No tienen superpoderes para arreglarlo todo, pero el alto valor de bienestar general que le aportan las mascotas a los humanos es difícil de igualar. En primer lugar, promueven el respeto y la empatía hacia todos los seres vivos, sobre todo entre niños y adolescentes: crear vínculos con animales los hace más abiertos hacia la necesidad de ser compasivos, cuidar el planeta y desarrollar un sentido creciente de disciplina, responsabilidad y estructura al cuidar de las necesidades del animalito (de hecho, algunos estudios documentan que los niños pueden llegar a desarrollar mejores relaciones con su mascota que con sus hermanos). Estas habilidades emocionales y gerenciales les serán útiles en otras relaciones y situaciones a lo largo de sus vidas.

Mucho se ha debatido sobre si es conveniente –desde el punto de vista inmunológico– que los niños crezcan con una mascota, pues se presumía que este factor podía potenciar su sensibilidad alérgica. Paradójicamente, numerosas investigaciones demuestran que los niños que crecen sin ellas son más propensos a desarrollar asma y alergias que los que se crían con animales. Los científicos suponen que el contacto permanente con los gérmenes que puedan albergar ayuda a estimular y reforzar las defensas infantiles.

A escala física, en especial entre quienes tienen perros, una mascota es un aliciente permanente para ejercitarse. El hábito de caminar por lo menos 30 minutos diarios ayuda a reducir factores de riesgo cardiovascular, pues la actividad física regular estabiliza la tensión arterial y mejora la oxigenación. Además, estos paseos son una buena forma de prevenir el sobrepeso y tonificar los músculos.

Relajantes naturales. Los perros y los gatos se prestan para ser acariciados. Por esa facilidad para interactuar con los humanos desde el tacto, estos animales son capaces de elevar los niveles de oxitocina y serotonina y de reducir los de cortisol. Bajo ese reordenamiento químico, el intercambio afectivo produce un efecto relajante que ayuda a mitigar el estrés.

Luego de un día pesado o de una situación difícil, la bienvenida afectuosa y el rato de juego que proponen los animales al llegar al hogar invitan a desprenderse de emociones negativas: su inocencia, entusiasmo y fidelidad resultan terapéuticos e incitan a centrarse rápidamente en el aquí y el ahora. Ante un momento de tristeza, las mascotas son capaces de reconfortar con mucha eficacia, pues saben practicar a su manera la escucha silenciosa y ofrecer contención al manifestar su cariño con total espontaneidad y honestidad.

Los animales de compañía suelen ser grandes aliados en épocas de crisis emocionales y duelos, ya que ofrecen una combinación ideal de apoyo incondicional sin juicios con momentos de distracción y reconexión con la sensación de continuidad de la vida. Esa conciencia resulta particularmente útil para personas con tendencia a la depresión, pues las mascotas incitan a sus dueños a conservar una rutina de cuidados que, entre otras cosas, implica levantarse, salir y seguir socializando con otros seres. A esto se suma que también aportan un elemento de protección, vigilancia y persuasión ante cualquier presencia atípica alrededor del hogar.

Entre personas de la tercera edad, refuerzan el sentido de utilidad y cuidado nutritivo. En individuos con condiciones especiales como la diabetes o la epilepsia, la compañía que brindan es una ventaja formidable, sobre todo cuando han sido específicamente entrenadas para asistir de manera efectiva a su dueño y prevenir contingencias relacionadas con la salud. Entre autistas, los animales propician una conexión emocional más activa y prolongada con su entorno.

No obstante, si nunca se ha tenido una mascota o se tiene la intención de obsequiar una a algún miembro de la familia, es muy importante saber si el nuevo dueño contará con la disposición y los recursos para mantenerlo, pues también adoptará un compromiso de por vida con su cuidado.

Fuentes consultadas: WebMD.com: www.webmd.com / Psychology Today: www.psychologytoday.com / Animal Planet: www.animalplanet.com


Un nuevo amor

El veterinario Luis Carlos Velasco indica que algunas personas se sienten intimidadas ante la idea de adoptar una mascota ante la situación país. “Muchas veces vemos gente con esa sensibilidad pero les da miedo encariñarse, y les sugerimos que se den esa oportunidad de enamorarse porque la alegría que brindan es muy superior. Es cierto que cuidar a un animal implica unos costos fijos, pero hay formas de manejarlos. Si uno alimenta adecuadamente a su perro, lo mantiene activo y sabe cuándo y cómo desparasitarlo, por ejemplo, es probable que requiera muy pocas consultas al veterinario: una o dos al año”, señala el experto.
 
“En cuanto a la alimentación, no es indispensable que la mascota coma perrarina o gatarina; con orientación del veterinario se les puede dar vísceras y carbohidratos que resulten más económicos. También podemos calcular exactamente cuánto servirle según sus necesidades para que el alimento rinda más”. Es cuestión de asesorarse.



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