“El país grita: ya no aguanto más, ya no más dolor. Le pido a Dios que nos restituya todas las lágrimas que hemos llorado y todo el dolor que hemos sufrido durante todos estos años. Le pido que el próximo domingo la gente salga a votar con corazones llenos de coraje”, expresó ayer en Valencia el candidato de Esperanza por el cambio, Javier Bertucci, un pastor evangélico que ha sido escrutado por el ojo clínico de los reporteros de Panamá Papers. El candidato argumentó en su propia defensa, llegada la hora: “No tengo ninguna vinculación con los Panamá Papers”, se deslindó.

“Este domingo nacerá una nueva Venezuela”, dijo. Su campaña abarcó los últimos 23 días, y dijo que fue de altura. “La política sucia es para desesperados. El pueblo ya no se deja engañar”, apeló al rol de antagonista de Nicolás Maduro. Un rasgo interesante de su campaña fue el foco en el regalo de sopas, por acá y por allá.

“Dios no se olvidó de Venezuela”, disparó directo al centro de su target. Se ha dicho que la comunidad evangélica –Bertucci está a la cabeza de la iglesia Maranatha– lo respalda con vigor. “Querían un cobarde, pero les llegó un valiente. Querían un político, pero les llegó un pastor. Mi corazón sigue siendo el de un hombre que respeta a Dios y ama a la gente”, quiso salpimentar.

“Yo no voy a poner políticos en esos ministerios. Voy a poner a gerentes, a personas que estén capacitadas para esos puestos, recibiendo y estudiando el perfil de cada uno”, se decantó por un verbo progresista. En Sabana Grande pueden verse todavía desperdigados los panfletos con su rostro romo. Material POP que ya es pasado. El futuro se decide el domingo. 


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