Un aspecto básico en la curaduría de proyectos relacionados con el diseño es la pregunta por el autor o grupo de autores. ¿Quién diseña? En principio es una voluntad creativa distinta a la del artista plástico tradicional. Otro aspecto –muy discutido en la actualidad y sin coordenadas establecidas aún– tiene que ver con que las piezas realizadas por un diseñador no son obras de arte sino objetos de consumo. No debe olvidarse que el valor cultural, económico y funcional de un objeto de diseño no es equivalente al de una instalación, una pintura o una escultura. No podemos ver esto como una desventaja. Es, en todo caso, asumir que la función comunicacional y los parámetros estéticos entre el arte y el diseño guardan una distancia considerable. Por último, es necesario advertir que al curar el diseño estamos pensando y trabajando un archivo de piezas que crece todos los años. Su crecimiento, desarrollo y evolución se produce bajo unas condiciones que no dependen del autor o los autores, cuando los hay.

Desde el mismo instante en que nos referimos al diseño como comunicación visual quedamos atrapados en las complejidades de su carácter funcional. Y es ahí donde las preguntas usuales toman un giro extraordinario. Aquello que suponíamos claro comienza a ser cuestionado por las mismas condiciones que esta disciplina impone. ¿Quién es un autor en el diseño? ¿Cuál es el valor de una pieza de consumo masivo? ¿Cómo mostrar los objetos gráficos y tridimensionales dentro de un imaginario y no como un catálogo de productos? Estas preguntas, que sería imposible responder en este trabajo, nos dejan un paso más allá de los problemas que son usuales a la hora de curar el arte. Y es que el camino natural del diseño es el que construyen los mercados financieros, los intercambios simbólicos de las ciudades, las tendencias de la moda y los adelantos tecnológicos, entre otros.

El curador, en la compleja trama de la comunicación visual, está más allá de las decisiones de etapas, estilos, formatos y temas tan propios del arte. Sin embargo, su trabajo sigue sin ser un acto creativo. Estamos hablando de un ejercicio crítico, de una intervención analítica que nos evidencia un proceso semiótico de corte funcional y colectivo. De una disciplina aferrada a un proceso de producción técnico, a necesidades de consumo y que sin embargo es, por igual, digno de ser apreciado como un discurso estético.

NoMATERIA

En el corazón de los estudios clásicos de diseño encontramos la siguiente idea: “la forma sigue a la función”. Por mucho tiempo este principio permaneció en la academia como una guía conceptual y estratégica que sostenía buena parte de las preguntas hechas a un proyecto. Sin embargo, hoy lejos de descartarla podemos sopesar su fuerza en un lugar distinto al de su aparición en la cultura. No obstante, moviéndola hacia las circunstancias de la vida contemporánea, puede surgir de nuevo frente a nosotros no como respuesta sino como oportunidad propicia para confrontar el espacio que ocupa esta disciplina en el siglo XXI.

De esa máxima, proveniente del funcionalismo del siglo XX, podemos sustraer dos preguntas indispensables para sumergirnos en un asunto del presente: ¿cuál es la función de un objeto de diseño en nuestra sociedad supeditada al deseo de consumo? ¿La forma está condicionada al uso que le damos a un objeto o bien la forma es un campo expresivo donde se cruzan todas las voces que hacen del objeto una estrategia de comunicación? Y en el contexto de la muestra que nos ocupa agregaría una tercera: ¿iniciativas como NoMATERIA son, en verdad, proyectos cartográficos –que guardan en sí mismos la bondadosa propuesta de no estar concluidos jamás– donde los límites borrosos del diseño están confrontados a nuevas complejidades?

Ciertamente mi tarea, en esta breve disquisición, no es responder esas preguntas y, justamente, por eso las hago. Ellas aparecen en un contexto que sin duda alguna es propio del diseño de nuestro siglo: el diálogo. Estas preguntas son una invitación, una provocación, una señal de partida no hacia una meta sino hacia un lugar de encuentro en el cual nadie está excluido. NoMATERIA, en este sentido, es la puesta en escena de un intercambio donde todo está por decirse. Es una trama que –desde su primera edición hasta la más reciente NoMATERIA 2012 -2017: construir el futuro de Venezuela, expuesta en el Pratt Institute en NYC– convoca al objeto y a lo inmaterial, al proyecto y al producto: a voces de distintas geografías y a múltiples culturas.

La idea de “más divulgación, menos átomos”, esgrimida en este proyecto de Ignacio Urbina, está asociada a valorar el diseño como un habla incesante y no como una lengua universal. ¿Qué quiere decir esto? Justamente que diseñar no es materializar un sistema cerrado. ¿Entonces no hay normas ni métodos? Los hay, pero siempre supeditados a la emergencia de las respuestas del tiempo, del espacio, de la economía y de la cultura, entre otros. Diseñar es pensar, repensar, distribuir, dialogar, reciclar, contrastar, provocar, seducir y, en síntesis, adquirir sentido en el intercambio. Por eso, prefiero decir que es un habla que se ha vuelto conocimiento.

Hay todo un territorio conceptual que ha ido emergiendo del lugar donde el axioma “la forma sigue a la función” no alcanzaba a iluminar. En una de esas zonas, que ha abandonado la oscuridad, se encuentra la idea de que un objeto de diseño no está amarrado a una verdad primera, inconmovible o canónica. Su sentido nace de la movilidad que lo hace recorrer, a la vez, todas sus direcciones posibles: las condiciones de su aparición, las complejidades de su distribución y las relaciones infinitas que tiene con sus destinos.

El diseño en tanto diálogo abierto, como está propuesto en NoMATERIA, carece de un itinerario cerrado aunque la estrategia que lo hizo posible lo contemple así. Todo aquello presente en este ejercicio de divulgación, una vez que comenzó a circular, desató también una plática: a través del uso, de las formas de exposición, de la publicidad y de la valoración que se llegue a hacer de todo lo expuesto.

El diseño mantendrá un diálogo en el lugar donde cumpla una función instrumental o no, y no parará después de haber agotado el tiempo de esa función. Hablará en la memoria y en la desmemoria, en los portafolios, en los archivos, en las nostalgias, en las modas que vuelven y en los incesantes vaivenes de la cultura. Lo hará, asimismo, en todas las respuestas que podamos darle a esas preguntas y en las miradas exploratorias de los que accedan a NoMATERIA en cualquiera de sus formatos.

El dios Hefestos, diseñador industrial del mundo homérico, quizá el primero del cual tengamos noticias en la historia de la humanidad, le dice a Tetis lo siguiente sobre el trabajo que hará para su hijo Aquiles en el taller: “tendrá una armadura tan bella que se maravillará de ella cualquier hombre que la vea”. La coraza “que lucía más que el resplandor del fuego”, el casco “bello y primoroso”, las glebas “de maleable estaño” y el escudo cuya descripción se lleva varias páginas del Canto XVIII de la Ilíada supeditaron su función al deseo de gloria y su forma al campo expresivo del ethos de toda una cultura. La civilización occidental tiene siglos dialogando sobre estos objetos de diseño hechos por el dios. Yo los traigo aquí para abrir otro diálogo, con otros objetos hechos por seres humanos a partir de preguntas que forjo desde nuestro tiempo. Y sin embargo, a pesar de las distancias, no dejo de asociar el campo de batalla donde la fuerza expresiva de las armas de Aquiles justificaban su valor y este espacio de NoMATERIA donde el diálogo nos invita a reunirnos alrededor del diseño desde la idea de “más divulgación, menos átomos”.

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Se puede tener acceso en línea al catálogo de NoMATERIA a través del siguiente enlace: http://www.di-conexiones.com/exposicion-online-nomateria-2017/


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