Oscar Eusebio Giménez Ayesa fue una figura tan determinante como poco conocida de la relación bilateral de negocios con Venezuela durante el kirchnerismo. Tenía diálogo directo con el presidente Hugo Chávez hasta que algo entre ellos se rompió y debió marcharse de Venezuela.

Fue entonces cuando invirtió millones de dólares en los negocios del polémico empresario Raúl Mingini, con quien operó cuentas y sociedades offshore, y negoció sobornos a funcionarios venezolanos, según surge de documentos bancarios y societarios que obtuvo La Nación, que también accedió a la contabilidad interna y correos electrónicos de ese grupo.

Referente ineludible de la “diplomacia paralela” con el régimen bolivariano, Giménez Ayesa se convirtió así en la tercera fuente relevante de dinero que se canalizó a través de los negocios de Mingini.

También abarca a jueces federales de los tribunales de Comodoro Py y al abogado Miguel Ángel Plo, procesado en la causa “cuadernos de la corrupción” por su presunto rol en las maniobras destinadas ocultar decenas de millones de dólares del ex secretario privado de los Kirchner, Daniel Muñoz.

Socio en Madero Trading y Madero del Plata, “traders” sospechadas de canalizar los sobornos de las empresas argentinas que participaron en los negocios con Venezuela -entre ellos, los de maquinaria agrícola-, Giménez Ayesa intentó varios proyectos bilaterales con Mingini.

Entre otros, con las empresas estatales Venezolana de Exportaciones e Importaciones, Corporación Venezolana de Comercio Exterior y Suministros Venezolanos Industriales. En todos ellos, se discutió pagar sobornos o, incluso, convertir a los funcionarios chavistas en socios de los negocios en gestación.

“Hoy estuve con el vicepresidente de Subinca [sic], estos pibes fueron muy claro [sic] y ya di el nombre de la empresa (cosa que ellos averiguaron ahí adentro). Quieren 40% nuestro 20 ya se lo confirmé”, les reportó Mingini desde Caracas a Giménez Ayesa y otros dos socios argentinos, el 21 de enero de 2015, según consta en la copia unas decenas de correos electrónicos que obtuvo La Nación.

Los socios de Mingini primero objetaron ese arreglo que duplicaba 20% de las acciones de la empresa que ya habían acordado cederles a los funcionarios venezolanos. Darle un porcentaje mayor de la firma y, por tanto, del negocio- “a un funcionario que no sabemos el tiempo que permanecerá en el cargo es riesgoso”.

“Cuando cambien las autoridades en Veximca y Suvinca, que es de lo más común en Venezuela, ¿qué pasa?”, le preguntaron a Mingini, aunque luego accedieron al pedido que, según reconstruyó La Nación, no prosperó por otros factores. Consultado por La Nación para esta nota, sin embargo, Mingini negó haber recibido o sugerido una proposición indebida. “No que yo sepa. Yo no participé en ninguna negociación, ni trabajo con ningún gobierno.

Yo solo fui [a Venezuela] para armar una planta que no prosperó, pero nadie me pidió nada”, adujo, versión que contradice lo que plasmó en esos y otros emails que intercambió con sus socios. Para entonces, Giménez Ayesa ya había girado al menos 4 millones de dólares al Grupo DF que encabeza Mingini desde La Plata.

El flujo llegó a través de múltiples canales. Entre ellos, por medio de “Perfinsa” una “cueva” en la ciudad de Buenos Aires que en los papeles se registró como una “cooperativa de crédito” y que en 2018 fue sancionada por la Unidad de Información Financiera por múltiples incumplimientos de la normativa antilavado.

Consultado por La Nación, Giménez Ayesa negó todo vínculo con Mingini o haber invertido millones de dólares, sin declarar, en La Plata. «No tengo nada que ver», respondió desde Paraná, donde reside ahora. Cordial sostuvo que acaso podría hablar “más adelante”, lo que no ocurrió, pero tanto su hija, desde Estados Unidos, como su socio en Palmat, Roberto Wellisch, confirmaron aquella relación.

“Mingini se aprovechó mucho, mucho de mi padre. Fue una estafa y mi padre nunca recuperó nada”, confirmó Victoria Giménez desde Miami a La Nación, en tanto que Wellisch confirmó que su socio invirtió con Mingini y le fue mal. “Es verdad. Visité la planta [de La Plata] con unos amigos. A ninguno nos gustó lo que vimos. Le dije a Oscar ‘no te metas’, pero se metió igual».

Ante la consulta de La Nación, Mingini admitió que su relación con Giménez Ayesa -un argentino de nacimiento que pasó décadas en Venezuela y retornó a la Argentina luego de su pelea con Chávez- terminó “más o menos”, pero descargó la culpa en su ex socio. “Según él, yo no le cumplí. Según yo, él no me cumplió”.

Ex dueño del Banco Guayana, Giménez Ayesa no solo apeló a una “cueva” para operar con Mingini. También recurrió a su experticia profesional para girarle fondos de cuatro, cinco y seis cifras por vez sin pasar por la Argentina. Por ejemplo, a través de la cuenta 201001272355, abierta a nombre de Establecimientos DF SA en la filial panameña del Banco Banesco, según los registros bancarios cuya copia obtuvo La Nación.

El giro de fondos también se canalizó a través de otra cuenta abierta a nombre de Interal Ltd, una sociedad offshore creada en las Islas Vírgenes Británicas a nombre de Mingini y el contador de Giménez Ayesa, también con domicilio declarado en Panamá, de acuerdo con los registros societarios a los que accedió La Nación.

Mingini y el contador de Giménez Ayesa también habilitaron Trident Trust, otra compañía creada en las Islas Vírgenes Británicas, vinculada a dos firmas offshore -Aramo Trust Co. Limited e International Food Tradging & Export Inc- y la hija de Giménez Ayesa, Victoria, como beneficiaria.

Los canales que utilizó Giménez Ayesa para girarle fondos a Mingini o traerlos a la Argentina no se agotan allí. También recurrió a otras sociedades offshore constituidas en paraísos fiscales. Entre ellas, Blue Global Limited, a través de otra cuenta operativa en el Banco Banesco que recibió transferencias de Morgan Stanley Wealth Management.

Mingini tampoco se quedó atrás. Mientras regía el “cepo” cambiario en la Argentina, recurrió a la firma offshore Bol Mustang Investment LLC, que también operó a través de una cuenta en la filial panameña de Banesco. Allí se identificó como supuesto «ingeniero», según consta en los formularios de apertura de cuenta cuya copia obtuvo La Nación, y apareció una de sus hijas como autorizada para mover fondos por seis cifras, en dólares.

¿Por qué tanta obsesión por la operatoria offshore? Entre otros motivos, porque Giménez Ayesa ya se encontraba bajo la lupa judicial y la cobertura periodística por su participación en la «diplomacia paralela» con Venezuela que desde la Argentina lideraron el funcionario Claudio Uberti hasta que debió renunciar por el escándalo del Caso Antonini y José María Olazagasti, secretario privado del ministro Julio de Vido.

Comisiones de 15%

Las miradas se concentraron sobre Madero Trading y Madero del Plata, porque junto a la firma asociada Palmat, cobraron comisiones del 15% a los empresarios argentinos que querían exportar a Venezuela cuando los «fees» reales no superaban el 3%, indicaron ex empleados de esas firmas y empresarios a La Naciónaunque la investigación judicial nunca prosperó.

Durante aquellos años, Giménez Ayesa integró el «Grupo de los Doce», un puñado de argentinos abocado a los negocios con Venezuela desde oficinas de Puerto Madero y que también integraron sus socios en Madero Trading – José Ernesto Rodríguez y Luis Chiesa-, y los funcionarios Uberti, Olazagasti y el ex embajador en Caracas, Carlos Cheppi, entre otros.

Entre sus colaboradores, Giménez Ayesa siempre fue locuaz. Así les confió que rebautizaron Madero del Plata a Madero Trading a pedido del presidente Chávez, que consideró impropio delegar negocios bolivarianos en una empresa con nombre inglés. Y también apodaba a ciertos funcionarios por la fortuna negra que les adjudicaba. Por ejemplo, a De Vido, le decía «700».

Su mejor momento comenzó a quedar atrás; sin embargo, luego de su pelea con Chávez y la exposición mediática de la «diplomacia paralela». Eso lo llevó a ocultar, por ejemplo, sus inversiones en dos viñedos mendocinos de un total de 159 hectáreas que recibieron fondos «en negro y en blanco» de Palmat y la offshore Rivers Investment Co, detalló su contador en el documento «Sugerencias para regularizar situación existente» que obtuvo La Nación.

«Se presume como una contingencia que el periodismo relacione a Wellisch [Roberto, dueño de Palmat], Giménez y los viñedos, perjudicándose, obviamente, el desenvolvimiento futuro de este emprendimiento millonario como ha pasado en el caso de Madero» Trading, alertó el contador, que en otro documento recomendó «destruir» los documentos más comprometedores para evitar que llegaran «a manos inescrupulosas».


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