El IV congreso del Partido Socialista Unido de Venezuela y los señalamientos de la militancia de base y de dirigentes medios sobre la poca participación que tuvieron en las decisiones del evento, dejaron en evidencia las grietas del chavismo. Sin embargo, según analistas políticos las fisuras y el descontento se tapan con la repartición de cuotas de poder en el gobierno y dentro del partido.

Leonardo Morales, politólogo y profesor de la Universidad Central de Venezuela, descarta que en el partido fundado por el presidente fallecido Hugo Chávez, difícilmente ocurra una implosión entre los grupos que lo integran.

Considera que el gobierno y el PSUV funcionan de manera monárquica. Esto se observa en la repartición de cargos en la administración pública y en el partido oficialista que hace el presidente Nicolás Maduro estratégicamente entre sus aliados y algunos dirigentes chavistas que, puertas adentro, mantienen ciertas diferencias con el mandatario.

Nicmer Evans, representante del chavismo disidente y miembro del Frente Amplio, afirmó que “el PSUV actualmente está fracturado y a la vez sellado por la extorción, el miedo, la cooptación y la complicidad entre la dirigencia nacional”.

Añadió que algunos de los voceros de la organización política “que aparentaron ser críticos con el partido” –entre ellos Elías Jaua y Freddy Bernal– son “la representación más sumisa en la tolda ante el aplastamiento y el poder” que tiene el vicepresidente del partido, Diosdado Cabello.

En la presidencia y la vicepresidencia de la tolda solo se negocia el mantenimiento de la cuota de poder e incidencias dentro del oficialismo y el gobierno. Muestra de eso es la ratificación de Maduro en la dirección nacional del partido y la potestad para que designe al resto de la dirigencia a petición de Cabello, semanas después de ser electo presidente de la asamblea nacional constituyente, dijo Evans.

La ratificación de Maduro –sin elección ni discusión– en la dirección del PSUV en el congreso marcó un hito en la historia política del país, sostuvo Morales. Fue enroscado al estilo de las monarquías absolutas. Subrayó que esto es una “muestra peligrosa” del poder que vienen ejerciendo en el partido.

Advirtió que las designaciones a dedos, la falta de democracia y de participación de las bases se van a reflejar en los próximos procesos electorales con una posible abstención del chavismo. “En la medida en que Maduro designe a sus dirigentes y la gente no se sienta identificados con ellos irá mermando el apoyo”.
 
Tóxico. El estudio de julio de Hercon Consultores muestra que solo 19% de los encuestados cree en el PSUV. Marcos Hernández, director de la encuestadora, explicó que muchos de los consultados manifestaron ser simpatizantes del partido de gobierno porque es una fuente de trabajo y pueden beneficiarse de las políticas populistas.

“El PSUV se convirtió en un partido clientelar y sin apoyo popular. Se encuentra debilitado y como organización no representa algo nuevo, sino un partido tóxico”, afirmó. Expresó que la dirigencia chavista viene sufriendo los efectos de la crisis económica y su compromiso de fidelidad queda revelado con el apagón en el congreso, cuando algunos de los presentes en el auditorio del hotel Alba Caracas se atrevieron a gritar “cambio de gobierno ya”.


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