La “suma” (summa en latín) era un género literario didáctico, impulsado por la escolástica, que floreció en la Edad Media, para luego ir perdiendo vigor en el renacimiento, y desaparecer en la Edad Contemporánea. Pariente del tratado, el diálogo, el epítome y el opúsculo, y como estos, antepasado del ensayo moderno. Pero la suma tenía una misión muy precisa: compendiar todos los saberes sobre una materia específica. Es por eso que muchas fueron escritas para el conocimiento de las ciencias. Sin embargo, la suma más famosa y aún hoy leída y estudiada, es una inscrita en el campo de lo teológico: la “Summa Theologiae” de Santo Tomás de Aquino, fechada en la última mitad del siglo XIII. Respondiendo fidedignamente al objetivo de la suma, Santo Tomás, que ya había escrito una obra anterior del mismo género (Summa contra Gentiles), le legó al catolicismo un texto de enorme influencia, formado por artículos disímiles que se agrupan en tres partes (PrimaSecunda y Tertia).

Enrique Viloria, dueño de una cultura que alcanza muchos de los ámbitos artísticos del hombre, emprende un proyecto totalizador en donde todos los saberes (los suyos), expuestos en géneros tan diversos como la poesía, la historia, el ensayo, la crítica plástica y aun la política y la economía, encuentran un común denominador: España. Es su afecto por aquella tierra, y por muchos de los hombres y mujeres que le han dado realce, el motivo y destino de esta obra. Dado que las presentes líneas componen el epílogo de la suma, he de suponer que usted, querido lector, de haber llegado hasta aquí es porque transitó cada uno de los segmentos del libro. Le acompaño entonces en esa sensación que ahora le embarga de ser visitante en una casa de tantas puertas y ventanas que bien podría sentirse colmado. Poner en las páginas precedentes todo el pensamiento y la creación que Enrique le ha dedicado a España supone un impulso de trascendencia que supera a la obra misma. Amparándose en la idea aristotélica de que “el todo es más que la suma de sus partes”, Viloria propone una estrategia para entender su concepto de hispanidad. No responde ni a lógica temporal, ni a ningún racional temático. No se ata a una simple experiencia contemplativa del arte español, ni a una relectura de algunos de sus autores más conspicuos. La propuesta de esta suma es justamente la misma que inspiró a otros tantos textos pergeñados en la Edad Media: consustanciar todo lo afectivo con lo intelectual, todo lo espiritual con lo profano, todo lo que es España para Enrique. De allí ese efecto abrumador, titánico y prometeico, de juntar textos de múltiples orígenes y procedencias, publicados o inéditos, para componer algo que traduzca lo que significa la hispanidad en el alma del autor. Esta reflexión última es la que me lleva a pensar que el afecto que Viloria siente por la madre patria es tan genuino como acendrado.

Aunque ha sido académico de algunos de los más importantes centros de estudio del mundo, Enrique se decanta por España, cuna de la primigenia Universidad de Salamanca, donde ha dado clase, y del Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca, donde es investigador emérito, para encabezar la lista de sus querencias nacionales. No importa que haya sido titular de la Cátedra Andrés Bello en el Saint Antony’s College de la Universidad de Oxford, o profesor invitado de la Université Laval en Canadá, o decano y profesor de la Universidad Metropolitana, o de la Universidad Central de Venezuela, o de la Universidad Simón Bolívar, todas de Caracas. No, es España la inspiración y objetivo de esta suma. Pero disentiré del autor en cuanto al título que ha seleccionado. Nombré este epílogo “Todas las Españas de Enrique Viloria” porque descubro que no hay una sola en sus páginas. Gravitan muchas. Pero no hablo del álgido tema de las comunidades autónomas. Me refiero a las distintas Españas que se guardan en el corazón de Enrique. Igual que la amada, que es amada por ser diferente cada día, así España en cada visitación intelectual, poética, histórica, muta en otra España a la que se debe amar igual. Por eso, no es la suma de una sola España, es la suma de todas las Españas que Enrique Viloria Vera concibe. Pero me doy cuenta de que sobra esta reflexión. Quizá sea simple argumentación de lector colmado por esta casa de mil puertas y ventanas que es el libro. Quizá sea solo enunciación que hace un leyente, hechizado ante una obra que, sin dudarlo, tendrá fortuna inconmensurable.

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Suma de España

Enrique Viloria Vera

Centro de Estudios Ibéricos y Americanos de Salamanca

Caracas, 2015


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