Después de que funcionarios policiales lo dejaron ciego al dispararle perdigones en la cara durante una protesta por gas doméstico en Táriba, estado Táchira, Rufo Antonio Chacón Parada, de 16 años de edad, ha intentado adaptarse a su nuevo ritmo de vida. Su madre, Adriana Parada, asegura que se encuentra tranquilo, pero también cuestiona lo sucedido.

“Otras veces está triste y dice que quiere salir corriendo, que quiere jugar fútbol, que él no va a volver a ver. Que por qué le paso eso a él. Yo en verdad no tengo palabras ni con qué ayudarlo. Dice que su alegría es dormir porque cada vez que él duerme ve la luz”, dijo Parada en una entrevista ofrecida al Diario de los Andes.

Hasta hace dos semanas Rufo Chacón podía jugar fútbol con sus amigos y se dedicaba a arreglar teléfonos y computadoras para ganar dinero y ayudar con los gastos familiares. Estaba por graduarse de bachiller y solo esperaba su título para comenzar a estudiar Ingeniería informática en la Universidad del Táchira.

“Cada vez que va para la casa donde mi mamá, que es donde vivimos, él se siente muy feliz porque llegan todos sus compañeros, sus mejores amigos. Ríe. Eso ha sido bueno para él, todas las personas que llegan a visitarlo y están con él”, contó la madre del joven.

Antes, el adolescente dormía en una colchoneta en el piso de la vivienda, pero después de la agresión que sufrió le donaron un colchón. Rufo ahora se dedica a escuchar música porque no puede hacer más nada, pero quiere continuar sus trabajos de reparación de equipos electrónicos.

Parada conserva las esperanzas de que su hijo recupere la visión. “Yo le doy la fuerzas. Porque sí va a volver a ver, aunque sea borroso. Pero algo le permitirá ver la luz. (…) Tengo demasiada fe. Sé que mi hijo va a volver a ver con la ayuda de mi familia, la mía, de todos los venezolanos y de las madres que me están apoyando”, dijo.


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