Debería oler a cotufas. Tendrían que sonar las cáscaras de maní en el lugar fresco y sin sol donde se ha derrumbado, para descansar unos minutos, el escritor uruguayo-venezolano Ángel Rama. Su vida parece ahora un argumento cinematográfico, el mundo se le ha convertido en una inmensa sala de cine.

Es la historia de un profesor de literatura latinoamericana y española que durante toda su vida ha estado investigando, leyendo, escribiendo (viviendo más tiempo entre libros que en la calle) y de pronto, una mañana cualquiera, llega un hombre sin expresión y le dice: “Usted está bajo investigación oficial”. Luego le niegan la visa de residente en Estados Unidos, acusado de subversivo, de comunista.

En agosto del año pasado, el Servicio de Inmigración y Naturalización señaló que Ángel Rama “ha tenido vinculaciones subversivas” y le negó la petición de visa. Hace una semana le concedió una prórroga de 90 días y oficialmente se hizo el anuncio de que en mayo habrá una decisión final en el caso.

Desde ayer está Rama en Caracas, porque la Universidad de Maryland le concedió licencia de año sabático, mientras se apela ante el Servicio de Inmigración. En los últimos trece años ha estado enseñando en varias universidades norteamericanas y desde 1981 es titular en la Universidad de Maryland. Él ha dicho que, en apariencia, fue considerado subversivo, por primera vez, luego de una conversación que sostuvo en 1969 con el Cónsul norteamericano en Montevideo. En esa conversación Rama habló de sus visitas a China y a Cuba, como quien menciona haber conocido cualquier país.

Rama en Caracas

Ayer pasó la mañana en la Biblioteca Ayacucho, programa editorial del cual es uno de los fundadores en Venezuela. Mientras hablaba con la prensa en Caracas, estaban llegando cables desde Estados Unidos, que invariablemente ponían al catedrático como virtual perdedor de una batalla contra el departamento de Inmigración de Estados Unidos.

―No se ha resuelto nada todavía. El Departamento de Justicia anunció que lo va a resolver el próximo mes ―dijo el profesor Rama, mientras esperaba la llegada de una cajetilla de cigarrillos que le buscaban en la esquina.

No se nota cansado, pero sí un tanto despojado de su tiempo creativo y de trabajo; quizás obstaculizado, pero ello no afecta su actividad: tiene una beca de la Fundación Guggenheim “para un trabajo a largo plazo sobre el desarrollo y la formación cultural latinoamericana” que exige además estar un tiempo en Europa.

―¿A qué atribuiría usted lo que ha sucedido con el Departamento de Inmigración y la acusación de subversivo que le ha hecho el Gobierno norteamericano?

―Se debe a un desconocimiento de la vida latinoamericana por parte de esferas gubernamentales de Estados Unidos. Ellos tienden a ver todos los problemas del mundo con la óptica que mira la competencia Este-Oeste, Estados Unidos-Rusia. Los problemas nuestros son de otro tipo: organización de la democracia, mayor justicia social…

Ángel Rama es moderado al hablar; ha vivido más de 19 mil días de existencia, no ha olvidado los centenares de libros que ha leído, y ahora es protagonista de una película en la cual lo han puesto equivocadamente de “malo” y el héroe también parece un personaje equivocado: el sherif Ronald Reagan.

―El equipo actual del gobierno de Reagan ―dice Rama― tiende a ver cada crítica latinoamericana hacia Estados Unidos como expresión de comunismo… no percibe las diferencias que existen en las diversas posiciones políticas e ideológicas de la vida intelectual latinoamericana.

Ángel Rama señala que esa posición hace daño a las relaciones con América. Se le pregunta si esa situación perjudica a la literatura latinoamericana entre los lectores norteamericanos.

Él responde inmediatamente que la vida académica norteamericana está al tanto de lo que acontece en Latinoamérica, se publican traducciones de la literatura latinoamericana y en el caso concreto de su visa, los intelectuales norteamericanos han hecho declaraciones públicas respaldándole, como lo han hecho LASA, y su presidente, el catedrático Jorge Domínguez, historiador de Harvard.

Le parece “una experiencia hermosa” trabajar en Estados Unidos, en parte porque “se encuentra allí la misma familia espiritual que en nuestros países”. Hay gente diversa, con tendencias contrapuestas, con iguales pensamientos, con ideas antagónicas. Gente con ganas de conocer bien al resto del mundo.

La literatura latinoamericana

―Si le pidieran hoy una definición de la literatura latinoamericana ¿qué respondería?

―Que vivimos una época algo confusa, de reediciones de valores y adaptaciones a las nuevas circunstancias del continente. La generación joven está muy preocupada por los procesos políticos y sociales, y hemos tenido una fuerte producción sobre esos temas. Hay un intento de mayor libertad imaginativa y más que nada hay un intento por compaginar todos los aspectos de la vida y no con un solo sentido de orientación… yo…

(La cajetilla de cigarrillos ha llegado. “Gracias”, dice Rama y da vueltas a la delgada cinta roja que abre la envoltura. Es como si se hubiese reventado la película un instante. El sol se había dormido fuera, recostado a la gruesa ventana como un perro que se ha cansado de tocar; un manchón, un film quemándose, fundiéndose, eso parecía el exterior en el vidrio sin transparencia).

―… creo en una cosa grave: 1983 será el año negro para América Latina. La catástrofe económica que se está padeciendo es un inicio.

Manifiesta que en consecuencia se plantea una reedición de valores y principios; de búsqueda de raíces y de tradición nacional y propone una renovación política y social.

También comenta que en Buenos Aires, donde hay una descomposición política total, se registra una intensa producción literaria que revisa el país.

―Creo que eso lo vamos a encontrar en los demás países de Latinoamérica. La tónica de los años 80 es un cuestionamiento a todos los gobiernos que fracasan en la organización de los países. Vamos a tener una literatura muy crítica, ya no exclusivamente social o política, como fue en otra época, sino de cuestionamiento a todos los sistemas de poder y dominio; la moral, la vida afectiva, las costumbres…

La literatura norteamericana

―¿Es partidario de los talleres de literatura?

―Yo soy, absolutamente, partidario del funcionamiento de los talleres, no tanto por lo que produzcan inmediatamente sino a largo plazo. Es importante la actividad en los talleres porque crean relaciones entre los escritores, permiten la discusión y son lugares donde se genera una renovación. Reconozco algunas críticas que se hacen, pero es que los resultados en los talleres son a largo plazo. Dos de cada diez narradores llegarán a ser figuras en la literatura.

―¿En qué nivel coloca a la literatura norteamericana?

―Es una gran literatura crítica: Norman Mailer, Styron, Doctorow, Malamud, John Barth, son escritores excelentes, muy críticos. Yo diría que los latinoamericanos somos más líricos, emocionales, más cálidos que los norteamericanos. Hay una distancia entre Norman Mailer y Gabriel García Márquez (el Gabo es emocional, divertido), me parece que los norteamericanos son más ácidos que nosotros. Los escritores latinoamericanos ven a los seres humanos dentro de la sociedad y los norteamericanos son más individualistas, crean grandes figuras… en el mundo las dos mejores narrativas son la norteamericana y la latinoamericana.

Ángel Rama ha publicado varios libros en los últimos meses: Transculturización narrativa en América Latina, Siglo XXI; y 50 años de la novela latinoamericana. Publicará una obra antológica que podría titularse La larga marcha de América Latina. Le interesa escribir un libro que abarque toda América Latina, uniendo a Brasil en ese aporte literario.

―¿Por qué usted no ha escrito una novela?

Esta interrogante es leve, pero significa mucho. Alguna secretaria ha encendido muy bajo un radio transistorizado. Esa música y el bullicio de la calle, que llega como si alguien lo hubiese encerrado en un armario, ponen ambiente de final a la primera parte de la película. El protagonista dice:

―Soy latinoamericanista a tiempo completo y creo que no he escrito una novela porque probablemente la investigación literaria es la zona más desguarnecida en América Latina… hemos tenido, y tenemos, espléndidos narradores y poetas… mi pasión es servir a toda América Latina.

Agrega que de allí viene su pasión por la Biblioteca Ayacucho. Luego se queda en silencio. Afuera miles de extras van y vienen sin saber cuál es la trama tampoco.

En una improvisada mesa de cartón piedra, amontonadas bajo el sol, releídas hasta la saciedad, decenas de novelitas del FBI son la esperanza de un hombre desafiante, que ha comenzado el lunes como empresario diciendo “a bolívar, a bolívar, a bolívar”, mientras adentro, en cada aventura policíaca ligera, se habla de dólares y de tipos subversivos que no se parecen en nada a Ángel Rama: saben kárate.


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