La salud de los hospitales, y en consecuencia de los enfermos, está peor que hace más de un mes cuando se inició el paro indefinido debido a las carencias, afirman médicos y enfermeras, que desde el 25 de junio solo atienden emergencias y casos prioritarios porque el gobierno no escuchó el reclamo general de asegurar el bienestar físico de los venezolanos. Y cuestionan que aún persista la impasibilidad ante las demandas en 226 hospitales de 20 estados del país.

“El gobierno es el que prolonga el paro indefinido al no dar muestras de que desea buscar soluciones y respuestas efectivas”, asegura Jaime Lorenzo, director ejecutivo de Médicos Unidos de Venezuela, ONG que defiende el derecho a la salud. Con todo, descarta por ahora la posibilidad de una hora cero.

Los gremios del sistema de salud pública consideran que abandonar a un enfermo no es el norte, aunque eso no esté tan lejos. La diáspora del personal de salud ha aumentado y no tiene edad. De 40.000 médicos en todo el país registrados en la Federación Médica, 24.000 médicos se habían ido hasta hace 3 semanas, señala Lorenzo.

En Chile, de los 4.000 profesionales de la salud que presentaron la prueba Eunacon para ejercer la medicina pública y ser contratados, 50% fueron venezolanos. “Se están yendo colegas hasta con 30 años de servicio, recién egresados y estudiantes que dejan el título. Cada día hay más colegas que están pensando en irse del país o del trabajo, porque piensan que el gobierno no va a atender los reclamos”, lamenta.

Hay hospitales en los cuales el personal de enfermería de los turnos nocturnos es el mínimo indispensable. “Hemos desmejorado en poco más de un mes. Solo en el Universitario de Caracas han renunciado 60 enfermeras que no creen que el gobierno vaya a atender el llamado”, expresa Ana Rosario Contreras, presidente del colegio que las agrupa en Caracas y líder de las profesionales que convocó al paro indefinido, debido a los bajos salarios. Espera que el gobierno se reúna con la federación que las agrupa, legítima instancia para conversar, “y manifestarle que si cualquier propuesta no satisface las aspiraciones del gremio, las enfermeras están dispuestas a renunciar”.

La indiferencia oficial ha comprometido las tareas de diagnósticos, operaciones, y tratamientos de pacientes. Los laboratorios no tienen reactivos, los servicios de imagenología y radiología no funcionan porque los equipos están dañados o falta algún material. Un altísimo porcentaje de servicios de quirófano y de terapia intensiva están inoperativos, y la atención que requiere de material médico quirúrgico y medicamentos ha empeorado.

No hay cantidad ni diversidad suficiente de antibióticos. El ministerio ha enviado medicamentos esporádicamente y solo alcanzan para una pequeña cantidad de pacientes y por poco tiempo, lo cual impide suministrar tratamientos completos.

Hay “una escasez terrible” de compresas empleadas para absorber la sangre durante intervenciones quirúrgicas, y también de relajantes musculares utilizados por anestesiólogos cuando un paciente está sedado y conectado a una máquina. A esto se le suma la cantidad insuficiente de medicamentos para atender patologías crónicas, como cardíacas o respiratorias. La cantidad es poca, y las pocas veces que llegan se acaban rápido y no cubren el número de pacientes antiguos ni nuevos, refieren especialistas consultados.

“Esta situación ya existía antes del paro y nos impedía realizar el diagnóstico y dar atención adecuada a los pacientes. Por eso los médicos nos sumamos al conflicto el 26 de junio; y ahora es peor”, asegura Lorenzo.

No hay reportes oficiales de fallecidos en los hospitales debido a estas carencias, pero se supo que varias ONG levantan la data y llevan el registro progresivo de mortalidad y deficiencia en los servicios de atención al paciente.

Un médico residente, motor de hospitales y generación de relevo, devenga un sueldo de 40 millones de bolívares con el más reciente incremento, con lo que no puede pagar pasaje en efectivo ni comer. “En 20 días se le acaba y no puede abarcar más gastos, ni para pagar los megas tan necesarios en estos tiempos de tecnología que les permiten bajar información de los libros y que son su única manera de estudio a través del celular, porque no pueden pagar fotocopias. No hablemos de zapatos, y las batas estarán carísimas”, señala.

Resalta, además, que ninguno de los médicos ha recibido aún la quincena del aumento que la Fenasirtrasalud, allegada al gobierno, consiguió a través de un acta convenio en la cual los profesionales inscritos en la FMV no participaron.

La inquietud del gremio sigue siendo la misma: “En estos momentos cómo atiendo a un paciente, cómo evito una muerte. Trabajar en las condiciones actuales es muy duro para nosotros”.

En muchos de los hospitales tampoco hay agua ni material de limpieza ni detergente. El Periférico de Catia, por ejemplo, tiene un pozo de agua profunda, pero la bomba presenta fallas, y fue reportado por la dirección del hospital desde hace cerca de ocho meses: “No ha habido respuesta”.

Cuando las camareras cuentan con agua, limpian las camas sin guantes y sin detergente. Las cocineras sirven espagueti la mayoría de las veces porque no existe la comida de dieta para el paciente. Y las secretarias sacan papel de donde no hay; el personal de los hospitales da récipes, hojas de evolución u órdenes médicas de pacientes con hojas recicladas. No hay material de oficina ni tonner.

Lorenzo advierte que el balance a 35 días es suficiente para que el conflicto vaya creciendo: “Se han sumado progresivamente gremios profesionales y sindicales de la salud, y en este momento no hay ninguno que no esté apoyándolo”.

La salud no tiene plazo de espera, afirma Contreras: “En este momento puede fallecer un paciente por falta de oxígeno. El gobierno no puede negociar al margen del sector y tampoco con uno solo. Las enfermeras nos mantenemos unidas con todos los gremios a los que las autoridades tendrán que atender juntos”.


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