Tomar vino es un disfrute, una experiencia sensorial, un placer, un compartir y una afición. Cuando se tomamos vino no lo hacemos como una bebida alcohólica sino con un acompañante de los alimentos; cuando nos acostumbramos a comer con él, es difícil regresar a otras bebidas para acompañar la comida.

El vino fusionado con los alimentos representa la alianza perfecta desde el punto de vista de salud y disfrute. Cuando lo tomamos se estimula la secreción de jugos gástricos que intervienen y nos ayudan en el proceso digestivo, razón por la cual se debe evitar tomar varias copas sin acompañarlo con alimentos, pues puede producirse un exceso de acidez estomacal.

Un ejemplo ideal es la placentera sensación que produce la armonía de un pescado o unos frutos de mar con un vino blanco joven, o el ensamble perfecto de la grasa láctea de los quesos y el gusto de las carnes rojas, con los taninos de los vinos tintos. No obstante, son recomendaciones, ya que los maridajes entre vinos y alimentos los escogemos a nuestro gusto.

Por otra parte, debemos resaltar que los vinos tienen componentes que provienen del mosto, de la piel y de la semilla de la uva, que son excelentes para nuestra salud. Numerosas investigaciones revelan que algunas de estas sustancias, como los polifenoles, entre ellos el “resveratrol”, pueden tener efecto antioxidante sobre la lipoproteína de baja densidad (LDL), llamado “colesterol malo”, además de acción antiateromatosa, antiagregante plaquetario, antiinflamatoria y vasodilatadora.

Se ha evidenciado que el consumo moderado de vino, produce cierta disminución de los niveles de colesterol (LDL) en la sangre, de la incidencia de  aterosclerosis y otras alteraciones cardiovasculares, así como la formación de tumores.

No es fácil recomendar la mejor dosis de vino para beneficiarse de sus nobles efectos;  podríamos tomar como referencia los países más consumidores de vino del mundo, como Francia, donde se consumen alrededor de 50 litros por año por habitante y Portugal e Italia, donde se consumen alrededor de 40 litros por año por habitante. En trabajos científicos recientes, se ha reportado que ingerir una a tres copas de vino, blanco, rosado o tinto, todos los días, puede ser muy saludable; no obstante su consumo, al igual que el de otras bebidas que contengan alcohol, debe ser moderado, lo cual siempre será mucho más sano y  placentero.

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