Según el criterio de algunos de nuestros abuelos, los vinos blancos no son tan buenos como los tintos; esto se debe a que antiguamente era imposible controlar las temperaturas de fermentación. Luego de la vendimia, los vinos fermentaban a temperaturas relativamente bajas, solo cuando el otoño entraba pronto, algo vital en los blancos, que son susceptibles a procesos de fermentación con altas temperaturas. Como en la mayoría de las  zonas mediterráneas de países como España, Francia e Italia, el otoño no refresca tan rápido, muchos años la calidad del vino blanco se veía perjudicada. En los últimos años, con los modernos sistemas de control de temperatura, los vinos blancos han logrado expresar mejor su calidad, gracias a dicha tecnología.

Es un error creer que los conocedores de vino solo toman tinto, realmente solo toman buenos vinos, los cuales se encuentran en todos los tipos. Si queremos saber del tema, no nos limitemos a vinos de un solo país, región, cepa o tipo; en la diversidad está el disfrute y el secreto de educar nuestros sentidos.

Muchos de los beneficios que para la salud, tiene el consumo moderado de vino, provienen del efecto producido por  los polifenoles contenidos en ellos; razón por la cual, se prefieren los tintos, por la falsa creencia que los blancos no los contienen. Evidentemente que por la pigmentación de la piel de las uvas, y por su elaboración, lo tintos tienen mayor contenido de estos elementos. Sin embargo es importante saber que muchos blancos, de cepas muy aromáticas, se elaboran con procesos como la maceración pelicular pre fermentativa, que permite mayor contacto con la piel y semilla de la uva, para hacer migrar al mosto, precursores de aroma, obteniéndose además polifenoles como el ácido gálico, el protocatéquico, el caféico y el paracumárico, cuyos efectos antioxidantes en la salud son similares a la acción de otros polifenoles provenientes de la uva tinta.

Existen evidencias de que el  consumo moderado de vino blanco en la dieta diaria, ejerce efectos hipotensores, ayudando a prevenir enfermedades cardiovasculares y trastornos del metabolismo de las grasas. Se reportan además, efectos positivos sobre la dilatación bronquial y la prevención de la oxidación del LDL (colesterol malo), importante en la génesis de la aterosclerosis. Además mejora la salud del sistema nervioso, ayudando a controlar la ansiedad, la tensión emocional y la depresión.

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