Nuestra morada es impenetrable, y la habitamos.

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¿Discutir para qué? Siempre es posible encontrar argumentos para defender esto o aquello. De lo que se trata, y hay urgencia, es de inquirir.

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El espíritu es cosa desarmada.

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Alguien socava el reino del mirar.

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No hay guerra santa.

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La alegría que viene del hecho de ser es más profunda que la tristeza, pero esta tiene prestigio de profundidad.

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“Relación consigo mismo”. Frase curiosa. Piénsese en la dualidad. No somos uno, no somos enteros, somos como dos. Y después clamamos porque nuestra vida es un conflicto.

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No somos la fuente de nuestro vivir, pero por nosotros pasan las aguas.

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Aunque lo hayamos declarado inexistente, el misterio es una gravitación poderosa; se hace sentir por ráfagas, que sofocamos, ráfagas que dejan en los ojos una sal de abismo; ráfagas que nos hienden y nos dejan expuestos, en la extrañeza.

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No se puede escribir cosa valedera sin haber estado en el infierno.

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Qué recio el tenerse en vilo sobre lo arrasado.

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¿Quién, en lo profundo, se vale de nosotros para romper su silencio?

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Sin esperanza, y por eso, sin desesperanza.

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Vivir ya supone una opción a la que casi nunca guardamos fidelidad.

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Nada natural es malo. Hay que vocear esta frase. Ponerla como grito en el cielo.

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La esfinge siempre nos cita.

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Instaurar un dios para negar la obra que se le atribuye me parece una crueldad con él y con ella.

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Hemos empleado vanamente la inteligencia en la tarea de explicar el esplendor. No nos interesa sentirlo. Estamos un poco muertos. Entonces nos damos a buscar “sensaciones nuevas”. Como si el mundo no estuviera siempre haciendo eclosión frente a nosotros.

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En cada cosa comienza o termina el universo.

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Nada es nuestro.

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Perdimos el contacto. El mundo ya no nos dirige la palabra. Se cansó de nuestro desoír.

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Protege tu sencilla camisa que aún está sobre la cuerda de los patios de la infancia.

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Días en los que está el corazón como el sol en el pan.

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Se sirve de la ausencia para estar presente.

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Hay quienes no se permiten ser suaves por temor a disolverse.

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Un extraño pan: sentirse vida.

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Un poco de pensamiento nada más para que no enferme al poema.

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El instante es el derrumbe del tiempo.

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Siempre espero que las palabras se salven de nosotros.

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Siempre espero palabras que toquen el cuerpo.


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