Teoría y práctica de viaje

Una de las grandes satisfacciones que me ha deparado la vida ha sido el haber trabajado con el profesor Jesús María Aguirre el Diccionario de investigadores venezolanos de la comunicación, cuya edición del año 2018 estuvo a cargo de la prestigiosa editorial ABediciones de la Universidad Católica Andrés Bello. Recuerdo que hace treinta años apenas un forastero en el campo de la comunicación y recién egresado de la Escuela de Artes de la UCV, me acerqué al Centro Gumilla, allá en el Edificio Centro Valores de Altagracia, con el propósito de hablar con el padre jesuita Jesús María y manifestarle mi interés, mi sueño de ingresar al equipo de la Revista Comunicación. Recuerdo que me presenté en su oficina con un ensayo sobre semiótica de la publicidad “UFO o nada”, que le había escrito al insigne profesor Alfredo Roffé en su cátedra de Análisis Fílmico y Cinematográfico. Me sonrío, en este instante, porque desde entonces Aguirre me ha dicho que tiene archivado ese trabajo escolar y yo le digo de inmediato que ni se lo ocurra mostrárselo a nadie, ni a mi familia de la Revista Comunicación. Debo expresar también que este diccionario es el cierre de un ciclo de vida académica que comencé, precisamente, con Jesús María Aguirre, por allá en el año 1987. Que creo que de la mano de Aguirre realicé un posdoctorado intensivo en el campo de la comunicación y que tuve el orgullo de tenerlo como profesor de “tiza y pizarrón”. Siempre exigente, acucioso, profundo y afirmativo en sus convicciones. Diría también que el Diccionario de investigadores venezolanos de la comunicación es el cierre muy íntimo de una Teoría y práctica de viaje, apropiándome del título de la novela inédita de mi papá Rafael Cordero Valenzuela. Y desde luego, es la apertura de otro ciclo de vida como director del Centro de Investigaciones de la Comunicación de la UCAB. ¿Será que el jesuita Aguirre me puso a prueba con este diccionario y que pasé el examen “parcial” hacia otra experiencia de vida académica, mi asignatura pendiente?

Del saber hacer al hacer saber

Las condiciones estaban dadas para realizar este diccionario. Contábamos con la producción teórica de base que ha venido desarrollando Jesús María Aguirre en lo atinente a la sociología de las profesiones. Cito algunos de sus obras en esta línea: Mapa y agenda de la investigación en comunicaciones (2010); Investigación venezolana sobre comunicación y cultura de masas. Panorama bibliográfico: 1994-2007Prácticas teóricas de comunicación en Venezuela (2011); De la práctica periodística la investigación comunicacional: Hitos del pensamiento venezolano sobre comunicación y cultura de masas (1996). En estos trabajos se constata un elenco de ideas que permanecen aún vigentes para los que se inician en la investigación en comunicación:

“Todo saber humano no es sino una reflexión sobre la práctica, que posibilita comprender mejor los hechos y a la vez seleccionar las mejores prácticas. Cierta miopía intelectual de algunos periodistas empíricos ha incidido hasta tal punto en la formación de los comunicadores, que ha convencido a muchos de la inutilidad de los estudios e investigaciones de la comunicación por no ser asuntos que les conciernen. Un primer error de esta visión distorsionada es que no ayuda a delimitar las esferas diferenciadas entre los pareceres de los usuarios provenientes del sentido común, las experticias de los profesionales que se acumulan de la experiencia en el ejercicio práctico y los conocimientos más rigurosos y formalizados de las ciencias sociales y de la comunicación para la comprensión social. Sin menosprecio de ninguno de esos saberes, cuyo papel primordial es orientarnos en torno al espacio comunicacional según nuestras competencias y necesidades funcionales, las comunidades humanas establecen una gradación entre ellas según el nivel de autoridad probada y de credibilidad compartida de conocimientos, quedando siempre abierta la falsación y la innovación de esos saberes. En nuestras tomas de decisión necesitamos saber cuáles son los datos más seguros y las previsiones más probables, sin olvidar que el campo profesional se nutre de todos ellos”.

Estas ideas de Jesús María Aguirre, que suscribo plenamente y que se proyectan en este diccionario, han sido también desarrolladas por Antonio Pasquali en Comprender la comunicación (Editorial Gedisa. 2007) y por el filósofo español Manuel Martín Serrano en su estupendo ensayo “¿Para qué sirve estudiar teoría de la comunicación?” (Revista Comunicación, 2011). El maestro Pasquali dirá que es vital el aprender a pensar en estos tiempos globalizados y de rapidización informativa. “Lo que se impone hoy como real introito a un discurso sobre comunicación no es sino un elogio al pensar, ardua tarea en un mundo atiborrado de supercherías intelectuales, reality shows, modas dirigidas, hedonismos de pacotilla, órdenes de ser breves y librerías de aeropuerto. Un panorama que está pidiendo a gritos una redignificación de la exaltadora profesión del comunicador y un retorno masivo a la calidad, la inteligencia de oficio… que jamás pierda de vista los grandes horizontes de una época mundializada”. Y Martín Serrano, en esta misma línea reflexiva, distinguirá entre el saber crítico y el saber manipular. Uno de los principios deontológicos fundamentales de la investigación en ciencias sociales es el de hacer saber: fomentar el pensamiento crítico, autónomo y propositivo. “El científico crea y enseña conocimiento para que quienes lo utilicen amplíen su autonomía”. En cambio el científico controlador está interesado en hacer-hacer, en “dirigir el comportamiento de las personas hacia el objetivo que el profesional de la comunicación tenga encomendado”.

Intenciones y gratitudes

El pensar científico comunicacional tendrá genuino significado en el que quehacer investigativo en la medida en que podamos equiparnos de la más variada gama de teorías y de conceptos que nos permitan hacer una lectura cabal y organizada de la realidad; pero eso no es todo, es necesario hacer el esfuerzo por refutar, de manera constante, la producción científica. Sin embargo, no basta con criticar las ideas con el fin de comprobar si son ciertas o no, es necesario también proponer alternativas para el mejoramiento de la sociedad, no se trata de transformar el mundo pero hay que tener la buena voluntad para que las investigaciones fortalezcan las relaciones humanas.

En esta orientación, el Diccionario de investigadores venezolanos de la comunicación se sustenta en tres ideas clave: uno, fomenta la reflexión sobre la práctica comunicacional. Dos, urge el pensar la comunicación haciendo buen uso de la propia lucidez intelectual y deontológica. Tres, hay que hacer visibles los hitos que han captado la atención de los comunicadores e investigadores. Por lo tanto, se intenta ofrecer un diccionario que sea de utilidad, sobre todo, para quienes se inician en el conocimiento de las Ciencias de la Comunicación. Investigadores, estudiantes y profesores podrán encontrar en este texto información relevante sobre el perfil bio-bibliográfico de sesenta y nueve investigadores venezolanos de la comunicación, nacidos, naturalizados o que están o estuvieron radicados en el país y con obra que ha sido publicada en libros y revistas especializadas. Consideramos que es un diccionario que también puede brindar las coordenadas necesarias para quienes estén ganados a la idea de desarrollar una “historia mínima” de la investigación en comunicación en Venezuela. Finalmente, agradecemos el apoyo que nos han ofrecido las siguientes entidades para que este diccionario cristalizara de manera exitosa: la Fundación Centro Gumilla, la Biblioteca Gustavo Leal de la UCV y el Archivo General Histórico de la Facultad de Humanidades y Educación de la UCV.


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