El espíritu que se originó luego del 23 de enero de 1958 es clave para concretar acuerdos de voluntad social y negociación que permitan superar la crisis actual, coincidieron académicos. El rector de la UCAB, padre Francisco José Virtuoso, dijo que en este año comicial deben exigirse condiciones óptimas para un proceso presidencial, pero sostuvo que esas condiciones no serán efectivas sin un compromiso ciudadano.

“Aquí el problema fundamental está en la defensa del voto y  en la defensa de los resultados. Y quién los va a defender sino una ciudadanía empoderada y dispuesta a no permitir cualquier tipo de tracalería. Una ciudadanía capaz de batir el cobre en defensa de sus derechos. Debemos activarnos en una gran unidad en defensa de la democracia”, expresó.

Virtuoso abobó por una unidad estratégica que incluya a los partidos, las universidades, los sindicatos y todos los sectores del país.

El rector se hizo eco de las exhortaciones de la CEV sobre la crisis del país y su compromiso con los derechos humanos. Respaldó el mensaje del obispo de San Felipe, monseñor Victor Hugo Basabe. “El cambio fundamental en Venezuela es unas bandera de la Iglesia  y eso se refleja  desde la cúpula mayor, representada por la jerarquía eclesiástica,  hasta todas las organizaciones de distinto tipo que hacen vida en la Iglesia”, indicó durante el conversatorio “Desafíos de la sociedad venezolana a 60 años del 23 de enero de 1958”.

Virtuoso destacó que la Iglesia es la institución que goza de mayor credibilidad en el país.

Benigno Alarcón, director del Centro de Estudios Políticos de la UCAB, señaló que ante la desesperanza de la gente, la oposición debe saber manejar las expectativas para atraer a los descontentos. Advirtió que una transición en el país podría desencadenar en la autocratización absoluta o en la vía democrática.

“La conflictividad que vivimos tiene que ver con que una parte de la población, 75%, pide cambio. La gente básicamente aspira a un país normal y para muchos esa normalidad tiene su anclaje en el pasado”, explicó.

Alarcón dijo: “Cuando se cierran las puertas a salidas institucionales, se abre la posibilidad de que se origine otro tipo de salida. El gobierno es consciente de ese peligro y por eso reacciona frente a discursos como el de la Iglesia. Esto y lo ocurrido en El Junquito implica una advertencia. En la medida en que el régimen no tiene la legitimidad necesaria para gobernar, se hace más dependiente del uso de la fuerza”.

El historiador Elías Pino Iturrieta dijo que se mitificó el 23 de enero de 1958, cuando ocurrió un movimiento esencialmente militar.

“Esta situación que vivimos es excepcional. No tiene parangón, nunca había pasado. Entonces tenemos que descubrir a partir de una referencia a una anterior normalidad. Con un inconveniente que es la debilidad de los partidos, contrario a las fortalezas que se fabrican a partir de 1958. Aquí hay una nueva generación sin historia: los muchachos que hacen movimientos masivos nuevos lo hacen a partir de 2007. ¿De dónde sacan las cosas? De sus propias vivencias mínimas”, refirió.


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