Dejar sus trabajos y familias en el interior del país para acompañar a sus hijos en hospitalización o rebuscarse para conseguir dinero para los exámenes y medicinas, son cosas que caracterizan a las madres del hospital pediátrico José Manuel de Los Ríos en Caracas.

Ellas no cuentan con mayores recursos económicos, ni tienen garantizados todos los medicamentos para sus hijos. En ocasiones dependen de fundaciones y organizaciones que visitan el hospital para comer dos o tres veces al día.

En lo que va de año han superado días sin medicinas, sin agua, sin luz, sin alimentos, sin alojamiento, sin equipos médicos e incluso sin doctores. Pero estas dificultades no les han impedido mantenerse al lado de sus hijos.

El Nacional Web quiso rendir homenaje a estas madres luchadoras compartiendo sus historias por el Día de las Madres

“Hoy debía estar con mi familia en Bolívar”

Jeandis Cedeño, de 29 años, es mamá de Samuel, un pequeño de 4 años diagnosticado con leucemia. Ella viene de Caicara del Orinoco, en el estado Bolívar y su niño lleva exactamente un año recibiendo quimioterapia en Caracas y yendo a consulta cada dos meses para ver su avance.

“Ahora solo va a las quimioterapias, pero cuando ingresamos hace un año él se quedó hospitalizado durante seis meses. Emocionalmente es fuerte estar aquí hospitalizado sin algún acompañante porque cada vez que el niño necesitaba algo lo pensaba mucho para dejarlo solo o a cuidado de alguien”, relató Cedeño.

La mamá de Samuel dejó en Caicara del Orinoco su trabajo como secretaria en el Registro Civil de la ciudad, a su esposo y a su pequeña hija de dos años.

Este domingo esperaba ver a su hijita, pero un inconveniente en el hospital se lo impidió.

“Para esta fecha deberíamos estar en la casa, porque el protocolo de Samuel dura un año y solo le faltaba una quimioterapia, pero la semana pasada no hubo agua en el hospital y por eso suspendieron las quimio. Dios quiera que este lunes haya agua para terminar con eso”, comentó.

Desde hace un mes la joven madre se queda en el albergue que habilitó el centro deportivo YMCA en San Bernardino y espera que la recuperación de su hijo sea satisfactoria para regresar a su vida normal.

“Ahora todo es muy duro. Antes recibimos apoyo de la familia y del colegio de Samuel. Hacían colectas y vendimias, pero económicamente ahora todo es muy complicado. A veces mi hijo me habla y me dice: ‘mami cuándo nos vamos’. Se queja de dolor en las piernas y de los hematomas por las vías que le colocan. Realmente eso no es infancia”, agregó.

“He visto el dolor de muchas madres aquí”

Johana Romero es madre de Edgar, un adolescente de 15 años diagnosticado con Leucemia Linfoblástica Aguda de Alto Riesgo. Aunque su hijo tiene más de un año recibiendo quimioterapias, todavía necesita casi dos años más de tratamiento para cumplir su protocolo.

“Hemos vivido momentos muy duros, porque la quimioterapia es como una muerte lenta. Yo me preocupo mucho porque lo veo muy delgado, pero le pregunto cómo se siente y me dice ‘mamá estoy bien’. Ya debe estar pensando como 41 kilos”, comentó Romero.

Para poder costear la alimentación, los exámenes y medicamentos de Edgar, su madre comenzó un  pequeño negocio de tortas en su casa, ubicada en la parroquia La Pastora, que puede atender mientras su hijo no está en el hospital.

Edgar cumplirá 16 años el próximo viernes y el deseo de cumpleaños de su mamá es que esté estable para que no pase ese día hospitalizado. “Desde que lo diagnosticaron ha estado hospitalizado muchas veces, primero estuvo 17 días en el hospital (José María) Vargas y luego en el JM de Los Ríos. Todo el mes de marzo la pasó en el hospital”.

Como madre, confesó, que lo más rudo que ha enfrentado en el hospital es ver el sufrimiento de otras mamás cuando fallecen sus hijos. “He visto el dolor de muchas madres cuando sus hijos parten y eso duele bastante, es una situación horrible, pero hay que tener mucha fe en Dios”.

“Realmente los niños son los que sufren con esta enfermedad y aunque dicen que están bien, uno puede ver sus caras y sus gestos y eso nos hace sentir muy mal. Solo podemos darle gracias a Dios porque están recibiendo el tratamiento para curarse”.


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