El gobierno se enfrenta a la amenaza de nuevas sanciones internacionales y al recrudecimiento de la crisis social y económica tras la cuestionada reelección del presidente Nicolás Maduro hasta 2025 en unos comicios desconocidos por la oposición y varios gobiernos.

Maduro obtuvo el domingo 68% de 8.603.936 votos contra 21,2% del ex chavista Henri Falcón, quien consideró que el proceso carecía de «legitimidad», al acusar al gobierno de «compra de votos» y «chantaje» con los programas sociales.

Aunque celebró haber ganado por «nocáut», el mandatario se reeligió con un abstención histórica del 52%, después del boicot al que llamó la  Mesa de la Unidad Democrática (MUD) por considerar la elección una «farsa» para perpetuarlo en el poder.

Estados Unidos, Canadá, la Unión Europea (UE) y una docena de países de América Latina respaldaron a la MUD, adelantando que desconocerían los resultados. Chile, Panamá y Costa Rica fueron los primeros en reafirmarlo.

El panorama es sombrío para un país aislado y arruinado, con una población que soporta la falta de comida y medicinas, un alto costo de vida con un ingreso mínimo que solo da para medio kilo de carne, y el éxodo de cientos de miles.

Venezuela sufre la peor crisis de su historia reciente: El FMI estima la caída del PIB en 15% y la hiperinflación en 13.800% para 2018. Su producción de crudo cayó al peor nivel en 30 años.

«Los escenarios están cantados: tensión política, radicalización de las partes, represión, desconocimiento internacional masivo, agudización de las sanciones y clímax de la crisis económica», opinó el analista Luis Vicente León.

La catástrofe 

Maduro, ex chofer de bus y sindicalista de 55 años en el poder desde 2013, culpa de la debacle a una »guerra de la derecha» aliada con Washington, pero sus adversarios le atribuyen un desastroso manejo económico.

El mandatario «reelecto» reconoció que debe hacer «cambios» para traer prosperidad. Sin embargo, no explica cómo lograr lo que no pudo en su primer mandato.

«Me dedicaré por entero a la recuperación de la economía», prometió al celebrar su victoria ante miles de simpatizantes en el palacio de Miraflores.

Pero Washington parece decidido a no ponérselo fácil. «La farsa de las elecciones no cambia nada», aseveró el domingo el secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo.

Estados Unidos, al que Venezuela vende un tercio de su producción de crudo, amenaza con un embargo petrolero y ya le prohibió a sus ciudadanos negociar deuda venezolana, luego de que el país y Petróleos de Venezuela (Pdvsa) fuesen declarados en default parcial en 2017.

Maduro confía en sus aliados China y Rusia; pero «un nuevo gobierno, considerado ilegítimo, no tendrá capacidad de maniobra ni en finanzas internacionales ni en diplomacia», advirtió Andrés Cañizalez, experto en comunicación política.

Los demonios internos

Al proclamar su triunfo, Maduro convocó a un «diálogo nacional», pero la MUD anunció previamente que aumentará la presión por unas «verdaderas elecciones» este año. 

Falcón pidió el domingo una repetición de la votación en octubre o diciembre, secundado por el pastor evangélico Javier Bertucci, tercero en los comicios.

Pero la oposición está profundamente dividida. Falcón se apartó de las filas de la MUD para lanzar su candidatura, desatando demonios internos. Nunca logró quitarse el estigma de «traidor», que también le cargan del lado del chavismo. 

«Falcón no logró ni ganarle a Maduro ni a la MUD. Su desconocimiento de la elección es tardío. Vendrán las recriminaciones mutuas, los intentos por capitalizar la abstención», aseguró a la AFP el politólogo Luis Salamanca.

Para Salmanca y León, el gran desafío de la oposición es reunificarse en torno a «una estrategia» que presione por cambios tras casi dos décadas de chavismo.

León anota, por otra parte, que la «implosión» representa el «mayor riesgo» de Maduro, si cada vez más funcionarios se sienten acorralados por las sanciones internacionales.

Casi todo el círculo del gobernante está sancionado por la UE y Washington, que recién sumó al número dos del chavismo, Diosdado Cabello, a su lista de 70 autoridades venezolanas sancionadas -incluido Maduro-.

Maduro cuenta con la cúpula de la Fuerza Armada, pero la crisis es tan severa que puede provocar o una fricción dentro de la alianza cívico-militar gobernante o una ruptura social de mayor escala», advirtió Crisis Group.

El analista Benigno Alarcón considera que, cercado, el gobierno podría acelerar el camino a un sistema de partido único como el de Cuba.

En tanto, las pequeñas protestas por falta de agua, luz, alimentos y medicinas se multiplicarán, estima Diego Moya-Ocampos, del IHS Markit (Londres), llevando al gobierno a recurrir a la «represión».


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