El padre Rafael Garrido, provincial de la Compañía de Jesús en Venezuela, advirtió mediante un comunicado que la democracia no se restaurará hasta que se cumpla con la Constitución. Además, señaló que la salida de la actual crisis está en el respeto a la carta magna, los derechos humanos, la inmunidad de los políticos, la Asamblea Nacional elegida en 2015 y la soberanía del pueblo.

La Iglesia exigió la apertura de un canal humanitario para combatir la escasez de alimentos y medicinas, una economía con libre iniciativa y comprometida con el bien común y una Fuerza Armada despolitizada.

El padre Garrido y los obispos comparten la misma convicción: “Una asamblea constituyente es innecesaria y contraproducente”.

Los jesuitas manifestaron que se encuentran horrorizados por la actual situación de muerte, persecución y miseria “causada por el empeño en imponer un proyecto totalitario que ha fracasado en todas partes”.

Garrido, en representación de todos los jesuitas, exhortó al pueblo venezolano dar prioridad a las personas en estado de pobreza en la atención y trabajo para “producir la nueva Venezuela unida, honesta y productiva”. “Los pobres deben estar en el centro de la nueva Venezuela democrática como sujetos activos de la política y de la economía”, aseguró la Compañía de Jesús.

Lamentaron los asesinatos de jóvenes que han ocurrido en estos últimos dos meses de manifestaciones en contra del gobierno del presidente Nicolás Maduro. Por consiguiente, demandaron una pronta solución para salir de la desesperanza y la muerte y alcanzar una Venezuela reconciliada e inclusiva.

Con respecto a las consecuencias de la represión, el padre Garrido citó la declaración del papa Francisco y de la Santa Sede en la que manifiestan su condolencia a los familiares de los asesinados y hacen un llamado al gobierno de Venezuela para evitar “cualquier ulterior forma de violencia, sean respetados los derechos humanos y se busquen soluciones negociadas a la grave crisis humanitaria, social, política y económica que está agotando a la población”.

Mencionaron también la crisis del área educacional y su constante trabajo en instituciones como Fe y Alegría, universidades y colegios para rescatar la esperanza, las buenas instituciones, la eficiente educación, la vocación del educador, el futuro de jóvenes y los valores fundados en el amor y la solidaridad.

Agradecieron a las decenas de miles de personas que trabajan con ellos en medio de una situación difícil y con pocos recursos económicos. Citaron el lema ignaciano “en todo, amar y servir” como base para superar la agonía y renovar el espíritu comprometido con la reconciliación y el encuentro.


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