El Tribunal Supremo de Venezuela en el exilio cumple el lunes un mes en marcha con sus magistrados repartidos por cuatro países, reuniones a través de Internet y el apoyo del secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA), Luis Almagro.

El 13 de octubre los magistrados nombrados por el Parlamento venezolano de mayoría opositora se configuraron como Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en el ilustre Salón de las Américas de la Organización de los Estados Americanos (OEA), un hecho controvertido y sin precedentes que molestó a los países miembros.

Se autodenominan Supremo legítimo al considerar que el tribunal oficial que funciona en Caracas fue nombrado sin que se cumplieran los requisitos constitucionales por la mayoría parlamentaria chavista justo antes de que la Asamblea Nacional (AN) pasara a manos de la oposición en enero de 2016.

Así lo explicó en conversación con Efe en Washington el presidente del Supremo en el exilio, Miguel Ángel Martín, uno de los tres magistrados que residen en la capital, ciudad que han elegido para situar su oficina central.

Entre sus compañeros hay cuatro con asilo político en Panamá, ocho en Colombia y seis en Chile, mientras que el resto iniciaron el proceso de petición de asilo y están en Chicago y un grupo numeroso en Miami.

El Parlamento venezolano controlado por la oposición, designó en julio a 33 magistrados para el TSJ, con la idea de que reemplacen a 33 jueces en ejercicio de esa instancia, al considerar que están al servicio del gobierno y que en su nombramiento hubo graves irregularidades.

Los jueces designados por la oposición han sido acusados de traición a la patria y llevan desde entonces ya más de tres meses perseguidos por la justicia refugiándose en embajadas en Caracas, exiliándose en otros países y uno de ellos con medidas cautelares en Venezuela.

«Hemos sido elegidos por 12 años, teníamos dos opciones, o nos quedábamos individualmente en el exilio o cumplíamos nuestro deber, e inmediatamente decidimos integrar cada una de las Salas del Supremo», indicó Martín.

«¿Tú crees que nosotros estamos contentos de estar trabajando de esta manera? Nosotros queremos estar donde debemos estar pero, como fuimos expulsados de Venezuela, estamos haciendo lo que nos toca hacer, con todas las dificultades, incluso dificultades para que la gente lo comprenda», agregó.

Los magistrados admiten que el suyo es un instrumento jurídico novedoso e inédito y constatan que por eso es que a veces cuesta tener cierta compresión.

Este Supremo autodenominado en el exilio se reúne cada semana a través de Internet, mientras que las diferentes Salas trabajan a diario en las solicitudes que reciben a través del correo electrónico y de una página web aún en construcción.

Financian sus actividades tanto con recursos propios de los juristas como con dinero de fundaciones que hacen vida en Estados Unidos, norteamericanas y una europea, de las que prefieren no dar los nombres porque, esgrimió Martín, son muy celosos con esos temas.

La intención es tener una sede administrativa en cada uno de los países donde están los magistrados con una sede central en Washington todavía en trámites.

Sostienen que se trataría de una oficina privada y de que no sería la OEA, aunque presumen que acuden a menudo a reuniones institucionales en la sede del organismo.

«Hay un salón que nos han autorizado para sesionar cuando nosotros lo deseemos», «el Salón Miranda», aseguró Martín en una entrevista con Efe.

Añadió que los tres magistrados que residen en Washington van allí a reuniones de trabajo en las que solo están ellos.

Consultado por Efe, un portavoz de la Secretaría General, que encabeza Luis Almagro, indicó que después de la ceremonia de configuración del Tribunal no se han usado salones de la OEA para actividades del Supremo.

Tras este desmentido, Martín se retractó de algunas de sus afirmaciones en la entrevista al admitir que el Tribunal Supremo de Justicia legítimo no funciona en la OEA.

«Las visitas que hemos realizado algunos magistrados en la OEA han sido estrictamente institucionales y de cortesía», apuntó.


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