Apenas la diputada Amelia Belisario vio a Julio Borges se puso a llorar y lo abrazó con fuerza. Tenía meses que no lo veía, pues no ha regresado a Venezuela desde febrero y Nicolás Maduro lo ha amenazado con cárcel. El diputado por Primero Justicia pasó por cada uno de los asientos de sus compañeros venezolanos para saludarlos.

El ex presidente del Parlamento, que desde el año pasado emprendió una campaña internacional para que se condenen los abusos del gobierno, entró en el Hotel Villa Antigua, en Cúcuta, envuelto en aplausos de pie provenientes de parlamentarios de Argentina, Guatemala, Ecuador, Perú, Colombia y Uruguay.

Al igual que Borges, todos los diputados venezolanos que asistieron al Primer Encuentro Latinoamericano de Legisladores recibieron elogios de sus homólogos latinoamericanos por ejercer el Poder Legislativo en medio de amedrentamientos, sueldos suspendidos y amenazas por parte del oficialismo.

Durante la sesión especial, destacaron las referencias históricas sobre la Independencia de América, como la Campaña Admirable, emprendida por el Libertador en 1813 desde Cúcuta para restablecer la República, o la firma en 1821 de la Constitución de la Gran Colombia, acto también realizado en la capital de Norte de Santander.

«Hoy nos encontramos en un lugar histórico. Estamos en Cúcuta, antigua Villa de Rosario. Aquí se dio un grito de libertad que se oyó en todo el continente: aquí se firmó en 1821 la Constitución de la Gran Colombia. Este fue el sitio escogido por Bolívar para expedir esta Constitución. Nuestras constituciones tienen un mismo origen y ambos pueblos están unidos en la lucha por la libertad», dijo Rodrigo Restrepo, presidente de la Cámara de Representantes de Colombia.

Con ese argumento histórico, afirmó que ahora Venezuela y Colombia están juntas para luchar «contra la dictadura disfrazada de la revolución bolivariana».

El diputado Borges, rememorando la Campaña Admirable, indicó que tienen la decisión firme de lograr la libertad de Venezuela, y que están dispuestos, de ser necesario, a hacerlo por la de Colombia.

«Cúcuta es testigo de que los colombianos y los venezolanos podemos hacer grandes proezas juntos. Esta lucha es tan importante como la Independencia. Hago un llamado a la Fuerza Armada venezolana para que se ponga del lado del pueblo, de la Constitución y sean parte del cambio en Venezuela», expresó.

En el Hotel Villa Antigua de Villa del Rosario fue dispuesto un salón con largas mesas en las que se sentaron cerca de 300 parlamentarios latinoamericanos. En una proyección se mostraron imágenes de la frontera colombo-venezolana y cifras de migración de venezolanos en Colombia.

En un podium o desde la mesa cada legislador ofreció su discurso. Por Uruguay habló Jorge Gandini, presidente de la Cámara de Representantes, quien propuso que se constituya un frente de parlamentarios que conlleve a evitar gobiernos autoritarios como el de Venezuela o el de Daniel Ortega en Nicaragua. Afirmó que aunque en Uruguay aún hay legisladores que apoyan los abusos de Maduro y su administración, hay muchos que estarían dispuestos a ir en su contra.

Gandini recordó que ya América Latina había superado los gobiernos de este tipo luego de que en el siglo XX sufriera dictaduras derechistas respaldadas por Estados Unidos. Ahora la región volvió a una situación similar, esta vez con líderes que se dicen de izquierda que son apoyados por el «socialismo del siglo XXI».

«Esta es peor porque es financiada por bandas internacionales. Por eso, más allá de esta reunión, tenemos que irnos con algo más. Quiero proponer que comencemos a constituir un frente de parlamentarios por la libertad en América Latina. Nos duele Nicaragua, nos duele la represión de un gobierno que se dice revolucionario (…) Que hoy sea por Venezuela, pero que mañana se esté alerta», indicó.

Ovacionado por los presentes, Gandini concluyó pidiendo a los venezolanos que sean fuertes: «Resiste, Venezuela, porque América necesita una voz de libertad como una luz encendida».

La senadora María Fernanda Cabal, del partido uribista Centro Democrático, fue muy crítica con el comportamiento hacia la crisis de Venezuela por parte de la comunidad internacional y el gobierno de Juan Manuel Santos. Señaló que ninguno ha respondido con la suficiente fuerza a los crímenes internacionales en los que ha sido vinculado el oficialismo venezolano. «Quiero escuchar a los miles de diplomáticos. Esto no es un tema distinto a respetar la dignidad humana».

El año pasado Cabal presentó un proyecto de ley para otorgar visas humanitarias a los venezolanos, con el argumento de que a los migrantes hay que ayudarlos para que construyan sus proyectos de vida y, a su vez, puedan aportar a la economía del país que los recibe.

«Hay que ayudarlos pero para que trabajen y no se unan a la criminalidad», indicó.

Cornelia Schmidt, diputada argentina por Buenos Aires, opinó que los fondos incautados al gobierno de Maduro deben ser utilizados para ayudar a los venezolanos que los necesitan. Pidió que se mantengan las embajadas latinoamericanas en Venezuela porque retirarlas sería darle la espalda a la población.

La también presidenta de la Comisión de Relaciones Exteriores y Culto se ha referido en otras ocasiones a la crisis venezolana. El año pasado, al anunciar que el Congreso de Argentina iba a presentar denuncias por delitos de lesa humanidad ante la CPI, advirtió que Maduro «está decidido a hacer desaparecer a una parte de la población que no está de acuerdo con su régimen».

Otro momento sensible acaparó los aplausos en la sala: a la asambleísta ecuatoriana Ana Belén Marín, del partido del presidente Lenín Moreno Alianza País, se le quebró la voz cuando recordó que vio a los miles de venezolanos ingresando desesperados a Colombia por el Puente Internacional Simón Bolívar. Recalcando que su tendencia política es izquierdista, aseguró, refiriéndose al legado de Rafael Correa, que la información sobre Venezuela que llega a su país es distorsionada.

«Tuve que ver a la verdadera Venezuela. Que no reconozcan a los congresistas es un irrespeto porque ustedes representan al pueblo. No les hacían caso (en Ecuador) porque todos los sábados hacían sabatinas de mentiras; esos errores hay que reconocerlos. No decaigas (Venezuela). Son guerreros de vida, no se dejen vencer por un partido», expresó. Segundos después, la diputada venezolana Delsa Solórzano se le acercó y la abrazó para agradecerle sus palabras.

Al culminar la sesión, los invitados se dirigieron a la frontera para leer y firmar el acuerdo. La gente que ingresaba a Colombia se asomaba a las cámaras de televisión y gritaban. «¡Fuera Maduro! ¡Nos están matando», dijo un hombre que cargaba una pesada maleta en el lomo. Otros pidieron a los diputados venezolanos no entregar el país. «No se rindan, por favor. Nosotros los necesitamos», dijo Yurbelys Paredes, una mujer que estaba con sus cinco hijos y su esposo, y que trabaja en diferentes oficios para sobrevivir en Colombia.

En el acuerdo firmado los legisladores declararon: llamar a la solidaridad hacia los venezolanos por parte de los gobiernos del continente y la comunidad internacional; desconocer los resultados de las elecciones presidenciales del 20 de mayo; exigir la convocatoria de unas elecciones transparentes; convocar a la comunidad internacional para unir esfuerzos en pro de que se restablezca en Venezuela el principio de separación de poderes y se respete la Asamblea Nacional; condenar al gobierno de Maduro por querer acallar las denuncias sobre la sistemática violación de los derechos humanos mediante el bloqueo de pasaportes a los miembros de la oposición; reconocer la crisis humanitaria que atraviesa Venezuela; rechazar las flagrantes violaciones al debido proceso, la tortura y los tratos crueles a los que han sido sometidos los presos políticos y sus familias; reconocer la responsabilidad de proteger que tiene la comunidad internacional ante la debacle humanitaria, nutricional, sanitaria y migratoria que ocurra en Venezuela.

Mientras se desarrollaba la actividad en el puente internacional, entraban y salían de Colombia ciudadanos con carretillas, bolsas negras grandes, morrales o grandes paquetes amarrados con mecates.

«Ojalá que funcione. No contamos con nadie», expresó una venezolana que miraba con curiosidad la firma del acuerdo.

Al finalizar el encuentro, quedó el diputado Julio Borges en la frontera. Algunos venezolanos que cruzaban se le acercaban para tomarse selfies, saludarlo y pedirle apoyo. «No abandones la lucha», le rogó un joven. «No lo haré», respondió.


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!