«A las 9:00 pm apagan las luces de manera centralizada y la oscuridad, por ser un sótano, es absoluta. Uno abre y cierra los ojos y no hay diferencia», fue el testimonio de un oficial venezolano que permaneció en las celdas de la Dirección General de Contrainteligencia Militar, hasta hace unos meses.

El funcionario contó que en las celdas, que estaban a cargo del coronel Rafael Antonio Franco Quintero, el director de Investigaciones de la Dgcim, había oficiales de la Infantería de Marina y de Operaciones Especiales, reseñó Infobae. 

«El coronel, en mi opinión, es un psicópata. Nunca imaginé que una persona así pudiese no solo ser parte de la FANB, sino considerarse humano. Su paso por la Dgcim fue terrible, él fue quien cambió toda la rutina y las condiciones de encarcelamiento a condiciones infrahumanas», expresó el oficial. 

Relató que las celdas son herméticas, por lo que las puertas son de lámina de hierro, no de barrotes. Las habitaciones tienen una ventana pequeña que también permanece cerrada 24 horas. Tampoco tienen baño, y añadió que las necesidades, salvo cuando lo permiten, el preso las realiza en bolsas plásticas las sólidas y en potes de plástico las líquidas.

«Prohibió los libros, incluso las biblias; prohibió suplementos alimenticios, nada que no fuese agua; quitó el teléfono del pasillo y creó la norma de los tres minutos para llamar a los familiares una vez al día», indicó el agente. 

La fuente recordó que en la celda donde lo mantuvieron preso estaban cuatro jóvenes que tenían meses sin comunicarse con sus familias, por lo que consideró que sus condiciones eran peores. Dijo que se les permitía bañarse cada tres semanas y desde el momento en el que estuvieron recluidos en esas celdas no pudieron cambiarse de ropa. 

«Se les permitía bañarse cada una o dos semanas, tenían la misma braga y ropa interior porque no tenían ningún familiar que se las llevase; usaban, cuando se les permitía, la pasta y cepillos de dientes que les dábamos», dijo.

El oficial aseguró que el área de los sótanos es totalmente cerrada y un viejo aire acondicionado recogía el aire del baño y lo llevaba a las celdas mediante los ductos, por lo que el ambiente estaba combinado con los malos olores. 

«El efecto del aire estaba viciado, combinado con los malos olores. Tener que respirar así en una celda cerrada, incomunicado y sin poder hablar con nadie día a día era inhumano», indicó.

Señaló que la mayoría de los custodios eran funcionarios formados en Cuba y que la mayoría de las torturas eran perpetradas por ellos. Afirmó que luego de las visitas eran obligados a desnudarse y a quedarse en cuclillas para verificar que no tenían ningún artefacto en el ano.

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