Puede haber quien critique a los que lavan en exceso sus alimentos, pero en tiempos en los que la salubridad es cada vez más baja por falta de agua potable o por la adquisición de productos en mercados callejeros, redoblar las precauciones nunca está de más. Uno de los riesgos es la amebiasis o amibiasis.

Esta infección por parásitos puede contraerse a través de consumo de agua o alimentos contaminados con heces, mediante la fertilización de cultivos de alimentos con desechos humanos o incluso de persona a persona, sobre todo por el contacto con la boca o el recto de una persona infectada. Un protozoario llamado Entamoeba histolytica –o su pariente, la Entamoeba dispar– se aloja en el colon, se reproduce y causa estragos en el tracto digestivo según su grado de actividad.

Los síntomas. Las primeras manifestaciones sensibles de la amibiasis comienzan a aparecer de 1 a 4 semanas después de haber ingerido estos microorganismos. Aunque en muchos casos su desarrollo es asintomático, pueden expresarse de forma repentina a través de una diarrea muy recurrente y líquida con o sin sangre, cansancio, fiebre, náuseas y vómitos, inflamación en el colon y dolor en la parte superior derecha del abdomen, donde se encuentra el hígado. Uno de los riesgos es una deshidratación severa por las constantes evacuaciones, para lo cual se recomienda consumir abundantes líquidos o sueros caseros de rehidratación oral (agua con azúcar, sal y bicarbonato de sodio) y una dieta ligera, baja en grasas y sin cítricos.

Para diagnosticar la amibiasis, el médico puede indicar un análisis de heces en el que se evidencie la presencia de estos agentes, que puede ser necesario repetir si el resultado es dudoso. Según el caso, pueden indicarse pruebas adicionales. Si bien en algunos individuos estos parásitos no causan mayores molestias, en otros pueden causar perforaciones intestinales, diarrea crónica, abscesos en el hígado e invasión de otros órganos nobles, con los riesgos letales que esto conlleva. Por eso no es aconsejable tomarlos a la ligera y buscar atención médica. Para tratarlos suele indicarse el uso de antibióticos precisos en el transcurso de 7 a 10 días, en combinación con un protector gástrico para no maltratar el estómago. Una vez terminado el tratamiento, puede ser necesario repetir el examen de heces u otras pruebas para verificar la solución del problema.


¿Cómo evitarla?

Para minimizar el riesgo de contraer estos parásitos conviene tomar en cuenta las siguientes recomendaciones:

  • Lavarse muy bien las manos con agua y jabón, después de ir al baño y antes de manipular alimentos.
  • Evitar la costumbre de morderse las uñas, donde pueden alojarse estos microorganismos, luego del contacto con alimentos o superficies contaminadas.
  • Lavar muy bien las frutas y vegetales antes de consumirlas –preferiblemente dejándolas remojar en una solución de agua y cloro– así como pelarlas y cocerlas siempre que sea posible.
  • Hervir el agua que va a consumir por más de 15 minutos.
  • Evitar productos como la leche y los quesos no pasteurizados, así como alimentos preparados en plena calle. En restaurantes, limite el consumo de ensaladas, hielo, jugos y agua no embotellada.

Fuentes consultadas: Healthline: www.healthline.com / MedlinePlus: https://medlineplus.gov/spanish. Organización Mundial de la Salud: www.who.int


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