Las personas fanáticas suelen ser inseguras y tienen una visión unilateral de la realidad. A nivel cognitivo, el fanático se caracteriza por un pensamiento dicotómico que le impide ver más allá de su dogma o ideología. En muchos casos, el fanático tiene una visión escatológica que le permite reducir la incertidumbre y obtener mayor seguridad y estabilidad emocional. Además, esta reduce y/o anula cualquier necesidad de trabajo intelectual.Mientras que el fanático cree saberlo todo, en realidad es solo la presa fácil de los autócratas y caudillos.

Las ideologías totalitarias, según Hannah Arendt, nos hacen perder todo contacto con el mundo real. Estas ideologías tienen su propia coherencia interna y generan una atmósfera de permanente arbitrariedad. Uno debe tener en cuenta que las ficciones ideológicas son realmente peligrosas: la línea entre la realidad y la ficción termina siendo muy frágil y delgada. La creación de mundos paralelos debe ser evitada. Una de las cosas más graves es cuando se borra la frontera de los hechos y la ficción. En Venezuela, esto sucede desde hace un tiempo.

El peso que Hannah Arendt le otorgaba a la ficción ideológica es esencial para entender lo que pasa en Venezuela, con base en la agenda setting de la propaganda política. En los regímenes totalitarios, la realidad íntegra es fabricable y se encuentra a la merced del terror
sistemático, objetivo y desinteresado; que logra hacer de la ficción ideológica el único contenido del nuevo mundo. La ficción ideológica termina siendo la ley inquebrantable; tiene un papel legitimador medular en las reformas de los códigos penales. La justicia y la ley han sido históricamente distorsionadas por la ficción ideológica.

En el poder, los regímenes totalitarios actúan de forma legal, o por lo menos, esa es la apariencia. A través de las ficciones ideológicas, estos crean y legitiman un nuevo orden jurídico con el propósito de mantenerse en el poder y eliminar al adversario, que es considerado un enemigo. A medida que los criterios para determinar lo que está bien y mal se distorsionan, la ley deja de ser un marco estable. Las minorías, los adversarios políticos y hasta aquellos que han colaborado con el gobierno totalitario, pueden terminar siendo perseguidos, procesados y ejecutados.

Las raíces del totalitarismo en Venezuela han sido analizadas y discutidas desde hace muchos años, por lo menos desde 1998. Desde la oposición venezolana, se ha advertido que el chavecismo es un proyecto de corte totalitario, especialmente por los instrumentos conocidos como “Lista Maisanta (Tascón)” y Carnet de la Patria. En un artículo publicado el año pasado en el portal de análisis político “Punto de Corte”, el politólogo Francisco Alfaro dijo que: “Ahora (el gobierno de Venezuela) no es absolutamente totalitario, porque en ese tipo de gobiernos existe una economía planificada, aquí no se ha logrado eso, quizás por ineficiencia de los entes gobernantes, y en el totalitarismo predomina un partido único de poder, acá tenemos otros partidos y ciertas libertades en los medios de comunicación.”

Si bien es cierto que todavía no se han consolidado las tendencias totalitarias de la élite gobernante en Venezuela, nada nos garantiza que eso no pueda suceder en un futuro. Menos aún, cuando en la oposición existen movimientos políticos emergentes de corte totalitario y con una fuerte propaganda de corte gobbelsiano que se opone a todo lo que considera parte del establishment. El adversario político es deshumanizado, tanto por sectores del chavecismo (chavismo) y la oposición. Hoy en día, existen varios grupos dentro de la oposición venezolana que consideran que todo lo que está fuera de su grupo es un enemigo. Por fortuna, la mala aplicación de las estrategias de marketing político todavía no les permite consolidarse como una alternativa.

Aunque al principio estos grupos pueden tener intenciones sublimes, la Historia nos ha demostrado que las tendencias totalitarias que no se frenan a tiempo pueden terminar en genocidios y crímenes masivos de lesa humanidad. Una tendencia totalitaria puede terminar convirtiéndose en totalitarismo. Los ideólogos del nazismo, más allá de sus ficciones ideológicas, eran impulsados por el sueño de un mundo mejor; menos corrupto e imperfecto. La Historia de la humanidad nos ha enseñado que los crímenes de lesa humanidad también pueden ser cometidos por aquellos que sueñan con un mundo mejor y han dicho ser defensores de los derechos humanos.

En nuestro país, la coexistencia se ha hecho cada vez más difícil. Tanto en el chavecismo como en la oposición, vemos que hay actores políticos que no ven a los otros como adversarios, sino como enemigos. La ficción ideológica de los buenos contra los malos y los puros contra los impuros está más vigente que nunca. Más allá de la pretensión dicotómica en querer dividirnos entre buenos y malos, preocupa la intención de desconocer la existencia del otro. No es solo que es malo, sino que no existe.

Uno de los rasgos más relevantes de la subjetividad totalitaria es la fe inquebrantable en una ficción ideológica absoluta, la cual llevó incluso a los niños de las juventudes hitlerianas a dejarse pulverizar ante los tanques soviéticos. La investigadora Margarita López Maya ha comentado que: “Con la ficción ideológica se va construyendo un mundo irreal, desprendido de la evidencia empírica. La ficción totalitaria es forjadora de un imaginario coherente internamente, cerrado del exterior, con respuestas para todo, que explica el curso de la
historia, y traza con ello directivas de acción”.

Los grupos con tendencias totalitarias existen en Venezuela. En las actuales circunstancias, vemos que las tendencias totalitarias son visibles en grupos tanto de izquierda como de derecha. Cabe destacar que, estos grupos tienen algo que los origina y alimenta su desarrollo en Venezuela, por ahora, no han estado presentes todos los elementos de totalitarismo. Pero repito: “por ahora”. Las inclinaciones totalitarias están ahí; en varios grupos y no basta con señalar a los más grandes. El tamaño puede terminar siendo relativo. Esperemos que estos grupos no dejen de ser pequeños y que esas tendencias no se conviertan en totalitarismo.

Hace días, el ex-alcalde Antonio Ledezma, en el exilio, declaró que Venezuela era un gran campo de concentración. Si uno analiza las dimensiones de la crisis venezolana, no se puede negar que Ledezma tiene algunas razones para hacer una afirmación tan fuerte. Sin embargo, uno se pregunta: ¿Cuál es la solución? El reemplazo de un campo de concentración por otro y la violación sistemática de derechos humanos no es, de ninguna forma, una solución. Al contrario, nuestros problemas sociales aumentarían y el rencor tomaría más fuerza.

En estos momentos, los venezolanos tenemos que ser críticos y analizar con mucho cuidado las neolenguas en los sistemas de propaganda. La negación sistemática de la realidad y la creación de realidades paralelas han sido antecedentes de los peores crímenes cometidos en la humanidad. A través del lenguaje, los movimientos políticos de corte totalitario configuran una nueva realidad en el que aquellos que son malos, o bien “no existen”, pasan a ser los enemigos que deben ser desaparecidos de forma sistemática por el sistema. El totalitarismo comienza por la ficción ideológica y estas son más que comunes en la comunicación política venezolana.

Una frase es fundamental para entender a los regímenes totalitarios:”Estamos del lado correcto de la historia”. Ante todos los movimientos políticos con tendencias totalitarias en Venezuela, sean de izquierda o de derecha, la pregunta es: ¿Usted va a estar del lado correcto? ¿Qué tan seguro está de ello? Y recuerde que la ideología, históricamente, no ha sido el único criterio para enviar a alguien a un campo de concentración. Es momento de reflexionar y trabajar por nuestro único país: Venezuela.

Autor: Vicente Quintero @vicenquintero Lic. En Estudios Liberales (Universidad Metropolitana de Caracas & Universidad Estatal Politécnica de San Petersburgo).


El periodismo independiente necesita del apoyo de sus lectores para continuar y garantizar que las noticias incómodas que no quieren que leas, sigan estando a tu alcance. ¡Hoy, con tu apoyo, seguiremos trabajando arduamente por un periodismo libre de censuras!