de la estaciones Zona Rental y Plaza Venezuela. Las conversaciones se entremezclan hasta hacerse inentendibles y la adrenalina se apodera de quienes caminan de forma apresurada, y hasta corren, para atravesar el empinado tramo de transferencia que tiene dos escaleras de cada lado y una cinta mecánica en el medio. Pero la rampa, como también se le llama a la cinta, no agiliza el paso: está dañada y sucia.

Aunque ya sea “costumbre” para quienes utilizan diariamente la transferencia de las Líneas 1 y 4, los ceños se fruncen y en las bocas se forman groserías. Aquellos que desean pasar de Plaza Venezuela a Zona Rental deben subir la pendiente por la escalera derecha o por la banda de la rampa, la misma que desde noviembre de 2016 dejó de funcionar y se encuentra apagada.

La marea de venezolanos que se moviliza en el Metro de Caracas sufre al no tener un servicio de calidad que comienza con las malas condiciones de las estaciones. Plaza Venezuela, el epicentro de todo el sistema de transporte subterráneo, es ejemplo del abandono y este se extiende a su vecina inmediata: Zona Rental.

La rampa de la transferencia tiene dos cintas, una que sube y otra que baja. Desde noviembre de 2016 la que facilita el recorrido hasta Zona Rental está dañada. Las personas deben subir por la estructura metálica haciendo un esfuerzo por lo empinado del camino.

“Esta mierda no sirve nunca”, “Ay muévanla, pues”, “Las piernas ya no me dan para esto” y “Aquí no acomodan las cosas” son algunas de las frases que se pueden oír mientras se sube por la cinta mecánica, que se quedó desde hace meses sin uno de sus pasamanos. Quienes desde Plaza Venezuela se dirigen a la transferencia no tienen que llegar a la rampa para quejarse de la situación. Ya al finalizar la subida los rostros sudados, las piernas cansadas y la molestia por la tardanza son evidentes.

Una mujer embarazada camina casi empujada por otra mayor, la primera sale de la rampa y se seca con una mano el sudor y con la otra se soba la barriga. Respira profundamente y sigue caminando apresurada porque escucha el sonido de la estampida: como si fueran cientos de caballos en una llanura, surgen de ambos lados del andén más próximo los venezolanos de todas las razas, sexos y edades. Su paso es como el de un río que se salió de su cauce y su poder es igual de arrasador para quien se queda en el medio.

Mientras Zona Rental se transforma en una jungla, quienes vienen en la rampa apuran el paso lo más que pueden y al hacerlo pisan paquetes de chicles y tickets usados. Entre estos un hombre en silla de ruedas empujado por otro que viene empapado de sudor. Se separan al finalizar la estructura y el buen samaritano se despide del joven con movilidad reducida. Este no recuerda cuándo comenzó a fallar la rampa, pero asegura que se “acostumbró”.

Varios minutos después de que el joven bajara a uno de los andenes, Alberto Acosta llega a la estación, tras subir más de 20 escalones, con bastón en mano y el paso “a su ritmo”.

Acosta, de 64 años, cree que la situación de la rampa se debe a la negligencia que existe en el Metro. Recalca que ya no existe el cuidado “de antes” ni el mantenimiento que se le hacía a toda la maquinaria.

Ligeramente encorvado, con gotas de sudor en su frente y apoyado en su bastón reitera que la negligencia de los funcionarios es la que hace que la estructura y las instalaciones estén descuidadas. Propone que, como el sistema es subsidiado por el gobierno, lo que se gane por venta de boletería se use para mantener el Metro.

Acosta no ha terminado de hablar y se repite la estampida humana. Cada cinco minutos o menos. Se escuchan las mismas quejas sobre la rampa y el transporte en general, las mismas que tienen más de ocho meses y podrían llegar al año.

El problema es de repuestos

La estructura vivió un dejavú y se dañó antes de que culminara 2016, tal y como ocurrió en 2015 cuando se acercaban las elecciones parlamentarias. La misma banda, la que sube, sufrió una falla, pero esta vez la solución no llegó en cuatro meses.

El Metro de Caracas solucionó el primer problema antes de que se cumplieran los seis meses de la avería e incluso, en junio, le hizo mantenimiento para “repotenciar”. No duró. Para ese entonces el ministro de Transporte y Obras Públicas y presidente del Metro, Luis Sauce, precisó que la rampa prestaba servicio ininterrumpido desde 2006 por lo que se desmontaría por completo “para extraer las piezas y engranajes que recibirán mantenimiento mayor en los talleres de Metro de Caracas y los que serán reemplazados”.

El hecho de que la avería ocurriera en la misma banda demuestra la falta de mantenimiento preventivo y de repuestos, asegura Ricardo Sansone, de la organización Familia Metro.

Sansone, antiguo trabajador del sistema de transporte subterráneo, destaca que la cinta de transporte es básicamente una escalera mecánica y que su principal propósito es facilitar el trayecto de embarazadas, personas con discapacidad y adultos mayores. Pero también tiene como ventaja el traslado de cientos de personas por la velocidad de la estructura y el orden en el flujo de los pasajeros.

“El problema es de repuestos, mantenimiento, el agotamiento de la ‘escalera’ que funciona siete días de la semana. Tienen que hacerle mantenimiento en las noches porque ningún día deja de trabajar”, asevera.

Sostiene que además del mantenimiento preventivo, el Metro debe tener una reserva de repuestos para que cuando ocurran averías se puedan solucionar rápido, pero recuerda que en la actualidad es problemático comprar repuestos porque las empresas quieren que se les pague de contado y los recursos del Estado “bajan lento”.

El 21 de mayo el presidente Nicolás Maduro aprobó 10.3 millardos de bolívares y 5.890.000 de dólares para mejorar la operatividad y el mantenimiento del Metro.

“Voy aprobar unos recursos necesarios para invertirlos en la mejora de la operatividad y el mantenimiento del Metro de Caracas, de los trenes, las vías férreas, la electrificación, el mantenimiento de las estaciones, la operación de la recaudación, para repuestos nacionales e internacionales y el servicios de limpieza”, dijo en ese entonces.

El presidente del  Sindicato del Metro de Caracas y ahora constituyente, Edison  Alvarado, aseguró que con los recursos se iría “más allá” en las labores de mantenimiento y en la adquisición de repuestos del extranjero.

En el caso de la rampa poco se sabe. Empleados del sistema, que no quisieron hablar abiertamente del tema, indicaron que nadie ha dicho nada y que solo saben que esperan la llegada de los repuestos.

Sansone explica que una compra en el exterior tarda entre seis y ocho meses por ser internacional. Además, por la situación del país están sopesando qué importar primero por la urgencia. Recuerda que en el sistema burocrático no es solo el proceso de compra, luego está la llegada, la nacionalización y llevar a los patios del Metro lo adquirido.  Por lo que 2018 podría llegar y ser recibido por la rampa dañada.

El experto en vías férreas señala que no solo la avería de la rampa es preocupante sino que la capacidad del sistema de transporte subterráneo podrá decaer aún más cuando comiencen las clases de todos los niveles e incluso más cuando llegue diciembre. Por lo que vaticina más retrasos, escaleras dañadas y “más todo”.


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