A pesar de que su hijo está preso en la sede del Servicio Bolivariano de Inteligencia Nacional (Sebin) de El Helicoide, en Caracas, a Omar Lares, alcalde del municipio Campo Elías —Ejido, estado Mérida— le ha tocado estar ausente durante todo el proceso.

Aunque se trata de un dirigente político, su situación coincide con cientos de ciudadanos que arriban a Cúcuta, Colombia, huyendo de la crisis que afecta a Venezuela, con apenas algunas pertenencias y en búsqueda de trabajo para ganarse el sustento.

“No tengo un trabajo formal. He sobrevivido porque algunos amigos me han pedido que les repare cosas en sus hogares. También me tocó pintar y hacer labores de mantenimiento”, reveló Lares en declaraciones para El Nacional Web. 

Tampoco tiene un techo propio. Para poder dormir pasa sus noches alojado en el apartamento de un conocido que, a sabiendas de su situación, no le cobra por el alquiler.

La estadía allí no será eterna: hace apenas unos días le avisaron que la madre de su amigo tendrá que volver a ocupar el apartamento, por lo que le tocará cambiarse de vivienda. “Se me va a complicar la cosa”, presiente.

Lejos de estabilizarse, a su coyuntura agrega el hecho de no ser colombiano, por lo que necesita una visa para poder obtener un empleo. Sin embargo, para tramitar el documento, además de realizar varias diligencias, requiere un dinero que se le hace difícil costear.

“La vida en Colombia es cara y se necesitan unos 900.000 pesos para tramitar el documento”, explicó.

Recordó que sus cuentas en bancos venezolanos fueron congeladas, y debido a la devaluación del bolívar, descarta que alguna remesa le ayude a mejorar su estatus económico.

En la actualidad, el salario mínimo en Colombia es de 737.717 pesos, que promedian unos 245 dólares, constató El Nacional Web tras consultar a otros venezolanos residentes en el país neogranadino.

“No es fácil saber que está en esa situación y que yo estoy fuera de mi patria. No es fácil para nadie volver a empezar desde cero pero es lo que nos toca. Mis seres queridos están separados. Tocó llenarse de fuerza y valor para no deprimirse”, analizó.

Con la familia siempre en mente

Más allá de su situación personal, Lares recalcó que lo más duro con lo que le ha tocado lidiar desde que partió rumbo a Cúcuta es el hecho de tener a un hijo preso y a su familia separada

“Siempre cargo con el temor de que le puedan hacer algo a mis familiares porque el Estado no les garantiza seguridad”, indicó el dirigente.

Desde la distancia, sigue los pasos de su esposa, Ramona, quien también tuvo que abandonar Campo Elías para radicarse en Caracas, donde distribuye su tiempo entre visitar tribunales, reunirse con abogados y adelantar gestiones para la liberación de su hijo Juan.

“Espero que sea liberado. No cometió ningún delito. Está detenido solo por ser mi hijo”, denunció.

Extraña recorrer las calles de Mérida, en especial para ejercer la política

“Extraño estar con mi gente. Decidí ser alcalde para ayudar a Ejido y Campo Elías. La gente puede dar fe de que estaba pendiente a pesar de las adversidades con recursos y servicios públicos”.

Salida sin distingo

En medio de la diáspora de personas que han abandonado Venezuela en los últimos años, Cúcuta se convirtió en una de las principales puertas de salida para quienes huyen de la crisis que suponen la inseguridad, inflación y escasez de alimentos y medicinas.

El propio Lares ha sido testigo de cómo algunos toman autobuses para arribar a otras ciudades colombianas como Bogotá y Medellín, mientras que otros más osados optan por llegar a Ecuador, Perú e incluso Chile, cuyo trayecto puede durar hasta seis días.

Como si de una especie de pasarela se tratase, por allí vio transitar a otros perseguidos políticos que al igual que él se encuentran en el exilio, así como figuras públicas entre las que se incluyen magistrados del Tribunal Supremo de Justicia designado por la Asamblea Nacional, o la vedette Diosa Canales, que se mudó a Colombia.

Tampoco faltan los que simplemente logran trasladarse hasta Cúcuta, con el simple objetivo de obtener los alimentos que no consiguen en la patria gobernada por el régimen de Nicolás Maduro

“Llegan personas que no tienen ni siquiera donde dormir, incluso profesionales que en algún momento tuvieron una buena vida pero que prefirieron dejarlo todo”, lamentó.

A esa situación, que afecta la cotidianidad de la capital del departamento Norte de Santander, se suma la presencia de grupos delictivos que han sido detenidos e inclusive deportados por las  autoridades colombianas.

“Ha habido atracos a mano armada, prostitución y robos. Eso ha dañado nuestra imagen, pagando justos por pecadores”, agregó.

Sin retorno

Por los momentos Lares no tiene estipulada una fecha para regresar, al menos mientras considere que no tiene garantías para un debido proceso. Al contrario, mantiene la añoranza de todos los que salen del país: “Solo quiero conseguir un empleo y solucionar lo de mi vivienda”.


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