Los que predecían que, en razón de sus posiciones extremistas, Jeremy Corbyn no estaría seis meses como líder principal del Partido Laborista inglés, si él fuese electo, ahora parecen arrepentidos de haberlo sugerido. Al obtener 59,5% de los votos emitidos en las primarias del partido, el candidato de izquierda radical aseguró la toma total de un partido donde la gran mayoría de los parlamentarios y demás militantes electos le son hostiles. Bien que anunciado por las encuestas de opinión, el resultado proclamado el pasado 12 de septiembre sorprendió a todos los observadores de la política británica por su amplitud. Jeremy Corbyn deviene así el líder más a la izquierda que el laborismo inglés haya tenido desde los años treinta del siglo pasado.Los altos dirigentes laboristas que imprudentemente declararon su indisposición para colaborar con él, esto es, con un dirigente que desea volver a las raíces fundadoras del partido, renacionalizar los ferrocarriles, aumentar los impuestos, instrumentar el desarme nuclear unilateralmente al desmantelar el programa Trident, deberán ahora, quizá, recoger sus palabras, repensar sus posiciones generalmente situadas en el centro ideológico como lo demostraron sus competidores que apoyaban veladamente la política del partido conservador en el poder de austeridad, lo cual les espantó la intención de votos de los militantes y adherentes.Históricamente, el triunfo de Corbyn pasa la página de la época Blair abierta por el viraje hacia el centro en 1994. El triunfo incuestionable, legítimo, del diputado por Islington (barrios populares del norte de Londres), electo diputado permanentemente desde 1983, anuncia el retorno de la influencia de los sindicatos que, largo tiempo marginados, han contribuido mucho y financiado su campaña.Para sus opositores, se trata de un regreso a los años ochenta, cuando la retórica radical del partido, así como la preeminencia de los sindicatos, lo alejaron por largo tiempo del poder y facilitó la emergencia de Margaret Thatcher. Pero, el señor Corbyn doesn?t talk about specific, como dicen en el vocabulario político los anglosajones, es decir, no habla acerca de cómo logrará la sociedad más igualitaria y justa, todo queda en lineamientos generales. Si piensa que renacionalizando ferrocarriles logrará avanzar, está totalmente equivocado y mucho más ahogando las empresas con impuestos que desestimulan la inversión. Pienso que difícilmente con esta posición político-ideológica podrá alcanzar el poder en las próximas elecciones generales.El combativo nuevo jefe del laborismo inglés, de 66 años, ha invitado a todos los dirigentes nacionales, medios, militantes en general y simpatizantes, a trabajar unidos, diciendo: ?La campaña de las primarias demostró que nuestro partido, nuestro movimiento, apasionado, demócrata, diverso, estuvo unido y resueltamente determinado a la búsqueda de una sociedad mejor y justa para todos?. Prometió, además, reconstruir el partido a partir de la base y de los movimientos sociales con el fin de dotar a la sociedad inglesa  con el instrumento político para lograr aquellos objetivos.El señor Corbyn, quien comenzó su campaña como outsider, fue electo desde la primera vuelta obteniendo la mayoría en los tres colegios electorales: los miembros del partido, los adherentes de los sindicatos y los simpatizantes que, después de pagar una cantidad simbólica de tres libras esterlinas (4,10 euros), podían votar. La introducción de esta última categoría permitió una ola de adhesión de jóvenes y ciudadanos muy inconformes a causa de las crecientes desigualdades acarreadas por la política social del primer ministro conservador David Cameron, y seducidos por el discurso antiausteridad de Jeremy Corbyn.Lo que hizo el laborismo inglés es un ejemplo para AD, partido en declinación, tanto así que no tiene ni un solo dirigente, en la exacta acepción de la palabra, de talla presidencial, solo aspira a lograr algunos diputados, o ciertos concejales, cuando hay elecciones, dispersos por el país, perdió la vocación de poder máxime cuando busca convivir con la tendencia totalitaria del régimen que enarbola una cuestionable y debatible revolución, síntesis de peor pobreza, corrupción, ineficacia, endeudamiento masivo, inflación rampante, desigualdades crecientes, negación de las libertades, especialmente la libertad de expresión, escasez generalizada de víveres, alimentos, medicinas, enseres; AD no tiene o no se conoce el programa para lograr la libertad inherente a la vida, una sociedad justa, reductora de las desigualdades, y menos las políticas públicas concretas donde el crecimiento económico estable y sostenido sea la fuente de bienestar para todos.AD se puede reconstruir, refundar, lo exige la realidad política, para dotar al pueblo del indispensable instrumento de lucha que revierta el cauce catastrófico de la sociedad venezolana. Como hace ya varios años sin renovar las autoridades del Comité Ejecutivo Nacional (CEN) y las seccionales, la mejor manera de iniciar esta reconstrucción es recurriendo a la base y a otros movimientos sociales al convocar primarias, después de las elecciones legislativas, en el primer semestre de 2016, integrando varios colegios electorales, entre otros: uno, el de los militantes; dos, los que alguna vez militaron en AD; tres, los simpatizantes; y cuarto, los movimientos obreros y campesinos.Con este universo electoral se eligen y legitiman las principales autoridades: presidente, secretario general, secretario de organización, secretarios políticos y otros; los sectoriales podrán elegirse en plenos de sus respectivos movimientos: juvenil, campesino, obreros, femenino, etc. Una vez electas, las nuevas autoridades se dedicarían a las tareas organizativas y, sobre todo, a definir el contenido programático y las líneas de lucha, estratégicas y tácticas, para desembocar en la libertad como condición indispensable en la reorganización social, institucional, legal, y en la formulación del curso a tomar para el desenvolvimiento político, económico.Consultar la base podría revitalizar un partido venido a menos a causa de presuntos dirigentes burocratizados, corruptos, aburguesados con dinero sucio, salvo loables ejemplos, y expertos en cambiar votos en la comisión de finanzas de la Asamblea Nacional por contratos para sus allegados.


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