La salida de Acción Democrática de la Mesa de la Unidad pone en evidencia la mala racha que ha acompañado a la coalición desde 2015. Por ejemplo, la falta de acuerdos y consenso entre los partidos en la estrategia para enfrentar al gobierno del presidente Nicolás Maduro, es una de ellas.

Desde que la MUD logró con su tarjeta unitaria la victoria en las elecciones parlamentarias, ha sorteado un camino de obstáculos impuestos por el gobierno a través de la “vía institucional” (anulación de elecciones, revalidación de partidos, inhabilitación de dirigentes, entre otros), así como los problemas internos,  que desde la fecha se han traducido en divisiones y desaciertos en cuanto a la conducción política del descontento nacional y la búsqueda de soluciones a la crisis que viven los venezolanos.

“Técnicamente la Mesa de la Unidad dejó de ser la coalición de partidos que era”, afirmó el politólogo Fernando Spiritto. La posición de la alianza dentro de la dirigencia política nacional ha venido decayendo y actualmente es diminuta, pues no existe un incentivo para la unión, debido a que a corto plazo no se vislumbra una victoria, lo cual desmotiva a sus miembros en la lucha, agregó.

Con esa opinión coincidió el diputado Omar Ávila, de Unidad Visión Venezuela. Indicó que de la plataforma electoral creada en 2008 por más de 15 partidos queda una “pequeña representación”, que “ni siquiera se reúne”. 

Sin embargo, el parlamentario Luis Emilio Rondón, vicepresidente de Un Nuevo Tiempo, informó que han tenido un sinfín de encuentros entre los representantes de las organizaciones políticas que integran la alianza opositora, pero que hasta ahora no han llegado a un consenso sobre un esquema organizativo que cumpla las exigencias de todos los sectores de la sociedad. Consideró la decisión de AD como un “llamado de atención” interno.

Vicente Bello, técnico electoral de la MUD, declaró que la próxima semana habrá discusiones e intentos de reunión. “UNT va a insistir en que se impulse la restitución de la Unidad”.

Spiritto añadió que el problema principal de la coalición es el desacuerdo en cuanto a la forma de enfrentar al gobierno, pues hay una corriente que apuesta por la negociación –que consideró errada– y quienes creen que lo más factible ante un gobierno represor y radical es la confrontación.

Afirmó que la oposición vive un escenario de incertidumbre y desconfianza entre sus dirigentes, similar al contexto de 2006.

“La salida de Acción Democrática de la Mesa de la Unidad nos retrotrae a una década de lucha política”, expresó. La tolda blanca, junto con Primero Justicia, es el partido con más respaldo electoral y la organización, al igual que UNT, está validada por el Consejo Nacional Electoral.

Silencio e indecisión. Se intentó consultar a los dirigentes de Voluntad Popular y Primero Justicia, que han asistido a las reuniones internas de la MUD, pero se abstuvieron de hablar sobre la situación.

El diputado Simón Calzadilla, secretario general del Movimiento Progresista de Venezuela, prefirió tener prudencia y reservar su opinión, solo refirió que la oposición se encuentra dividida por competencias entre “quién llega primero”. Llamó a los demás dirigentes a “jugar en equipo” y respetar los acuerdos.

Ávila aseguró que el llamado G-4 (AD, Voluntad Popular, Primero Justicia y UNT) “ha venido actuando de acuerdo con sus intereses personales, haciendo cálculos y pensando en ver cómo convertían su partido o a uno de sus jefes en la primera opción de ser elegido líder de la oposición o  presidente de la República”.

El diputado Juan Requesens, de Primero Justicia, expresó que el país exige un camino unitario, por lo que consideró que todos los liderazgos “grandes, moderados o radicales” son necesarios.


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