Este resurgir de la oposición dentro de la grave y ya larga crisis que atraviesa Venezuela, en cabeza del joven líder Juan Guaidó, proclamado presidente encargado y reconocido como tal por más de 50 países en el mundo, se puede considerar tan solo como una batalla que está ganando la oposición dentro de la histórica ‘guerra’ política que libran contra Nicolás Maduro.

Las sanciones para tratar de asfixiar las finanzas chavistas, el reconocimiento internacional al gobierno encargado y un concierto multitudinario han sido momentos claves que han dejado a Maduro contra las cuerdas, pero sin duda alguna, los hechos registrados en torno a la entrada de ayuda humanitaria al país, con el incendio de varios camiones con comida y medicamentos en territorio venezolano, que sus ciudadanos esperaban con ansias, deterioraron aún más una imagen que ya estaba en caída libre. Incluso dentro de las mismas líneas chavistas.

“No se puede pensar que cada vez que se gana una batalla, se gana la guerra. No se sabe cuántas batallas se van a necesitar. Pero esta que está planteando la oposición la está ganando, por lo blindada que estaba por la comunidad internacional. La gana Guaidó. Cualquier cosa que Maduro hiciera frente a la ayuda humanitaria iba a perder. El hecho (de) que se queme un camión con ayuda humanitaria es impresentable”, afirmó el analista político y profesor venezolano Luis Vicente León.

Para Adams Isacson, director de Veeduría de Defensa del instituto estadounidense Wola, “este no fue el mejor desenlace para Guaidó y la oposición. No se ven cerca de hacer que caiga el régimen y casi todos, salvo unos cuantos militares, le siguen siendo fieles a Maduro. Pero triunfaron grande en términos publicitarios porque forzaron al líder chavista a usar una violencia que es moralmente injustificable. 

Las fotos de los camiones quemados son un símbolo poderoso que puede usar la oposición para conseguir más respaldo. Una solución final no se ve cerca y la oposición necesita ahora un plan C y esperamos que este sea multilateral, no militar e incluya elecciones libres”. 

Otro de los objetivos que buscaba la oposición con esta intención de entrar la ayuda humanitaria enviada por Estados Unidos y Chile a través de la frontera con Cúcuta era probar el grado de lealtad y respaldo de las fuerzas militares y policiales de Venezuela a Maduro, que salvo la deserción de cerca de 60 oficiales de la Guardia Nacional y las fuerzas especiales, que pidieron refugio en Colombia, fue corroborada con actos de brutal represión, 285 manifestantes heridos, según datos del gobierno colombiano, cinco indígenas muertos en la frontera con Brasil y la prohibición de entrada de los camiones.

“Yo creo que el objetivo de la ayuda humanitaria era que la fuerza armada cambiara de bando y permitiera la entrada de la ayuda humanitaria. Me queda claro que, si la fuerza armada llegaba a desobedecer a Maduro, sus horas estaban contadas. Pero no fue así. Hubiera sido una fractura sin vuelta atrás”, aseguró para este medio el también analista político venezolano Benigno Alarcón. 

“La respuesta de ayer de Nicolás Maduro a la ayuda humanitaria no fue sorprendente. La esperanza que de repente las Fuerzas Armadas de Venezuela lo abandonaran y se sumaran a Guaidó, como resultado de la gran movilización, era poco probable. La decisión de Maduro de romper relaciones con Colombia tampoco fue un shock. 

Tal ruptura es dramática y muy triste dados los profundos lazos entre ambos países, pero el presidente de Colombia, Iván Duque, había llegado a su límite con el deterioro acelerado de la relación con Venezuela y la represión del indefendible régimen. Es difícil predecir hasta cuándo Maduro puede durar. Sin duda está muy debilitado, pero el apoyo de los militares no es un detalle menor”, aseguró Michael Shifter, profesor y presidente del Diálogo Interamericano.

Analistas coinciden en que un quiebre militar es posible si hay un cambio de estrategia. Es decir, si se logra una negociación clara con el régimen, si se crea una amnistia con nombre propio para cada uniformado, que se les garantice un futuro laboral con ingresos económicos y una garantía internacional. Si no se logra una confianza total, no habrá deserción. 

Otro de los aspectos de los cuales se empieza a especular después de lo ocurrido en Cúcuta es cuáles serán las posibles represalias de Maduro contra Guaidó tras su claro desafío al salir del país, a pesar de la restricción que le impuso el Tribunal Supremo de Justicia luego de declararse presidente encargado y de intentar entrar las más de 600 toneladas de ayuda que el régimen califica como parte de la intervención de Estados Unidos. 

“Guaidó tiene el riesgo de ser apresado. Él lo sabe perfectamente. Ha cruzado los límites de la irreverencia, pero para Maduro también es un riesgo mortal. Al apresar a Guaidó se disparan todos los monstruos. Estamos hablando de un joven que triplicó la popularidad de los líderes de la oposición en solo dos meses y que tiene el respaldo de 50 países. Entonces, si Maduro se atreve a meterlo a la cárcel, eso podría llevarlo a una crisis mucho más severa. Por eso no quiere hacerlo, no quiere amplificar los riesgos. También podría ser considerado un problema bélico por la comunidad internacional. Pero el no tomar esa decisión, le resta poder interno de manera brutal”, puntualizó León.

Lo cierto es que cada movimiento de la oposición es un proceso contra una estructura de poder fuerte que viene de muchos años atrás. Y si lo vemos en perspectiva, esa estructura no es la misma de 2013. Se ha debilitado en aspectos fundamentales y hoy depende de un incierto poder militar, atravesado por la crisis, atenazado por el miedo, pero que ya no es monolítico.

“Maduro no ganó nada hoy (ayer). Acentuó su imagen de dictador cruel, burlón y criminal. De todas las vías posibles para sacarlo, la de socavar sus bases sigue dando la hora. Cansarlos. Incentivarlos a dejar el barco a cambio de salvar el pellejo. 60 desertores no es poca cosa. Que la ayuda no entrara estaba previsto. Hoy tendremos a la gente tratando de perder la esperanza y hay que decirles que se avanzó. Que estamos mejor. Hoy Maduro amanecerá más débil”, afirmó Luis Salamanca, politólogo y profesor universitario en Caracas.


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