Los obispos venezolanos llaman a cultivar la solidaridad y no perder la esperanza ante la crisis que vive el país, pero son enfáticos en su llamado al Ejecutivo para atender las demandas de los ciudadanos y a trabajar para la reconstrucción del país el venidero año. El cardenal Jorge Urosa Savino, arzobispo de Caracas, expresó: “En 2018 se debe abrir el camino para un cambio porque el gobierno no puede con el país. Para este cambio es necesario cambiar el CNE. Este paso permitiría unas elecciones libres y equitativas”.

El prelado subrayó que las protestas de los últimos días de 2017 contra el Ejecutivo no obedecen a una convocatoria política, sino que surgen “porque la gente no aguanta más el descalabro. Es tal la ineficiencia de la política que se está tomando que no puede ocultarse. El gobierno debe cambiar el modelo económico que ha llevado a la ruina del país y ha traído hambre, penuria y miseria al pueblo. En un país petrolero que no haya gasolina, el gobierno fracasó. En un país donde los niños mueren por desnutrición, el gobierno fracasó”.

Urosa Savino insistió en que deben liberarse a todos los presos políticos, abrir el canal humanitario y devolver las atribuciones constitucionales al Parlamento y asumirse medidas de emergencia ante la crisis.

“Le pedimos a quienes tienen decisiones relacionadas con el destino del país, al gobierno, que oiga y no sea sordo ante el clamor del pueblo, de los pobres que sufren. La historia corre. Que actúen sin los intereses económicos ni políticos, ni como guetos del poder, que no se valgan de sus posiciones para asumir decisiones que afectan la vida de las personas”, señaló monseñor José Luis Azuaje, primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal.

Azuaje, también obispo de Barinas, dijo que tradicionalmente en Navidad los venezolanos han estado alegres, “pero en estos días notamos la tristeza en las ciudades, la angustia se palpa por tratar de medio paliar la comida o el vestido. La corrupción se ha hecho como cultura dentro del ámbito en el que están las decisiones del poder, lo cual ha afectado al pueblo. Llega un momento en que el pueblo se resiste y por eso los brotes espontáneos de protesta. Llega un momento en que los ciudadanos exigen sus derechos”.

Viraje. Monseñor Ovidio Pérez Morales, obispo emérito, dijo que la restauración de Venezuela es esencial para el venidero año y aseveró que la principal responsabilidad la tienen quienes gobiernan.

“El año que viene no puede tomarse a la ligera. El 2018 nos obliga a un cambio en profundidad, a reconstruir al país que está arruinado, enfermo y en vías del aislamiento internacional y al mismo tiempo de enfrentamientos internos. El próximo año comienza con presos políticos, gente que no consigue medicinas; un país que bota a su gente al exterior, van más de dos millones de venezolanos afuera. Debe entenderse el 2018 como un desafío, se requiere de una solidaridad muy grande, justicia y el reencuentro mutuo”, exhortó.

Pérez Morales señaló que antes de pedir a Dios que conceda muchas cosas en 2018, los venezolanos deben preguntarse qué quiere Dios que deseen para el país en el próximo año. Indicó que se requiere entender a la nación como un compromiso: “Que Dios bendiga nuestro esfuerzo. Debemos pedir un cambio para Venezuela. El país no tolera más, no tolera que lo destruyamos más”.

Monseñor Ovidio Pérez Morales añadió que la esperanza se construye con el esfuerzo de todos, pero enfatizó que quienes ostentan liderazgos en el país tienen una gran responsabilidad. Exhortó a los dirigentes a cesar en la búsqueda de pequeñas parcelas o de hacienditas, porque los grandes desafíos imponen grandes proyectos.


Llamado a la solidaridad

Los obispos consideran que la situación que vive el país exige trabajar por la solidaridad y la justicia. Monseñor José Luis Azuaje, primer vicepresidente de la Conferencia Episcopal Venezuela, instó a ponerse en el lugar del otro y a reforzar la esperanza cristiana.

Azuaje pidió cultivar la familia, el bien común y la toma de  decisiones libres y no coaccionadas.

El cardenal Jorge Urosa Savino indicó que debe descartarse el mal como norma de vida. Llamó a dejar las prácticas que alejan de Dios como la corrupción, la indiferencia y la soberbia.

“Al terminar un año e iniciar otro, todos elevamos nuestros deseos de ser felices. El camino hacia la felicidad es el de Jesucristo, escuchar y cumplir la palabra de Dios. No es por el camino del odio ni de la soberbia”, subrayó el cardenal.



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