A la represión directa con gases lacrimógenos, disparos de perdigones y cientos de arrestos, el gobierno de Nicolás Maduro suma un arsenal de propaganda en su intento de contrarrestar las recientes y masivas protestas convocadas por la oposición.

Decenas de discursos, imágenes, eslóganes, ‘hashtags’ y trinos promueven sin descanso solo los “hechos alternativos” que refuerzan la versión oficial.

Cargado con un pesado lenguaje, el oficialismo renovó su estrategia comunicacional para minimizar la expresión del descontento popular, evadir la responsabilidad de la represión y crear un discurso de “defensa” de la revolución.

‘Extrema derecha apela a campaña de odio para incitar a la violencia’ y ‘Vicepresidente advierte que la derecha impulsa espiral terrorista con propósito golpista’ son algunos de los títulos que exhibe el portal de la Agencia Venezolana de Noticias. La palabra ‘terrorista’ es parte del ‘neolenguaje’ con el que el gobierno se refiere a quienes protestan en su contra.

Pero el detalle semántico sería inofensivo si se lo compara con amenazas contra dirigentes de la oposición, por medio de las redes o la propia televisora del Estado. Ya no solo se amenaza con aplicar la justicia militar a la dirigencia opositora, también se sugiere el ataque personal como cuando, en Venezolana de Televisión, el diputado Diosdado Cabello advirtió a los opositores que si intentan un golpe de Estado, “sabemos dónde viven y con quién se mueve cada uno”.

Las direcciones de las residencias de los dirigentes opositores están en un ‘Manual del combatiente revolucionario’, al cual Cabello hace orgullosa propaganda. También fueron publicadas en la cuenta de Twitter de la policía científica, y luego fueron retiradas.

“El gobierno repite una estrategia que hasta ahora le ha sido exitosa, de crear un relato de lo que está ocurriendo y jugar el papel de víctima”, explica a El Tiempo el profesor Andrés Cañizales, quien apunta que el endurecimiento del discurso del gobierno, al llamar “terroristas” a los manifestantes o asegurar que está bajo “asedio internacional”, busca amalgamar a la base chavista que queda, la más radical en esta crisis económica.

“Maduro decía que en la marcha del 19 de abril había 15.000 opositores frente a 3 millones de chavistas. Hay una intencionalidad de construir una realidad alternativa victoriosa para mantener la cohesión de su base”, dice el experto.

La ‘otra’ realidad

En el esfuerzo de construir esa narrativa, el gobierno únicamente hace públicos aquellos hechos que pueden reforzar su discurso. Las acusaciones se privilegian sobre las pruebas, y ni siquiera se hace la promesa de una investigación imparcial.

“Denuncio ante la comunidad internacional que grupos armados contratados por la oposición atacaron un hospital materno infantil con 54 niños (…). El presidente Maduro ha ordenado evacuar el hospital. Derrotaremos este golpe de Estado”.

Los trinos de acusación fueron publicados en inglés la madrugada del viernes por la canciller venezolana, Delcy Rodríguez, en plenos saqueos en la populosa zona de El Valle, en Caracas.

No se sabía todavía que la jornada terminaría en 20 personas fallecidas cuando se difundió entre los empleados públicos del país, especialmente en medios del Estado, un “radiograma” con los “lineamientos de propaganda” para ese día: “1. El ataque al Materno Infantil; 2. Respuesta popular con sus barrios en defensa de la revolución”.

El ‘hashtag’ propuesto sería #DerechaAsesinaAtacaMaterno, refiriéndose al Hospital Materno Infantil de El Valle, de donde fueron evacuados los pequeños afectados por humo de basuras quemadas en las protestas, pero también de gases lacrimógenos disparados por los cuerpos de seguridad. Y como un efecto cascada, el guión lo repitió sin cesar toda la vocería oficial disponible en radio, prensa, televisión y redes.

“El chavismo ha aplicado los ‘fake news’ (noticias falsas) desde sus orígenes. La mentira es una herramienta política que permite domesticar la percepción sobre la realidad”, explica Luis Carlos Díaz, analista de plataformas digitales.

Y prosigue: “Ante los sucesos en El Valle, cuando el humo de las bombas lacrimógenas afectaba al hospital infantil, el gobierno decidió hacer una operación de prensa a gran escala: usó a la Canciller (no al ministro de Interior o una autoridad policial) para denunciar un ‘ataque de bandas armadas pagadas por la oposición’. Sin mostrar pruebas. Es una mentira a muchos niveles. Pero al hacerlo la Canciller logra impacto internacional”.

La tercera pata de la estrategia recae en la censura de los canales de televisión nacionales de señal abierta, a lo que se suma la orden de retirar de las cableoperadoras las señales de NTN24, CNN en Español, Vivoplay, VPI TV, EL TIEMPO Televisión y Todo Noticias (de Argentina), canales que ofrecen cobertura independiente.


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