A pesar de la lluvia que cubrió la ciudad de Mérida este sábado desde muy temprano, los feligreses se congregaron para, en procesión, acompañar al Santísimo Sacramento que peregrinó por sus calles orando por la paz, la libertad y la reconciliación de Venezuela.

Desde cuatro diferentes puntos, los feligreses se congregaron y en procesión caminaron con las Custodias portadoras del Santo Misterio Eucarístico, desde los 4 puntos cardinales de la ciudad de Mérida, en una actividad sin precedente en la localidad serrana, donde la alegría del resucitado se marcaba en el rostro de cada uno de los fieles que portando el tricolor nacional, se congratulaban de que Mérida está consagrada al Santísimo Sacramento.

Los ciudadanos peregrinaron desde la Iglesia de Santa Bárbara, lugar donde se congregaron las parroquias eclesiásticas de La Anunciación de María, (El Castor), Santa Bárbara, Nuestra Señora del Rosario y La Sagrada Familia, desde temprano en la mañana, cuando la lluvia acompaño la caminata y que no amilanó la fe de los fieles, quienes animados por la fe, entonando canatos de esperanza, paz y reconciliación, oraban junto a sus párrocos, pidiendo paz, libertad y reconciliación.  

Esta procesión se detuvo en lugares emblemáticos, donde la violencia ha sido protagonista estos días aciagos. El semáforo de La Croacia, fue el primero aun pasado por agua; frente al Seguro Social, ya la lluvia amainaba y las oraciones fueron para los enfermos, para los que no tienen medicina, para los desatendidos por un sistema de asistencia colapsado, a ellos se les bendijo con la custodia del sacramento eucarístico.

Frente a las Residencias Parque Las Américas, el primer Altar, allí se oró por las familias víctimas del incendio que cobró sus viviendas y enceres, prosiguió la caminata hasta el Rodeo, donde el segundo Altar recibió la Santa Custodia, allí vecinos y feligreses oraron por la unión de un país que es de todos.

La procesión tomó Los Próceres, en Los Sauzales el tercer Altar, en una zona donde los jóvenes son protagonistas. Los vecinos elevaron una oración por todos aquellos que ven su futuro truncado por tanta violencia y tanta obligación de dejar el país, por un futuro de reconciliación se recibió la Bendición del Santísimo, durante la tarde de este sábado. 

En el cuarto altar, ubicado en la urbanización Don Pancho, se cubrió el camino del Santísimo con pétalos de flores y se prosiguió hasta El Llanito, parroquia Sagrada Familia, desde donde se cruzó por el Campito.

Todas las peregrinaciones culminaron en la avenida Cardenal Quintero. El trago amargo fue cuando la procesión -que recorrió el centro de la ciudad- tuvo de desviarse en la avenida 4 con calle 21, pues las fuerzas policiales que no permitieron que la misma pasara frente a la Catedral local, atravesando La Grilla (vehículo de control de orden público que asemeja a la infausta ballena), sin dar alguna explicación que la fe no supiese perdonar.

Sin embargo, los fieles llegaron a su destino en la Cardenal Quintero, donde un altar tricolor fue el escenario para que su eminencia reverendísima, Baltazar Cardenal Porras, celebrara la eucaristía en vísperas de la Fiesta del Corpus Christi, reflexionando sobre la necesidad de respetar la vida, la libertad del ser humano, la unión de los hermanos y sobre el valor de ésta solemnidad de la fiesta del cuerpo y la sangre del Señor, alimento que fortalece el alma y el cuerpo para seguir luchando con honestidad, transparencia y servicio, para lograr la común unión entre los hermanos venezolanos.

“No nos dejemos robar la alegría, no nos dejemos robar la esperanza, no nos dejemos robar ese espíritu de lucha por el bien común” pidió el Cardenal al finalizar su homilía, en la que alentó a que los mantengan vivo el ejemplo de María Santísima, como animadora de la fe en los tiempos más oscuros.

“Que viva Venezuela, que viva la libertad”, clamaron los asistentes que se despidieron al son de las notas del himno nacional, en una celebración que no pudo evitar ni la lluvia, ni la grilla, y que reafirmó el compromiso que significa para los merideños, el estar consagrados a la Santa Eucaristía.


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