Al salir Lorent Saleh de prisión quedó descubierta la realidad a la que se enfrentan los presos políticos. Su testimonio alentó a otras víctimas a denunciar las arbitrariedades y violaciones de los derechos humanos cometidas en las prisiones del país.

Saleh es uno de los tantos hombres que han pisado La Tumba y El Helicoide desde 2014, cuando se acentuaron las detenciones políticas. Esas son dos de las sedes que tiene el Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional para mantener arrestadas a personas que son objetivos del gobierno, señalan abogados.

“Somos tratados como unos seres inferiores, como culpables, sin ninguna razón; de forma humillante y vejatoria, sufrimos torturas con bates y hasta con bolsas en las caras”, relató uno de los presos políticos que estrenó La Tumba, creada en 2014 por el entonces director del Sebin, Miguel Rodríguez Torres.

La persona excarcelada, que prefiere reservar su nombre por miedo a represalias, duró arbitrariamente más de tres años presa. Estuvo en las dos sedes del Sebin y dio fe de que en ambas someten a los reclusos a la tortura física y mental. De las dos tiene secuelas: enfermedades físicas y afecciones psicológicas.

Relató que en El Helicoide golpean y agreden físicamente, dañan con el maltrato, humillaciones, hacinamiento y las enfermedades que eso acarrea. Mientras que en La Tumba –ubicada en el quinto sótano del Sebin de Plaza Venezuela donde estuvo recluido el concejal  Fernando Albán– aplican la tortura “moderna” que con aislamiento y sin golpes minimizan moralmente a las víctimas.

“La tortura blanca es típica de los regímenes totalitarios modernos para deteriorar mentalmente y acabar con la moral de los presos, sin tocarlos”, expresó Omar Mora Tosta, abogado del general Raúl Baduel, quien se encuentra preso allí. Agregó que la actuación de los funcionarios tiene el objetivo ejemplarizante de abstener a la población a disentir.

En ese lugar también está el capitán Juan Caguaripano desde hace más de un año. Ambos se encuentran incomunicados. El defensor Alonso Medina Roa denunció que su defendido ha sido objeto de descargas eléctricas y golpes que le ocasionaron el desprendimiento de un testículo, y también de aislamiento celular, encerrado entre paredes blancas y luz fluorescente 24 horas. Indicó que ese es apenas un caso de los tantos que suceden diariamente detrás de los barrotes de esos centros de detención.

Señaló que las instituciones del Estado, que conocen de estas denuncias, están en mora con el respeto a los derechos humanos. Agregó que los organismos, como la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía, mantienen una actitud inerte ante las violaciones. “Se ha institucionalizado el irrespeto constante y permanente de las violaciones a los derechos humanos”, puntualizó.

“Somos tratados como unos seres inferiores, como culpables, sin ninguna razón; de forma humillante y vejatoria sufrimos torturas con bates y hasta con bolsas en las caras”

Preso político de 2014

excarcelado


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