En las conversaciones exploratorias para el diálogo con el gobierno, la oposición no debe alejarse del espíritu de los temas aprobados en la consulta popular, considera Miguel Ángel Martínez Meucci, especialista en conflicto político. «El 16 de julio la MUD estableció o renovó un compromiso con sus seguidores. De ningún modo debería aceptar el liderazgo opositor un acuerdo en el que reconozca a una asamblea constituyente del oficialismo que ya ha sido rechazada por las principales democracias», indicó.

Más de 7 millones de venezolanos rechazaron la realización de la ANC propuesta por Nicolás Maduro sin la aprobación del pueblo.

Destacó que las metas del gobierno, con la insistencia en el diálogo, son a corto plazo y pareciera que algunas ya fueron obtenidas con el reinicio, en República Dominicana, de las conversaciones truncadas en 2016.

«En parte, al oficialismo le interesa calmar el ambiente y aligerar la presión internacional con la que carga luego del ciclo de 4 meses de protestas.

Muchos, en el liderazgo de la oposición, consideran que es necesario disminuir el conflicto, recuperar un mínimo de normalidad (por más precaria que sea) y traducir en votos el descontento popular. La comunidad internacional casi siempre preferirá una salida negociada que efectivamente conduzca a acuerdos que permitan la redemocratización del país», dijo.

Martínez Meucci advirtió que el gobierno busca obtener el reconocimiento de la constituyente, ganar tiempo, dividir a la oposición, desactivar la desobediencia ciudadana, transmitir la sensación de normalidad mínima en el país, disuadir las sanciones internacionales y fortalecer las relaciones bilaterales con Rusia, China e Irán.

El analista sostuvo que los propósitos de la oposición con las acciones previas al diálogo se proyectan a mediano y largo plazo. «La MUD tiene que negociar desde una posición de debilidad relativa, y ello hace que el diálogo luzca menos ventajoso de lo que resulta para el gobierno. Por un lado, hay que ver hasta dónde está dispuesta a llegar la comunidad internacional para forzar unas negociaciones que verdaderamente inclinen la balanza hacia el lado de la oposición. En principio parece difícil que esa presión externa sea suficiente si no se ve acompañada de una mayor presión interna por parte de quienes se oponen al régimen de Maduro», explicó el analista.

Indicó que el nuevo acercamiento entre las partes, cuya próxima cita es el 27 de septiembre, ocurre en medio de una inédita presión internacional sobre el gobierno, pero, al mismo tiempo, se repiten los facilitadores que han sido acusados de ser cercanos al Ejecutivo.


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