En la cola de un banco o en cualquier esquina del país hay una palabra que pronuncian todos los venezolanos con frecuencia: «cambio». Para muchos el término esta relacionado a la transición a otro gobierno y, para otros,  tan solo un giro en la economía del país. Sin embargo, el nunca llega.

“Nos hacen promesas y promesas, pero al final, nada. Mi hija se tuvo que ir para Colombia y yo no sé qué va a pasar. Estoy esperando”, dijo una ciudadana de 64 años residente en Petare, Caracas, a El País de España.

La vida cotidiana de los venezolanos es cada vez más complicada por la mala calidad de los servicios y el salario mínimo, que es insuficiente para comprar un kilo de arroz o una lata de atún.

“Somos muy conformistas. Hace falta un cambio de cultura y no lo aceptamos. Con un sueldo mínimo no se sobrevive, tenemos muchas cosas en contra y pocas a favor”, lamentó Zuleika Montero, una farmaceuta de 40 años.

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