Un equipo de camarógrafos visita hoy un pueblo rumano para un reportaje. El lugar se ha convertido en un pueblo fantasma y mujeres vestidas de negro deambulan entre el polvo que se levanta. Ellas pueden contar la historia de lo que fue y llevó a ese lugar a su estado actual en la rumana Boda muda (2008, Horatiu Malaele).

Es 1953 y el pueblo parece aún anclado en el siglo diecinueve. Una taberna rústica aloja a los locales para servirles algo de licor y poco más. Entre gritos, risas y chismes pasa la mañana de los lugareños, cuando Iancu y Mara, la pareja joven y lujuriosa, anuncia que contraerá matrimonio. Se prepara todo con gran pompa para la gran celebración: se asan y cuecen verduras y carnes, se buscan licores y flores, se hace espacio para amontonar asientos y darles cabida a los músicos, se combinan vajillas para que alcance para todos y se asean, engalanan y perfuman anfitriones e invitados. Mucha expectativa, muchas ganas de festejo, un solo inconveniente: es cinco de marzo de 1953 y ha llegado al pueblo un mensajero del Partido a informar de la muerte del Grande, el Titánico, el Padre de los Pueblos: Stalin. Y una orden: prohibidas las celebraciones pues debe guardarse luto y silencio. De allí el título de la cinta –y su baja: “¡Al diablo Stalin, que vivan los novios!”–, puesto que los pueblerinos proceden con la boda a pesar de la orden. A continuación están las escenas más divertidas de este drama, cuando les vemos a todos acolchar vasos y botellas para brindar y bailar con mucho cuidado al ritmo de lo que imaginan los músicos pretenden tocar.

Cuando muere un hombre como Stalin pareciese no variar mucho lo que sucede, no importa el lugar del mundo donde suceda. Se forza un luto nacional de semanas. El tiempo debe detenerse porque es esta la pompa fúnebre que es, y nada más –uno de los casos más conocidos fue el del músico Serguéi Prokófiev, quien murió cincuenta minutos antes que Stalin, y su cuerpo tuvo que permanecer en casa por dos días debido al funeral de Stalin en las calles–. Le sigue una exaltación aún mayor y más cercana al culto y la idolatría del personaje, una que no debe nunca subvertirse so pena de sufrir castigos, desde la tortura hasta la muerte.

El desenlace de Boda muda muestra las consecuencias de no sentir nada cuando el régimen pide agonía, tristeza y desgarramiento de vestiduras. También los fantasmas que quedan luego de que se ha acabado con todo, los que acompañan a las viudas y huérfanos que sobreviven, y los propios sobrevivientes, convertidos en sombras que vagan por los pueblos arrasados.

https://www.youtube.com/watch?v=Ap7ouOd39VE


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