trans-

Del lat. trans-.

1. pref. Significa ‘al otro lado de’ o ‘a través de’. Transalpino o trasalpino, transpirenaico o traspirenaico,

translúcido o traslúcido, transcendental o trascendental, transiberiano, transustanciar, trasladar, traspaso, trastienda.

DRAE

“El ¿LIBRO? que aquí se presenta es en realidad una pieza de un complejo artefacto cultural. Si bien todavía posee evidentemente las características del artefacto libro –y las consiguientes manifestaciones y ramificaciones de orden textual y escritural–, habría que insistir en el hecho de que el proceso de inscripciones que escenifica desborda las fronteras tradicionales que impone este formato. No obstante, es necesario indicar que incluso las características genéricas del libro parecen problematizarse aquí de entrada: la función de autor y el carácter autocontenido que ella presta en general al libro parecen diluirse al mostrar(se) (como) un elaborado juego de reflexiones intertextuales. En primer lugar, el libro incluye, en versión alemana original, la edición crítica de D.E. Sattler de los Cantos hespéricos de Friedrich Hölderlin. La función de autor se transfigura en este punto en la de editor –pero bajo otro nombre. En segundo lugar, dicha edición, que se reproduce con sus múltiples variantes, se acompaña de una traducción que llamaré ‘literal’ por el momento. El autor se convierte entonces en traductor stricto sensu –fiel a la letra del otro. En tercer lugar, como un ensayo verbal que se deriva de la lectura de lo anterior, se presenta enseguida una traducción ‘libre’, que si bien conserva las palabras, los motivos, los referentes, emblemáticas del poeta alemán –a quien se considera aquí, coincidiendo con la opinión de importantes críticos europeos, el punto de partida de la poesía moderna occidental–, presenta ahora, respecto a la tortuosa (la palabra precisa sería, por razones que se harán evidentes más adelante, el adjetivo inglés meandering) sintaxis de Hölderlin, una fluidez, una desenvoltura que inevitablemente comienza a ‘contaminar’ el texto original con la índole de la sintaxis castellana y con la dicción de la traductora. La función de autor se insinúa entonces tras la máscara del traductor –traducción del espíritu del texto, más allá de la letra. Por último, como estelas de ese doble intercambio, surgen otros poemas en los que ahora sí, de manera más explícita, la circunstancia, los recuerdos, los referentes de la autora vienen a tejerse en la reflexión verbal que surge de los himnos de Hölderlin. Se transpone ahora la función de autor –se traduce, se metaforiza un autor en otro”.

Esta excesiva cita inicial de la extraordinaria “Presentación” de Luis Miguel Isava: “De palabra e imagen. Las versiones conversiones, reversiones y trans-versiones de Verónica Jaffé”, que funciona como una apertura teórica y crítica, a la vez, de Friedrich Hölderlin: Cantos hespéricos. Según la edición histórico-crítica de D.E. Sattler. Traducción y versiones libres (en lienzos y poemas), de Verónica Jaffé (Caracas: La Laguna de Campoma, 2016), servirá, a su vez, como una especie de texto teórico y crítico original, eminentemente técnico como la crítica poética de Eliot, a las anotaciones a seguir, que intentan “traducir” a la manera como los poemas de Jaffé surgen de los de Hölderlin, según Isava: como un tejido transreflexivo sobre las operaciones centrales de la forma tanto del libro/objeto como de la forma de las traducciones de Jaffé, que convierten sus traducciones de los Cantos hespéricos en un “complejo artefacto cultural”: las relaciones entre palabra e imagen y las relaciones entre poesía e historia.

Jaffé actúa como una artista moderna o tardo moderna al usar de soporte de su traducción y versiones libres de los himnos de Hölderlin lo que ella denomina lienzos y poemas, fotografías de dibujos de su autoría, que representan distintos ríos mencionados por Hölderlin o por Jaffé en sus traducciones, en una especie de mapas intervenidos con materiales (texturas, hilos, objetos naturales y artificiales, escrituras manuscritas e impresas, borramientos, tachaduras, papeles/poemas del mismo libro/imágenes pegados), en un cruce propio de discursos y prácticas artísticas que, como dice Graciela Speranza, tuvo su “iluminación inagural” en la experiencia de Duchamp, cuando en 1912 tuvo la influencia de Raymond Roussel, para la ejecución de El gran vidrio, como lo confesó en 1946. Jaffé se inscribe en el proceso de la relación central entre lo enunciable y lo visible del arte y el pensamiento del siglo XX. Al relacionar palabra e imagen, poema y dibujo, Jaffé materializa esta interacción constitutiva de la representación: la contaminación de materiales y lenguajes y prácticas: la impureza de las artes verbales y las artes visuales. “Empujadas por el deseo de ser otro –señala Speranza– las artes visuales –pero también la literatura y el cine– se lanzan hacia el afuera de sus lenguajes y sus medios específicos, y encuentran en el fuera de campo una energía estética y crítica liberadora”. La singularidad artística de Jaffé representada en la doble condición autorial de los poemas y los dibujos fotografiados, y en la entrerrelación de estos, en la que se transfiere la semiótica o hermenéutica del texto a la “lectura” de la imagen, es decir, “leer” la imagen con los saberes de la lectura del texto, como diría Speranza, conforma una poética constructiva, que se podría llamar transverbal, para usar la caracterización de Isava de este procedimiento. La vinculación de la visión conceptual de la traductora/poeta con la de la dibujante/poeta permite no solo la “energía estética y crítica liberadora” en el fuera de campo de ambos lenguajes y prácticas, sino que, como una derivación de la forma objetivada del libro, la construcción de una visión de mundo común, independiente de las diferencias y distancias espaciales y temporales. Poética constructiva, transverbal, que tiene su correspondencia en la relación intratextual entre poesía e historia de la forma de las traducciones de Jaffé.

Paradójicamente, como Benjamin en “La tarea del traductor”, Jaffé opera en sus traducciones de Hölderlin, superando el criterio habitual entre los partidarios de la traducción literal y los de la traducción libre, al no solo traducir los Cantos hespéricos de forma de pura literalidad y de forma libre, sino que en una tercera forma de traducción transmuta las categorías lingüísticas y las categorías históricas del pensamiento y la lengua de Hölderlin al cambiar la dicción y el espacio y el tiempo de los referentes de los poemas, por una dicción (una lengua), particular, (personal), y unos referentes del espacio y el tiempo nacionales y actuales. La traducción como una forma que tiene como función devolver al lenguaje al espacio del acontecimiento de la verdad, entendida esta no como huella del lenguaje adánico, en el sentido benjaminiano, sino como desprendimiento del exceso del sentido y la significación. Jaffé al usar su propia dicción, su propia lengua, inventa en estas una manera inédita, nueva, de nombrar, de señalar, se apropia, dirá Isava, la poética original hölderliniana. Aparte de inventar una dicción, una lengua, a partir de las de Hölderlin, Jaffé transfroma su propia lengua, al mismo tiempo que mira la lengua y la historia vista por Hölderlin, ilumina con una inesperada luz, por el origen de donde proviene, la experiencia sensible presente en los Cantos hespéricos, así como la experiencia sensible (política) del tiempo histórico venezolano. Jaffé historiza la traducción, separándose del carácter redentorista de Benjamin, como una forma de construir una translengua poética que a través de la metáfora del río devuelve, en otra paradoja, en cercanía con Benjamin, otra forma de concebir la historia, un determinado modo de su tradición, no solo como salvación sino también como “el inextricable entrecruzamiento de lengua e historia” como dice Agamben. Una translengua poética que, como dice Verónica Jaffé, en “Introducción en prosa. La posible e imposible traducción”, de la poesía de Hölderlin, “sabe que no dice la verdad, sino que la verdad acontece, donde sucede lo verdadero, porque sabe que las verdades pasan y cambian, sabe que la verdad ya no tiene una seguridad trascendente, un punto de apoyo externo, fuera de la propia conciencia”.


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