El centro de Caracas es conocido, políticamente, como una zona chavista. Ayer, día en que se juramentaron los nuevos diputados de la Asamblea Nacional, dejaron mensajes, al parecer dirigidos a la oposición, que dicen: «Estás en territorio chavista» o «Bienvenido a territorio chavista». Algunos están acompañados de la imagen de un campesino. Otos calificaban a Henry Ramos Allup, presidente de la Asamblea Nacional, de fascista.

Desde la muerte de Hugo Chávez, es común que los peatones de esta zona estén obligados a ver los ojos del fallecido presidente. Es difícil que alguien esté en cualquier parte y no se tope con la mirada del líder de la “revolución bolivariana”, pintada en la parte más alta de la Asamblea Nacional y de la torre principal del Banco de Venezuela. Al salir de las estaciones Capitolio, La Hoyada o Parque Carabobo, «el Gran Hermano vigila», parafraseando una de las frases de la novela1984 de George Orwell.

Pero ayer la ciudadanía demostró que el centro ya no es un sector exclusivamente chavista. A la esquina Pajaritos acudieron personas con banderas de los partidos que conforman la MUD y el GPP. Era difícil imaginarse a tantos simpatizantes de la oposición y del oficialismo en un solo lugar.

La mayoría de la gente que esperaba la llegada de los diputados era opositora. Con aplausos recibieron a los parlamentarios, además de políticos, como: Henrique Capriles, María Corina Machado y la esposa de Leopoldo López, Lilian Tintori.

A la altura de La Hoyada se concentraron partidarios de la oposición. Las edades no fueron impedimento para disfrutar su victoria. «Yo estoy con la oposición desde que llegó Chávez. Siempre he asistido a las concentraciones», dijo una señora de 70 años de edad. José Medina, estudiante de 21 años de edad, expresó: «Espero que la oposición se enfoque principalmente en la situación económica». Entre jóvenes, adultos y adultos mayores ondearon una bandera de Venezuela de, aproximadamente, 2 metros de altura por 3 de ancho.

En la esquina El Chorro, frente al Ministerio de Educación Universitaria, los opositores cantaron el Himno Nacional y emitieron consignas, como: «¡Estamos gobernados por narcos y corruptos!». El ondeo de una Bandera de Venezuela, más grande que la usada en La Hoyada, adornó la escena ante la mirada vigilante de funcionarios de la Guardia Nacional. El mediodía llegó a la esquina con el sonido de los fuegos artificiales y el reflejo del tricolor que resplandecía ante los ojos de los presentes. El sentimiento de zozobra de que «algo podría ocurrir» había desaparecido. Solo se conoció de unos periodistas heridos por supuestos colectivos de paz.

En la avenida Baralt se observaron simpatizantes que vestían camisas de Pedro Camejo y Hugo Chávez. Como no se instalaron las pantallas gigantes para transmitir la instalación de los diputados, algunos partidarios ingresaron a un establecimiento de comida para mirar la actividad, alternativa que se tomó en varios comercios del centro. El negocio no estaba claramente identificado, pero en la lista de precios, decía «Juventud Bicentenaria».

Los chavistas aplaudieron cuando Héctor Rodríguez, diputado y jefe del bloque oficialista, se levantó a enfrentar a Henry Ramos Allup por dar la palabra al diputado Julio Borges. «Así es que es, nojoda», dijo una de las presentes.

Otro chavista criticó a Ramos Allup: «¡Qué abusador el adeco ese! Quitándole la palabra a Carreño», expresó. En ese instante, pasó un señor y se quedó mirando la pantalla del televisor.

– Eso está bien, vale – dijo – ¿A Diosdado Cabello no le gustaba apagar el micrófono a la oposición, pues?

– ¿Tú como que eres escuálido? – le preguntó el hombre que criticó al presidente de la Asamblea Nacional.

– Yo sí, ¿y?

«¡Fuera, escuálido!, ¡fuera!», gritaron todos los oficialistas y el opositor se retiró con paso apurado.

Otro punto fuerte de los simpatizantes del chavismo fue la plaza Bolívar, donde se congregó más gente después de que los diputados oficialistas salieran del hemiciclo legislativo. «¡Y va a caer, y va a caer, esa Asamblea va a caer!», gritaban.

De allí partieron a la plaza Andrés Eloy Blanco, mejor conocida como la plaza Lina Ron, donde se encontraron con Héctor Rodríguez y Cilia Flores. «Somos bolivarianos, chavistas. Recuerden que no nos relajamos nunca», manifestó el jefe del bloque gubernamental. También reconoció que deben corregir la prepotencia en el poder. La diputada Flores indicó que muchos votaron por una oferta engañosa. «Vamos a rectificar. Vendrán nuevos tiempos», agregó. Ambos acudieron luego a una tarima instalada frente al Palacio de Miraflores.

A las 3:29 pm, los nuevos diputados se habían juramentado para trabajar en la edificación que tiene los ojos de Chávez en su parte más alta; y en la más baja, justo en la entrada principal, un mural de José María Vargas, acompañado con la frase en letras mayúsculas: “El mundo es del hombre justo”.


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