Franco Casella, diputado a la Asamblea Nacional, forma parte de la lista negra confeccionada por el chavismo en su nueva ofensiva contra el Parlamento elegido democráticamente. En la primera entrevista que concede uno de la veintena de parlamentarios perseguidos (cuatro de ellos están en embajadas en forma oficial y el resto en forma extra oficial), Casella denunció ante LA NACION la persecución lanzada contra su familia, las vulneraciones de los derechos humanos contra los militares y la financiación de Hezbollah en territorio venezolano.

«Es difícil ver el Ávila a lo lejos y saber que mi familia se encuentra allá afuera, pero también es difícil sentirse útil y estar haciendo al ciento por ciento las cosas para lograr la libertad de Venezuela y al día siguiente verte encerrado», confiesa el legislador al cumplir un mes en su refugio en la embajada de México, en donde permanece en calidad de huésped.

Hasta el momento son 19 los diputados perseguidos desde la sublevación militar del 30 de abril. Uno de ellos, Edgar Zambrano, vicepresidente de la Asamblea Nacional, permanece encarcelado en un celda a oscuras dentro de un fuerte militar.

Otros cuatro, incluido Casella, resisten en una embajada, mientras tres ya se han exiliado. El resto se maneja en la clandestinidad, aunque algunos de ellos se han recluido en legaciones diplomáticas de manera extraoficial.

¿Por qué lo persigue el chavismo?

—Hay dos temas a los que atribuyo el ensañamiento en mi contra. Primero, porque presido, dentro de la Comisión de Seguridad y Defensa, la Subcomisión de Derechos Humanos, y nosotros hemos denunciado la situación de más de 220 militares que son presos políticos, las torturas que les hacen, contactamos a los familiares y documentamos todo lo que está pasando. Y, en segundo lugar, creo que esta persecución surge por la misión que me llevó a Israel antes de mi detención para denunciar la existencia de células terroristas en Venezuela. Nuestro objetivo era generar un enlace diplomático y de cooperación para formalizar la lucha contra el terrorismo. También denuncié directamente a Hezbollah y sus vínculos en la Isla de Margarita y Punto Fijo, donde existe un puerto libre y aprovechan la ausencia de aranceles para grandes transacciones. Se trata de mecanismos de financiamiento donde utilizan los dólares preferenciales que ha otorgado el gobierno de Nicolás Maduro durante mucho tiempo.

—¿Hezbollah actúa libremente en Venezuela?

Actúa libremente desde el punto de vista financiero. Una de las fuentes de financiamiento de Hezbollah procede de Venezuela, hasta el punto de que Mike Pompeo (secretario de Estado norteamericano) anunció una recompensa a quienes dieran pruebas de la presencia de estos grupos en el país.

—¿Ha continuado la persecución contra usted desde que le arrebataron la inmunidad parlamentaria?

Apenas la semana pasada violentaron mi residencia. Fue una acción de amedrentamiento, un robo donde, llamativamente, lo que se llevaron fueron las fotos familiares, los reconocimientos colgados en la pared y los juguetes de mi hija, y dejaron los artículos de valor material, como televisores y equipos electrónicos. ¿Qué mensaje puede significar que roben los juguetes de mi hija de 6 años, que además se llama Libertad? Obviamente tiene un sentido político. Por eso hay familiares y amigos encargados de tener a mi mujer y a mi hija pequeña en otro lugar, no pueden estar en casa.

—¿Había sufrido hostigamiento antes de las últimas acusaciones?

Hubo hombres armados que apuntaron con armas en la cara a mis hijas gemelas, Victoria y Estefanía (21 años) mientras estaban visitando a su mamá, que es mi primera esposa, y les dijeron claramente: «Dile a tu papá que deje la vaina con los militares, porque si no las va a terminar enterrando». Ya están en Chile.

—Al principio extrañó que eligiese la embajada de México, que no está entre los países que reconocen a Guaidó.

México ha demostrado en su política exterior una firmeza en la defensa de los derechos humanos y el hecho de que me aceptaran como huésped y me protegieran era un avance en nuestra política exterior. Quien se presumía como un aliado incondicional de Maduro era capaz de ponerle límite y de entender que los derechos humanos no tienen fronteras, además de la defensa de la inmunidad parlamentaria. México demostró que su neutralidad y posición proactiva son ciertas al dejarme estar acá. México no es ni Cuba ni Bolivia ni Nicaragua, que son aliados internacionales e irrestrictos de Maduro.

—Aquí, refugiado entre estos muros, ¿es capaz de sostener el eslogan opositor «Vamos bien», tan repetido por Guaidó?

Yo creo que hemos avanzado a pesar de que no tenemos el resultado que tanto queremos, que es la libertad plena y la restitución de la democracia. Decir que vamos bien tiene dos elementos: uno de fe, de fe que podemos nosotros solventar las cosas, y otro de reconocimiento del esfuerzo que se está haciendo. Pensar que la comunidad internacional se atrevería a denunciar a Nicolás Maduro era algo inaudito; que no reconociera una elección fraudulenta era inaudito; que denunciara a este régimen violador de derechos humanos… Cuando digo que vamos bien es porque hemos progresado. Hay una ciudadanía que ha demostrado que está de pie y que está dispuesta a resistir y a luchar por su libertad.


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