En lo más alto de Petare, vive Aracelis Turmero con sus tres hijos. La mujer de 35 años de edad sufre de cáncer y tuberculosis, enfermedades que le impiden levantarse de la cama.

“Desde enero de 2017 no estoy recibiendo el tratamiento para ninguna de las dos enfermedades”, relató Turmero a La Voz de América. 

Se cuestionó durante meses sobre si debía comprar comida o medicinas. En 2017 abandonó la quimioterapia porque no encontraba los medicamentos necesarios.

Turmero, como muchos otros pacientes con enfermedades crónicas, no le alcanza el dinero para comprar las medicinas, por lo que expresa que no tiene muchas posibilidades de curarse “es difícil vivir en este país, la mayoría (de los pacientes crónicos) se muere”.

Según cifras de la Coalición de Organizaciones por el Derecho a la Salud y la Vida (Codevida), los medicamentos presentan una desaparición para 75% de los tratamientos, por lo que no se pueden tratar adecuadamente los padecimientos crónicos. 

Un estudio realizado por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDHH) y Human Rights Watch (HRW) de febrero de 2018, reveló “los niveles alarmantes y gravísimos de escasez de medicinas y alimentos que se viven en Venezuela”.

En el informe la CIDH indicó que “el desabastecimiento de medicinas básicas relacionadas a la diabetes, diarrea, hipertensión e infecciones respiratorias agudas sobrepasan el 80%”.

HRW afirmó que la situación de escasez se ha intensificado desde el año 2014 y que las respuestas del gobierno han vulnerado los derechos de los venezolanos a la salud y alimentación.

Con  información de La Voz de América.


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