Aunque la consigna de las movilizaciones en respaldo al presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, es “Las calles son del chavismo”, esta no se compaginó con la escena de ayer, pues los simpatizantes del oficialismo no salieron masivamente como sí sucedía hace unos años.

El chavismo convocó a sus seguidores “en defensa de la paz y la democracia” en puntos del oeste, centro y este de la capital venezolana y fue en las zonas aledañas a ellos donde se observaban personas. Los asistentes variaban entre los que decían apoyar al presidente, empleados públicos que preferían no ofrecer declaraciones y los que esperaban recibir comida por su asistencia.

En una avenida del centro de Caracas, Alejandro García, trabajador del Centro Nacional del Disco, un ente público, aseguró que lo que mueve este tipo de movilizaciones son los ideales de que “juntos podemos salir adelante” que, a su juicio, representa el presidente Maduro.

García, ataviado con ropa que lo identifica como empleado público y una gorra con la cara del Che Guevara, cree que la “plataforma internacional” que no reconoce a Maduro “está liderada por un país en particular (Estados Unidos)” que busca quedarse con el territorio y recursos de Venezuela.

Alejado de la zona de congregación, un camión repartía combos con un sándwich, un jugo, una fruta y tres golosinas a los marchistas que hacían una larga fila a la que se incorporaba incluso gente que no hacía parte de la movilización. Uno de ellos, que no quiso identificarse, dijo que no le importaba la marcha, pero afirmó: “No he comido desde anoche y voy a tratar de aprovechar si me dan algo”.

La preocupación por la crisis económica también estaba presente en la Plaza O’Leary. Una vendedora informal, Iris Rizales, ofrecía camisetas, gorras, pitos y cornetas. Aseguró no haber vendido ningún producto desde el comienzo de la concentración. “La gente dice que está muy caro, aunque tengo precios viejos porque todo sube a diario, y tampoco hay efectivo”, lamentó.

Aunque exhibió simpatía por Maduro, Rizales dijo que, de poder decirle algo al presidente del Parlamento, Juan Guaidó, sería “que sepa luchar, que no haga lo mismo que han hecho todos”, indicó.

Desde El Calvario, algunos miembros de la milicia bolivariana gritaban: “Si se prende un peo con Maduro me resteo”. Sin embargo, el “resteo” no parecía calar en el resto de personas.

Los empleados de los distintos entes públicos no se mezclaban entre sí y permanecían sentados, sin que la música ni las consignas lograran animarlos.

En un recorrido se pudo constatar la poca afluencia de gente en las calles que contrastaba con los grupos de trabajadores públicos reunidos en espera de ser movilizados hacia las concentraciones y los efectivos de las fuerzas de seguridad en los accesos al centro de la ciudad.

Cientos de miembros de la Guardia Nacional Bolivariana permanecían apostados en Chacaíto, zona del este de Caracas en la que se reuniría parte del chavismo, a pocos metros de Chacao, adonde llegaría la movilización convocada por la oposición.

Por las calles aledañas ya se veían grupos de opositores, lo que hacía más evidente la escasa convocatoria de los afectos de Maduro, quienes les gritaban: “Pueblo, escucha, únete a la lucha”.


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