La única manera de que el régimen de Nicolás Maduro entienda que se le acabó el tiempo y que debe aceptar los términos y garantías para su salida es con la conformación de “una coalición internacional clara y firme”, dijo María Corina Machado, coordinadora nacional del movimiento Vente Venezuela.

“Un régimen que tiene por detrás a grupos terroristas y redes de contrabando no va a soltar el poder a menos que se le arrebate”, manifestó la dirigente opositora al concluir un acto en el auditorio de El Nacional con motivo del segundo aniversario del plebiscito del 16 de julio de 2016.  

Afirmó que solo hay una forma de quitarle el poder a la cúpula gobernante: “Es confrontándola con una fuerza que provenga de los sectores venezolanos y de las democracias de Occidente, que entienden que aquí está en riesgo en el cortísimo plazo la estabilidad de la región”.

Recordó que en territorio venezolano operan grupos irregulares como el Ejército de Liberación Nacional, disidentes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia y el Hezbolá, además de redes de contrabando ilegal de minerales, armas y personas, por lo que, a su juicio, los gobiernos del hemisferio tienen muy claro que hay que enfrentar a “un régimen criminal con vocación expansionista”.

Indicó que del 25 al 28 de julio se celebrará en Caracas el Foro de São Paulo debido a la debilidad que se ha creado ante la contradicción que implica el proceso de negociación con mediación de Noruega, y con el objetivo de “desestabilizar a los presidentes Iván Duque y Jair Bolsonaro, y de proceder en las elecciones en Argentina para que regrese el sistema Kirchner”.

“Para eso necesitan apuntalar a Maduro y a su régimen en el poder porque de aquí es que ha salido todo el dinero, toda la plata que no hay para la comida de los venezolanos pero sí para apoyar estas iniciativas que tienen vínculos no solo ideológicos sino también criminales”, agregó.

Sostuvo que el objetivo que tendría la coalición internacional no sería solo sacar a Maduro o desalojar al régimen del poder: “El éxito lo lograremos cuando saquemos de todo el hemisferio a esas fuerzas que se llaman ‘revolución’, que buscan instalar crimen, corrupción y socialismo para siempre en nuestro hemisferio”.

La dirigente opositora afirmó que para conformar esa fuerza liberadora se requiere de profunda confianza en el cumplimiento estricto de los compromisos adquiridos, razón por la cual rechazó una nueva negociación con el régimen: “Esas acciones quitan presión, fuerza y confunden tanto a los venezolanos, a la FAN  y a los aliados internacionales del régimen y democráticos”.

Aclaró que la importancia de la aprobación de reingreso de Venezuela al Tratado Interamericano de Asistencia Reciproca y la activación del articulo 187, numeral 11 de la Constitución radica en “enviar señales inequívocas que configuran una amenaza internacional real, creíble, inminente y severa”.

Señaló que con esas medidas la Asamblea Nacional y la dirigencia opositora no estaría pidiendo una invasión militar internacional en el país: “Enfrentamos una guerra no convencional, un conflicto del siglo XXI, que se libra en distintos planos. Desde el escenario público, de inteligencia, de ciberespacio, de los mercados globales, la justicia internacional  y la policía internacional”.

Indicó que de continuar en el proceso de negociación, se generará mayor desmovilización y desesperanza en la población venezolana. Y que de pasar seis meses más con Maduro en el poder, serían “seis meses más de destrucción humana y económica, en una Venezuela que se desintegra”.

“Aquí no hay que pensar en el año que viene, hay que pensar en lo que hay que hacer hoy. Quien está haciendo cálculos para ese entonces no está entendiendo nada sobre la urgencia y desesperación de un país. Hay que actuar ahora. Esa fuerza y ese momento de los primeros meses hay que retomarlos, cumpliendo al pie de la letra el compromiso del 23 de enero”, dijo.

–¿Qué representó el 16 de julio para el país, y el 23 de enero?

–El 16 de julio es uno de esos días que nos va a marcar la vida para siempre. Nunca Venezuela ha estado tan unida como ese día, que decidimos asumir el compromiso mutuo y enviar un mensaje inequívoco a la tiranía, a sus cómplices internacionales, a la FAN y a la comunidad democrática internacional  de que peleamos contra un régimen criminal que no va a soltar el poder sino que hay que quitárselo. Y que los venezolanos estamos dispuestos a hacer lo que haya que hacer, pero necesitamos a las democracias de Occidente para acompañar esta ruta. Fue un mensaje que hizo temblar las bases de la propia tiranía. Desgraciadamente se desvió esa ruta. Fue el 23 de enero cuando una vez más nos encontramos unidos, todos en las calles de Venezuela. Ahora tenemos que aprender de lo que pasó el 16-J para que la historia no se repita, y para que toda esa fuerza y esa energía no se disipe porque esta oportunidad que estamos viviendo es única para quebrar y desalojar al régimen criminal del poder.

–¿Al participar en una negociación se desvía Guaidó de la ruta del 23-E?

–Se ha evidenciado en los últimos años cómo se van descartando opciones. El régimen es muy hábil para engañar, conseguir oxigeno y tiempo. Ya van cinco llamados al diálogo previos y todos sabemos cómo terminan. Son criminales, jamás actúan de buena fe, engañan, nunca piensan cumplir su palabra.

–Soy Venezuela aboga por una coalición internacional, pero la región continúa apostando por la vía pacífica, ¿cómo ganar el respaldo internacional a esta iniciativa?

–No creo que esa sea la posición de nuestros verdaderos aliados. Muchos de estos países entienden cómo en el pasado se ha utilizado el diálogo como una gran farsa para ganar tiempo. ¿Cuánto tiempo más tiene Venezuela?¿Cuántos venezolanos habrán dejado su país? ¿Qué significa para Colombia y Brasil uno, tres o cinco millones de venezolanos? Además, en esa migración el régimen aprovecha para infiltrar lo que ellos llaman ‘movimientos sociales’, gente comprometida con la tiranía, forjados en Cuba, que lo que buscan es generar conflictividad en estos países. ¿Cuánto tiempo más hay? Ellos lo saben muy bien. Para participar en una coalición de esta naturaleza, la cual se conforma de una fuerza liberadora, se requiere profunda confianza de parte y parte, en el sentido de que no se va a desviar nadie. El presidente Duque hace unas semanas, cuando decía ‘sabemos que las cabecillas del ELN están en Venezuela, hagamos un acuerdo bilateral para desmantelarla’. ¿Te parece poco? Es un mensaje muy claro de que los gobiernos del hemisferio tienen muy claro que no se trata de una dictadura, es un régimen criminal con vocación expansionista.

–¿No ha habido una reacción internacional más fuerte por la falta de confianza en la oposición?

–Pasa lo mismo que pasó en 2014, 2016 y2017, cuando aliados que entienden que hay que pasar a otro nivel de fuerza, interlocutores de Venezuela dicen ‘ya va, nos vamos a sentar en una mesa, esto se va a resolver entre nosotros’. Los aliados retroceden o se dividen. Por eso es que la dictadura busca esta dinámica, que son todas mentiras. ¿Alguien puede creer que este régimen va a aceptar los términos de una elección en la cual todas las mafias salgan del poder? ¿De verdad creemos que es posible hacer una elección competitiva mientras el régimen tiene el control de la fuerza física, judicial y comunicacional? La única manera de poder tener un proceso electoral competitivo, al que todos aspiramos, es que primero haya un proceso de transición sin las mafias, que logre la reinstitucionalización y el orden interno en Venezuela.

–Ustedes hablan de una coalición internacional en el marco del compromiso R2P, que pasa por las Naciones Unidas, ¿cómo convencer a China y a Rusia para que respalden esta acción?

–La responsabilidad de proteger es un principio que establece un compromiso mutuo entre todas las naciones que lo han suscrito. En Venezuela ya no se puede hablar de un genocidio silencioso, es muy público. Ni hablar del asesinato a punta de torturas del capitán Rafael Acosta Arévalo, ni de los homicidios que han tenido lugar simplemente por protestas. Las naciones de este hemisferio no se pueden esconder en trámites de esta naturaleza. Tienen un compromiso, una responsabilidad que asumir, como lo ha dicho el secretario general de la OEA.

–¿De seguir con el diálogo qué se espera?

–Se acelera un proceso de profunda confusión. Debemos transmitirle a los venezolanos que estamos dispuestos a hacer lo que haya que hacer, con todos los riesgo que ello implica. Es un momento en el que cada día y cada hora cuenta. Estoy convencida de que sí existe fuerza y consciencia internacional. Si los tiempos de esta diplomacia no son los nuestros, está nuestra obligación de hacer lo que haya que hacer. Pedir, reclamar, convencer hasta lograr el apoyo que se necesita porque la única manera de sacar la fuerza de ocupación instalada en Venezuela es con una fuerza de liberación superior de los venezolanos y de los aliados demócratas del mundo.

–¿Qué representa la celebración del Foro de São Paulo en Caracas?

–Esto demuestra que esa operación de fuerza que tienen no solamente de ideologías sino de prácticas corruptas, a tomar y a controlar el hemisferio sigue operando. El evento, aunque fue una iniciativa de Fidel Castro y de Lula da Silva, se sirvió del dinero y los recursos de Venezuela. Ya no hay espacio para la ingenuidad, ya vimos lo que son capaces de hacer. Sí se alían y se organizan las fuerzas del mal, las fuerzas democráticas tenemos la obligación de organizarnos y actuar juntas.

–Un mensaje a los venezolanos y a la dirigencia opositora

–El 16-J demostramos la fuerza que tenemos cuando estamos claros para dónde vamos y qué es lo que queremos. Pensemos lo que está en juego en este momento, la responsabilidad qué tenemos, lo que hagamos o dejemos de hacer. El éxito del presidente Guaidó es el éxito de todos, alrededor de una ruta, que es la ruta del 233. Los venezolanos no queremos más desvíos, sino profundizarla y rematar. Debemos garantizarles a cada uno de nuestros aliados internacionales que aquí hay fuerza, convicción, energía y organización para hacer nuestra parte, pero que desde luego hoy necesitamos el respaldo y la actuación clara firme, e inequívoca de las democracias de Occidente. 

 

 

 

 


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