La música llanera reinaba en los alrededores del Consejo Nacional Electoral, donde Nicolás Maduro protagonizó ayer el acto de proclamación, adjudicación y entrega de credenciales.

La presidente del ente comicial, Tibisay Lucena, encabezó la actividad. Funcionarios militares, con el FAL sobre el pecho, resguardaban los alrededores de la ceiba, en la esquina de San Francisco. Justo en el flanco oeste de Pajaritos, donde está la sede administrativa de la Asamblea Nacional, preparaban una tarima para la fiesta con tambores y una gran pantalla plasma transmitía las noticias de Telesur.

“He declarado persona no grata, y anuncio el retiro en 48 horas, al encargado de negocios de Estados Unidos (Todd Robinson)”, retumbó la voz de Maduro, que minutos antes había llegado al CNE manejando él mismo una camioneta Toyota Fortuner plateada, con camisa color rosa que se agitó fuera de la ventana cuando saludó.

También ordenó la expulsión del jefe de la sección política de la Embajada de Estados Unidos, Brian Naranjo, a quien identificó como el representante en Caracas de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). “Deben irse del país en 48 horas, en protesta y en defensa de la
dignidad de la patria venezolana. ¡Ya basta de conspiraciones!”.

Se ven estandartes azules de PPT y ondea una bandera con el logo de Bolipuertos. Unas chicas sacan fotos con su smartphone. Una de ellas comenta que no hubo fraude en las elecciones, que la oposición siempre dice lo mismo cuando pierde. “Ojala ahora sí mejore todo”, vuelve a la multitud roja.

Rescatar la economía. Maduro anunció la creación de la Comisión Presidencial de Asesoría Económica. ¿Qué hará? Recibir las propuestas de todos los sectores productivos con el fin de “reactivar todos los motores de la economía nacional para apalancar el progreso de la nación”. Al frente estará Tareck el Aissami, vicepresidente de la República.

Los alrededores del CNE lucían abarrotados de simpatizantes de Maduro y motos de la Policía Militar y de la GNB. Tarimas, toldos, pantallas
gigantes, pancartas y banderines de PSUV, Tupamaro y PPT, entre otros, copaban el espacio. En la plaza Diego Ibarra una ristra de poderosas camionetas Toyota hacía fila hacia la cara este.

La avenida Este 6 –paralela a la avenida Universidad, y que conduce al CNE– fue despejada con celeridad para la llegada de Maduro. Camionetas Toyota 4Runner iban y venían. Motos escoltas iban y venían. Hasta que se vio llegar al presidente.

Maduro pidió a la asamblea nacional constituyente revisar los casos de los opositores que se encuentran en prisión, de manera de concederles
beneficios procesales. Busca un “gobierno de reconciliación”. Pidió a la presidente de la Comisión de la Verdad de la ANC que promuevan, con
su aprobación como jefe de Estado, “un conjunto de medidas de beneficios para sectores de la oposición que hayan incurrido en
errores y problemas”.

Hoy –garantizó– arrancará un diálogo con todos los sectores del país. Las puertas del palacio presidencial de Miraflores –se tocó el
corazón– estarán “abiertas” para aquellos con los que tiene diferencias políticas. “Ya esta semana, a partir de mañana –hoy–, voy
a iniciar un ciclo de diálogo, conversaciones con todos los sectores políticos, económicos, comunicaciones, culturales del país”, aseguró.

Frente a la plaza Diego Ibarra, los tribunales. En la torre de la izquierda, la cara de Hugo Chávez: “El presente es de lucha”. En la
torre de la derecha (hacia el sur), la cara de Nicolás Maduro: “El futuro nos pertenece”. Para el chavismo –ya se sabe– “el norte es el sur”.


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