—Tras su nombramiento en la directiva del Interamerican Institute for Democracy, ¿qué podría hacer por Venezuela?

—Analizar, escribir, explicar y difundir sobre la realidad  de nuestra  hecatombe  y sus posibles soluciones.

—¿Tendrán efecto las sanciones internacionales contra el régimen venezolano?

—Poco a poco y con paciencia están dando resultados.

—¿Es el gobierno de Venezuela la República de Venezuela?

—Para nada. El actual gobierno se ha apropiado de nuestra  república.

—Entre la ONU y la OEA, ¿cuál ha hecho más por el régimen?

—La OEA; porque  sus miembros no acaban de hacer lo que indica su secretario general, Luis Almagro.

—¿La ganancia para Venezuela con Caricom?

—Para Venezuela poco, para el régimen  chavista-madurista mucho.

—¿El norte de Unasur?

Ese invento  de los “socialistas” del siglo XXI está casi liquidado.

—¿Qué marca la diplomacia venezolana?

—La antidiplomacia.

—¿Hablan los diplomáticos venezolanos un idioma distinto al de los países acreditados?

—Si te refieres a los (anti) diplomáticos castrochavistas, hablan ruso.

—¿Cumplirá Trump su promesa de ayudar a restaurar la democracia venezolana?

—Ya está ayudando “a su manera”, pero le falta una pequeña ayuda de los amigos latinoamericanos.

—¿Quiere el imperio que América Latina continúe siendo su patio trasero?

—No, le sale muy costoso.

—¿El nuevo gran imperio?

—China. Y domina despacito y suave,  pasito a pasito.

—¿Existe el coloniaje del siglo XXI?

—Sí, el que tiene el castrismo cubano en Venezuela.

—¿Son los chinos cuento o leyenda? 

—Los cuentos chinos son peligrosos.

—¿Están abonados los caminos que llevan al Estatuto de Roma?

Más tarde o más temprano, todos los caminos conducen a Roma.

—¿Se extenderá La Haya hasta el TSJ?

—Si, al ilegítimo.

—¿Visualiza a funcionarios venezolanos con bragas anaranjadas?

—Si, y por mucho tiempo.

—¿Qué pasó con la Carta Democrática?

—Está a la espera de la necesaria voluntad política. Todavía cunde el miedo y los intereses propios.

—¿Hay hipocresía en la diplomacia?

—Lamentablemente,  en el oficio diplomático abunda el disimulo y el fingimiento. Necesitamos más diplomacia, más sinceridad democrática y menos hipocresía.

—¿Quién ha agotado más energías en vano, Luis Almagro o Rodríguez Zapatero?

—Almagro más energía positiva; Zapatero pura mala vibra.

—¿En qué terminarán las FARC?

—En un grupúsculo sin futuro político.

—¿Castrará el castrismo lo que queda de democracia venezolana?

Hará todo lo posible.

—¿Por qué el Papa sonríe ante comunistas y arruga el rostro con otros que no lo son?

Sabiduría vaticana.

—¿Otro país donde funcionarios son “premiados” con una embajada?

—Ese es un premio de práctica generalizada.

—¿El plácet más placentero?

—Madrid bien vale un plácet.

—¿Qué sería Europa sin el terrorismo islámico?

—El verdadero paraíso.

—¿Otra especie de Internacional de las Espadas como la de los años cincuenta?

—Es lo que pretenden las dictaduras del siglo XXI.

—¿De qué siglo es el socialismo del siglo XXI?

 —Ni siquiera del siglo XIX.

—¿Cuál es más efectivo, el G-2 o la CIA?

—Hasta ahora el G-2 ha resultado más efectivo que la CIA para el régimen.

—¿Cree que ha habido cubanos dentro del Ejército venezolano?
—Está plagado.

—¿Institucionalizaron otra invasión a Machurucuto?

—Absolutamente, y esta vez lo hicieron bien.

—¿Justifica una intervención en Venezuela?

—Si es realmente necesario, se debe utilizar sin miedo una intervención colectiva y  por razones humanitarias, como lo estipula el derecho internacional. La no-intervención, por omisión, es una intervención pasiva contra la democracia y a favor del dictador.

—En el caso Venezuela, ¿quién ha intervenido a quién?

—Cuba no solo ha intervenido, sino invadido.

—¿El secreto mejor guardado de Odebrecht?

—El uso de nombres en clave, como el de “amigo” para referirse a Lula.

—¿Habrá una segunda parte de su libro La lucha que no  acaba?

—Hasta que la cabeza me dé, seguiré escribiendo a favor de la democracia.

—¿Qué pasaría en Venezuela si no hubiese injerencia de países terroristas y comunistas?

—Entraríamos, por fin, en el siglo XXI.


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