En los últimos años, Venezuela ha tenido un auge editorial donde muchos escritores se han aventurado a publicar sus diarios personales. En este contexto, la editorial Seix Barral ha sacado a la luz uno de los más recientes libros de Armando Rojas Guardia.

Se trata, en rigor, de su primera incursión en el género del diario íntimo, una manifestación en la cual no había transitado en el pasado, si bien algunas de sus publicaciones anteriores tales como El caleidoscopio de Hermes presentan similitudes en su forma expresiva.

Aunque no están signados por el tradicional modo de estructurar la cronología de las entradas (a saber, la típica forma compuesta por el día, la fecha y el año), todavía permanecen señales de ser una escritura intermitente. Es así como percibimos el registro de un tiempo histórico determinado gracias a la presencia de los meses (donde leemos todo lo escrito durante ese período) y el año en calidad de títulos.

Pero hay otro elemento mucho más poderoso que nos hace sentir lo verídico del discurso: la presencia de una primera persona que se expone ante el lector y describe aspectos de su vida difíciles de conocer por otros medios. Referencias personales, lecturas, ideas acerca de su poética literaria y la condición del país hacen fila para dejar constancia de un hombre que, en cierta medida, pone en práctica aquella idea tan anhelada por Edgar Allan Poe y ya materializada por Charles Baudelaire: dejar el corazón propio al desnudo.

Si bien hay muchas líneas que desarrolla este escrito, enmarcado cronológicamente desde septiembre de 2015 hasta enero de 2017, podemos mencionar tres. La primera de estas está relacionada con el pensamiento del autor acerca del misticismo y sus implicaciones en estos tiempos que corren. No está de más advertir que la naturaleza de sus enunciados se aleja de las respuestas de manual existentes acerca del tema, pues muchos años de maduración intelectual le han servido para articular un sentido original sin ser necesariamente iconoclasta.

Un segundo aspecto tiene que ver con las numerosas reflexiones, no pocas veces provistas de profundidad filosófica, acerca del arte y la dura realidad que le toca vivir en una nación sumergida en el caos social. Acá, la referencia a autores tan variados como Friedrich Nietzsche, Michel Foucault, Simone Weil o Michel de Montaigne conforman la batería cultural con la cual afrontar e iluminar los vericuetos de una realidad en la cual, como diría el famoso libro de Marx y Engels, todo lo sólido se desvanece en el aire.

Finalmente, last but not least, encontramos la vértebra de este escrito. Lo dejo de último porque abarca todas las ramificaciones previas a estas alturas de la presente reseña. Y es que, como en el mejor de los estilos del diarismo hecho por escritores de claro linaje, El deseo y el infinito es un discurso que discurre hacia adentro, en una suerte de fuerza creadora centrípeta donde todo lo visto, lo saboreado y lo leído permite la iluminación de los rincones más inhóspitos de su naturaleza humana.

Así dejará constancia de ello cuando Armando Rojas Guardia escriba que “[e]ste diario quiere ser la minuta de una inédita reconciliación conmigo mismo. La bitácora de mi autoexamen. El conjuro ascéticamente literario que exorcice aquel miedo, larvado y a veces ostensible, a mi abismo interior”.

Solo el lector será el último juez para decidir si esta empresa llegó a buen puerto.

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El deseo y el infinito. Diarios (2015-2017)

Armando Rojas Guardia

Editorial Seix Barral

Caracas, 2017


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