Cuba es para muchos el lugar donde nacer resulta una fiesta innombrable. Lezama Lima, a pesar de los pesares, murió celebrando la maldita circunstancia del agua por todas partes.

Quizá por vivencia oblicua salen a la luz en Caracas estos apuntes inéditos de Lezama. Aquí, hace más de un siglo, José Martí tuvo la visión de “la inmensa tierra nueva, ebria de gozo de que sus hijos la hubieran adivinado”: evocación gigantesca de lo telúrico y lo histórico.

Por su parte, Lezama registra una continuidad de lo martiano cuando despliega su descomunal teoría de la cultura en La expresión americana (1957). La tierra adivinada es polarizada, imantada y vuelve América a tener una cantidad hechizada por la incorporación y asimilación de otro cubano creador obsesionado además por lo insular. En Lezama lo isleño se le convierte en frenética encrucijada y médula organizadora.

Estas notas inéditas de las cuales damos noticia hoy, escritas en 1937 poco después del mes de junio, porque en junio quedó terminado el Coloquio con Juan Ramón Jiménez, fueron de alguna manera olvidadas por Lezama y solo por un breve y leve súbito resurgieron en destellos dentro de La fijeza (1949). Probablemente tras el Coloquio, Lezama se quedó batiendo más espesuras sobre ese vivir hacia dentro que se produce en una isla, en su isla, su tierra adivinada, a la que asignó un chisporroteo de fundación como lo hizo Martí al anunciar de manera tan contundente: “Un error en Cuba, es un error en América, es un error en la humanidad moderna. Quien se levanta hoy con Cuba se levanta para todos los tiempos”. En Martí y después en Lezama tenemos una aplicación dichosa y desvelada por la inseparable y casi misteriosa presencia de lo cubano.

(transcripción de Roberto Pérez León de los manuscritos de José Lezama Lima a partir de una de sus libretas)

Notas para un ensayo que se titulará probablemente:

Tratado sobre posibles estilos insulares

(1) No se puede utilizar la morfología, ciencia de las formas. La morfología permite adivinar la realidad, realización de una época en un estilo. Pero en el caso de Cuba como ninguna expresión ha cuajado no se puede establecer comparación.

(2) Método: no se puede emplear la intuición. No hay material cuantitativo del cual pueda surgir la chispa, el punto tangencial, la intuición. Por lo menos la intuición en la forma que ha venido desde Duns Scoto hasta Leibnitz, estos han afirmado que el conocimiento intuitivo, no es más que el conocimiento abstracto confuso.

Método: la visión creadora. Estudio de esta visión creadora en Picasso, según G. Stein.

¿Qué surge en nuestra mente cuando decimos: los bosques de Germania, la Princesa de Eboli, la antigua menestralía? ¿Qué surge en nuestra mente cuando decimos islas?

Anécdota que está en Alfonso Reyes en el tomo IV de su Simpatías y diferencias.

¿Qué surge en nuestra mente, cuando decimos isla de Cuba? ¿No surge nada?

¿No surge una representación? ¿Qué surge entonces?

(2) Pero antes hagamos un breve paréntesis en mi Coloquio con Juan Ramón, este gran poeta pareció al principio negar el tema, refugiándose en una posición genérica: todo es isla, el planeta, la tierra.

(3) Volvamos a nuestro punto insular.

¿Qué representación surge ante nosotros cuando decimos islas?

El Diario de navegación de Cristóbal Colón. Poner esta obra al lado de las Memorias de Benvenuto, de la memoria sobre la respiración de Lavoissier.

Estudiar con detenimiento la importancia que tiene esta representación de Colón, que podemos dividir en los siguientes puntos.

(a) Visión preconcebidamente persa, el Almirante tiene todo El libro de las maravillas en la cabeza, eso pudiera haber hecho que el Almirante tuviera conceptos preconcebidos acerca de cómo representarse a la América. A los 60 días de navegación esa situación para una primera representación asiática ha desaparecido, pero con esa ayuda la representación del Almirante va a nacer.

(b) Preparación del ambiente mágico:

“Sábado 15 de setiembre:

Navegó aquel día con su noche veintisiete leguas su camino al oeste, y algunos más, y en esta noche al principio della, vieron caer del cielo un maravilloso ramo de fuego en la mar, lejos de ellos cuatro o cinco leguas”.

Constantes alusiones que hace el Almirante al aire: manso, dulce, sabroso.

(c) Tercer momento

“Luego que amaneció vinieron a la playa muchos destos hombres, todos mancebos, como dicho tengo, y todos de buena estatura, gente muy fermosa; los cabellos no crespos, salvo corredios y gruesos como sedas de caballo”.

Cuarto momento (refiriéndose ya explícitamente a Cuba. Diario de navegación, pág. 41).


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