—¿Cuánta población apoya a Maduro?

—17%.

—Si el rechazo es tal, ¿por qué la mayoría aplastante no lo ha desalojado del poder?

—Porque no hay liderazgo confiable, porque se quemaron muchos cartuchos opositores en estrategias equivocadas, y ahora nadie en Venezuela tiene el poder de coacción que posee el gobierno para poder derrotarlo. 

—¿Fue un error abandonar la calle para caer en el diálogo?

—El error fue haber ido a la calle sin contar los cañones antes. El “Maduro, vete ya” fue un fulminante error estratégico que luego se pagó caro en las elecciones subsiguientes. El fracaso de la calle implosionó a la dirección opositora. El guayabo, la desconfianza y la desesperanza fueron gigantescos. El gobierno, al ver a la MUD con los pantalones abajo, se aprovechó y convocó a elecciones.  

—¿Qué no termina de aprender la oposición?

—Que no deben subestimar al gobierno ni deben sobreestimar sus propias fuerzas. Que para ganarle al gobierno requieren llegar al día de las elecciones con una buena ventaja para evitar las trampas de este.

—¿Se recuperará la imagen de Maduro?

—Difícilmente. El rechazo ya es emocional. 

¿Qué parte del chavismo está satisfecho con los resultados gubernamentales de Maduro?

—Ni Maduro está satisfecho con su gobierno. La inmensa mayoría de los chavistas quiere cambios. Ellos sufren igual que los demás, aun cuando cuenten con algunos privilegios gubernamentales.

—¿Cree más el venezolano a un astrólogo o a una encuestadora?

—En América Latina es casi fifty-fifty. Te faltó mencionar a los brujos. Muchos políticos creen más en los brujos.

—¿Aún piensa parte del soberano en un mesías?

—Sí. Y ese fue el fenómeno espontáneo surgido con Lorenzo Mendoza recientemente, y con Hugo Chávez y Andrés Velásquez años antes. 

¿Quedan políticos?

—Hay más “buscapuestos” y “cuidapuestos” que políticos. La mayor tragedia de Venezuela es la ausencia de políticos de nación.

—¿Hasta cuándo “vivirá” Chávez?

—Hoy no son tantos lo que aman a Chávez como en 2013. Pero Chávez sigue siendo un ícono en la política venezolana, y eso puede perdurar por mucho tiempo. 

—¿La mejor imagen nacional?

—La de las iglesias, y no de manera rotunda, pero son las instituciones menos rechazadas.

—¿El sector más execrado?

—Los militares y los políticos. Los mismos militares se han prestado, voluntaria o involuntariamente, para destruir el respeto que se le tenía a la institución. La incursión en la política fue una experiencia nefasta. Finalmente no son ni políticos ni militares. Simplemente son venezolanos armados con carnet y patente de corso para hacer muchas cosas. Todos deben reflexionar.

—¿La imagen de la MUD y el Frente Amplio?

—Muy deteriorados. Poca credibilidad. No hay liderazgos confiables. No hay orientación política. Dejaron al país en la nada también.

—¿De la AN?

—No muy bien.

—¿De la ANC?

—Pésima.

—¿Se mantienen los Ni-Ni?

—Sí. Y siguen creciendo.

—¿Y los “no sabe-no contesta”?

—Son pocos, menos de 5%.

—¿Se redimensionan las fuerzas políticas del país?

—Aún no hemos visto nada tangible en materia de cambios. Puras afirmaciones temerosas y lo más parecido a murmullos. Los venezolanos quieren sentirse respetados por sus políticos. Hasta ahora nadie ha dicho: “Soy responsable directo de este error, y por tanto pongo el cargo a la orden”. Es lo decente, lo civilizado, lo democrático. Pero el mesianismo y la vanidad pesan mucho.

—¿La imagen de Venezuela en el exterior?

—Nos ven como un país en ruinas que merece la compasión mundial. Esto afecta mucho la autoestima colectiva.

—¿Se desdibuja el mapa venezolano con el éxodo?

—Sin duda. Tener a más de 10% de la población pasando penurias y nuevos retos en el exterior está creando un nuevo rostro de Venezuela. Lo bueno es que cuando retornen los del éxodo tendremos a venezolanos más preparados en el manejo de la vida y la producción que antes, y vendrán amando y valorando más a Venezuela. Ese será el valor añadido del éxodo. 

—¿Sobrevivirá el madurismo?

—Ellos están trabajando arduamente para desaparecer políticamente. Es el suicidio en cámara lenta de la revolución. Chávez debe estar revolcándose en la tumba.

—¿Qué quiere realmente el país?

—Parar de sufrir. No importa si los cambios vienen de la mano del actual gobierno o de la oposición. A los venezolanos les importa un bledo las aspiraciones personales de zutano o mengano. Solo una minoría inferior a 10% de los que se han ido lo ha hecho por razones políticas. Economía y seguridad ciudadana son la clave. 

—¿Y entonces?

—El país está destruido. El gobierno se mantiene a punta de poderes de coacción, pero en realidad no gobierna. La oposición, desarticulada y dividida entre quienes propician la guerra (pero que aún están lidiando con los exámenes parciales de Nintendo Switch, Playstation 4 y  Xbox One), y quienes no propician nada, pues quedaron con las manos y las mentes vacías y a merced de las redes sociales. 

—¿Qué pasaría en Venezuela si se mantuviese el CNE de siempre?

—Ninguno de los escenarios electorales que se aproximan son determinantes para generar cambios en el país. El último tren pasó el 20 de mayo pasado. Sin embargo, la oposición debe aprovechar todas, absolutamente todas las rendijas que se le ofrezcan para conquistar espacios. Aun con el actual CNE. El todo o nada no existe. Un elefante se come en rodajas. El resultado de las falsas expectativas siempre es la frustración y la desesperanza. Por eso se han ido millones al exterior.


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