La politización de cargos, emigración de personal cualificado y la corrupción dentro de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) llevaron a las refinerías venezolanas al borde del colapso. Muchas operan a 30% de su capacidad y el gobierno considera cerrar algunas o reducir su actividad al mínimo para centrarse en aquellas que ofrezcan una solución inmediata.

Rafael Quiroz, profesor de postgrado en Hidrocarburos de la Universidad Central de Venezuela (UCV), indicó que la producción petrolera del país llegó a sus niveles más bajos en 70 años cuando en 1997 sobrepasaba los tres millones de barriles diarios, reseñó el diario español El País.

Venezuela tuvo que acudir por primera vez en su historia de forma masiva a la compra de gasolina importada para cubrir su demanda interna. La situación provoca que en muchas gasolineras haya filas de carros para poder abastecerse de combustible. En algunas estaciones, solo se consigue la presentación de 91 octanos.

La gerencia de Pdvsa hace un esfuerzo por mantener la permanencia operativa de la refinería de Amuay, el complejo refinador más grande del mundo ubicado en el estado Falcón y que comprende las refinerías de Cardón y Bajo Grande. La estatal petrolera ejecuta traslados de personal y repuestos de otros centros refinadores para mantenerla a flote.

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