Ángel Monroy cargaba a su hijo de tres años de edad en sus brazos. A su lado estaba Xiorelys Gil que sostenía una pancarta, mientras que el abuelo de su único hijo de cuatro años de edad lo mantenía también en sus brazos. Todos gritaban ayer al son de los médicos del Hospital JM de los Ríos: “La salud es un derecho. Defenderla es un deber”.

Los hijos de Gil y Monroy son dos de los 30 niños que se atienden en el servicio de Hematología porque tienen diagnóstico de leucemia linfoblástica aguda, que es la más común en los pacientes de este servicio. El miércoles en la farmacia del Hospital de Niños no había 11 de los cuatro fármacos de quimioterapia para cumplir con el protocolo de tratamiento que les toca la próxima semana, mientras que para hacer el tratamiento de inducción para controlar la enfermedad –etapa en donde se garantiza 80% de su curación– solo había dos disponibles.

La hematóloga Susana Pachano explicó que este tipo de leucemia tiene 70% de probabilidad de curarse, pero si hay descontrol en el tratamiento, la posibilidad baja a 10%. En un comunicado enviado el director del centro de salud, Victor Siegert, se le notificó ayer las carencias nuevamente y se precisa que la intermitencia de abastecimiento tiene un año, aunque en los últimos meses se incrementó.

Desde hace cinco años el departamento de Oncología está clausurado porque se desbordaron las aguas negras y nunca más se recuperó la infraestructura. Mientras que el área de hospitalización de hematología pasó a ser del servicio de Infectología. Un papel pegado en un ascensor les da la bienvenida a niño y padres: “Por favor no alimentar a los gatos en esta zona ya que tenemos niños hospitalizados para evitar malos olores y también la contaminación”. En el piso los excrementos de animales se van secando sin que nadie los retire del pasillo.

El desabastecimiento también hizo crisis este mes para los niños con VIH. Coromoto Cova, encargada de la  Casa Hogar Buen Samaritano, en donde viven 10 niños con la enfermedad que son huérfanos, no encontró ayer seis de los siete antirretrovirales que necesitaba para los niños este mes. Solo le ofrecieron Abacavir en jarabe.

Las madres de los 13 pacientes renales contaminados acudieron masivamente a la calle. “A mi hijo les cortaron las alas cuando suspendieron los trasplantes”, dijo Yenni Bello sobre su hijo de 12 años, que tiene 3 años en diálisis y 8 meses en lista de espera por un riñón que le devuelva su calidad de vida.


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