Hugo Chávez se topó con un enemigo desconocido, que muy poco tiene que ver con la oposición clásica: el movimiento estudiantil. Un grupo de jóvenes lideran la campaña del no y llenan las calles de entusiasmo democrático.

El presidente interino, Juan Guaidó, fue de los primeros en participar en las protestas por el cierre del canal de televisión RCTV. Pintó sus manos de blanco y comenzó a perforar la hegemonía bolivariana. Freddy Guevara, Daniel Ceballos, Juan Andrés Mejía, Manuela Bolívar, Yon Goicoechea, Lester Toledo, Gaby Arellano y David Smolansky militan, como Guaidó, en Voluntad Popular, partido creado por Leopoldo López. La noche de la victoria, el preso político más emblemático del chavismo presenció en directo el festejo de los jóvenes que meses más tarde pasaron a formar parte de su partido.

«Ahora estamos todos unidos contra la dictadura, comprometidos como nunca antes. Estamos encaminados para el futuro», aseguró Yon Goicoechea, quien fue encarcelado durante 14 meses en el Helicoide.

Guevara, uno de los voceros de 2007 y ex vicepresidente del Parlamento, está asilado en la embajada de Chile en Caracas. Smolansky es el coordinador de la OEA para la crisis de refugiados y emigrantes venezolanos. Ceballos, ex alcalde de San Cristóbal y líder político de la rebelde Táchira, permanece en arresto domiciliario tras tres años encarcelado. Bolívar da la cara en el Parlamento, y los exiliados Toledo y Arellano coordinan la ayuda internacional en el centro de acopio de Cúcuta.

En la frontera de Colombia también están el médico y diputado exiliado José Manuel Olivares, quien junto a Miguel Pizarro y Juan Requesens conforma el núcleo estudiantil de Primero Justicia en el Parlamento. Pizarro, desde la presidencia de la Comisión Especial de Seguimiento de la Ayuda Humanitaria, aseguró ayer que la red de voluntarios «ya tiene más de 90.000 inscriptos».

Requesens cumple 189 días en prisión, acusado de ser cómplice en el supuesto atentado de los drones. Torturado por la policía política, espera en su celda del Helicoide que los jueces quieran celebrar una audiencia preliminar suspendida un mes tras otro. No existe una sola prueba contra él, más allá de un video grabado entre torturas en el que se declaró cómplice bajo el efecto, según fuentes familiares, de la burundanga.


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