La defensora de los derechos humanos Tamara Suju se refirió este jueves a los cientos de relatos de tortura que hubo en Venezuela durante los cuatro meses que duraron las protestas.

En un artículo de opinión publicado por el diario español ABC, afirmó que el 17 de agosto hizo entrega a la Corte Penal Internacional de 22 nuevas incidencias de torturas que contienen, aproximadamente, 110 nuevas víctimas y un número imposible de cuantificar de aquellas personas que fueron torturadas y decidieron mantenerse en silencio, bien sea por vergüenza o la intimidación de los funcionarios gubernamentales.

Uno de últimos casos más conocidos que mencionó fue el de Wuilly Arteaga, un violinista que por el simple hecho de tocar el instrumento en una manifestación fue detenido y torturado por la Guardia Nacional Bolivariana. Arteaga contó al momento de su liberación las torturas a las que fue sometido junto a una joven que había sido detenida con él, a quien violaron dentro de una tanqueta.

Otro de los casos es el de una joven que fue arrodillada en medio de la carretera con un fusil en su cabeza. Su ropa se encontraba hecha harapos luego de que varios guardias la golpearan y trataran de violarla, manoseando con violencia su cuerpo. Descargas eléctricas le fueron aplicadas en la nuca, senos y genitales, acompañadas de acusaciones por ser “guarimbera”.

Suju recordó que una venezolana fue atada a una columna por sus muñecas, quedando colgada y tocando el piso solo con la punta de los pies, para luego ser golpeada con tubos y palos en su abdomen, espalda y piernas por los funcionarios en la sede del comando de la Guardia Nacional.

Enmanuel Barrio se negó a obedecer la orden de manosear a sus compañeros detenidos luego de que los guardias los golpearan salvajemente. La negativa de Barrio hizo que los funcionarios trataran de violarlo con un tubo. Luego, arrodillado junto a los demás y esposado con las manos atrás, le echaron polvo de las bombas lacrimógenas en los ojos para luego ser golpeado.

La abogada indicó que Carmen Ángel recibió golpes con un casco y la culata del arma de un guardia, lo que le provocó una herida en el cráneo que la hizo sangrar. Esto no fue un impedimento para que dejaran de agredirla. Recibió cachetadas y sus dedos fueron fracturados luego de que tratara de protegerse la cabeza.

Descargas eléctricas, asfixias con bolsas plásticas, palizas en todo el cuerpo y torturas blancas fue parte de lo que vivió el capitán Jesús Alarcón en la División de Contrainteligencia Militar, en Boleíta, Caracas, y en Ramo Verde. Actualmente se encuentra preso en una jaula con barrotes sin agua, electricidad, baño ni comida. Agua de lentejas es el mejor alimento que ha recibido, ya que de recibir algún tipo de sólidos, estos se encuentran generalmente descompuestos o con gusanos. Por si fuera poco, solo le permiten ver a su hija una vez al año: en el Día del Padre.

«Me niego a acostumbrarme al silencio que viene después del breve escándalo que casos como este causan en nuestra sociedad», expresó la abogada, para evitar que las víctimas de la violencia sean silenciadas. 

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