En los últimos días, una de las noticias más relevantes en Occidente ha sido el anuncio de que Rusia estaría considerando operar una base militar venezolana en la isla La Orchila. Esta medida está enmarcada en los recientes convenios suscritos por Rusia y Venezuela durante la reunión de Maduro y Putín en Moscú, donde se discutió profundizar la cooperación militar y estratégica entre Rusia y Venezuela. El día 6 de diciembre de 2018, el Ministro de Defensa de la Federación Rusa, Sergei Shoigu, expresó que desea que los militares rusos puedan usar los puertos marítimos y aeródromos de Venezuela. “Estamos haciendo un trabajo en el campo de la educación militar, con el objetivo de que nuestra flota y nuestros aviones estén capacitados para aterrizar y recibir servicio en los aeródromos y en los puertos marítimos de Venezuela”, dijo Shoigu.

No es la primera vez que se habla de la posibilidad de trabajar con los rusos en La Orchila, que si bien no tiene el mismo potencial militar-estratégico de Cuba, sigue siendo una buena oportunidad, en términos geopolíticos, para Rusia. Ya en marzo del año 2009, durante la transmisión del programa «Aló Presidente», el ex-presidente Hugo Chávez había invitado a la fuerza áerea de la Federación Rusa a usar los aeródromos de la base militar ubicada en La Orchila. El director de la Fuerza Aérea Rusa, el General de División Anatoly Zhikharev, dijo que el Presidente venezolano Hugo Chávez planteó el uso temporal del aeródromo en la isla de Orchila para desplegar aviones estratégicos de la Fuerza Aérea Rusa, ya que la constitución venezolana prohíbe el establecimiento de bases militares extranjeras en Venezuela. 

El 19 de diciembre de 2019 (huso horario de Rusia), el jefe adjunto del servicio de prensa del Departamento de Estado de EE. UU., Robert Palladino, se negó a comentar sobre las acusaciones de los medios latinoamericanos, los cuales afirmaron que Rusia supuestamente iba a abrir una base militar en Venezuela. A Palladino se le preguntó cómo ve Estados Unidos la posibilidad de que los rusos abrieran una base rusa en la isla venezolana, y si Washington la percibiría como una amenaza para su seguridad. “Les pido que acudan a Rusia para hacer comentarios. Hablen con ellos. Yo no deseo comentar sobre este asunto”, dijo.

Los medios acreditados por el Estado de la Federación Rusa para emitir información oficial sobre estos asuntos no han confirmado que Rusia realmente vaya a abrir una base militar rusa en La Orchila, en donde ya existe una base militar venezolana de la Fuerza Aérea Venezolana. Desde hace varios días, han viralizado una noticia que presuntamente había sido extraída de TASS, pero que en realidad ni siquiera aparece en el sitio web, es decir, se trata de fake news. El servicio de prensa oficial del Ministerio de Defensa de la Federación Rusa no ha emitido declaraciones al respecto, pero el hecho de que Rusia haya anunciado una disminución de su presupuesto militar y de defensa sugiere que esto está muy lejos de materializarse. La situación económica de Rusia no es la mejor y, como se ha dicho anteriormente, abrir bases militares extranjeras en Venezuela es inconstitucional. En el mejor de los casos, y asumiendo la buena fe de las personas que difundieron la noticia, esto se trata de un rumor, producto de la ignorancia. 

Si hacemos una revisión histórica de las relaciones bilaterales entre Rusia y Venezuela, vemos que la discusión de abrirle las puertas a los rusos a las bases militares venezolanas en territorio nacional es oficial desde hace, por lo menos, unos 10 años. Hasta los momentos, el proyecto no había pasado de lo hipotético y el análisis técnico. Lo que se había planteado, en todo caso, era que los rusos pudieran usar, de forma temporal y circunstancial, las instalaciones militares venezolanas. El mismo Chávez, después de invitar a los rusos, desestimó la idea y no consideró prudente profundizar la cooperación con Rusia. El momento tampoco era el ideal: la opinión pública todavía criticaba la aprobación de la reelección indefinida por parte de la Asamblea Nacional, pocas semanas atrás de la invitación de Chávez a los rusos en la Isla La Orchila (marzo 2009). En ese entonces, gobierno venezolano no quería estar ni tan cerca de Rusia, ni tan lejos de Estados Unidos.

En las actuales circunstancias, no nos sorprende que, luego de la reunión entre Maduro y Putín en Moscú, se vuelve a coquetear con esta idea. En los actuales momentos, el unilaterialismo ha vuelto a tomar fuerza frente al multilaterialismo. A nivel internacional, algunos analistas geopolíticos relevantes comentan que hemos entrado en la Nueva Guerra Fría, nombre que le dan a este período. Venezuela es, en términos geoestratégicos, relevante para las potencias emergentes. La participación rusa en las bases militares venezolanas abre un nuevo capítulo en la cooperación entre ambos países. 

A través de las operaciones de la OTAN (NATO en inglés), Rusia ha quedado rodeada por bases militares estadounidenses-occidentales, las cuales limitan el eje de acción de Rusia. Es un hecho que la Federación Rusa de hoy no es la superpotencia que alguna vez fue la otrora Unión Soviética, si bien todavía tiene un enorme potencial y es, junto a China, una de las superpotencias emergentes de nuestros días. Luego de la disolución de la Unión Soviética, las revoluciones de colores lograron iniciar la transición democrática liberal en varias de las ex-repúblicas soviéticas, en unas con mayor éxito que en otras.

Para los rusos, la intervención de Crimea fue prácticamente una decisión inevitable e impostergable. Primero, la legitimidad de la decisión de 1954 – la inclusión del territorio de Crimea en la República Soviética de Ucrania – iniciado por Nikita Khrushchev, Primer Secretario del Partido Comunista de la URSS desde 1953 hasta 1964, había sido cuestionada por décadas. Segundo, la posible presencia de la OTAN en Sevastopol iba a ser una de las mayores humillaciones simbólicas a Rusia, en una zona estratégica que había estado conectada históricamente a la nación rusa.

Esta situación ha ido escalando con el paso del tiempo. Occidente sabe que hay intereses que son irreconciliables y que es difícil detener a Rusia, una de las grandes potencias militares del mundo, con instrumentos meramente diplomáticos y simbólicos. Las sanciones económicas, si bien le han costado a Rusia aproximadamente un 10% de su PIB, la han vuelto más resiliente. En varios rubros, como la producción de alimentos orgánicos, Rusia se ha vuelto uno de los líderes mundiales. En respuesta a las sanciones de VISA y Mastercard, en menos de 1 año lograron crear un sistema nacional de pagos que les permitiría prescindir del mecanismo. Las sanciones económicas y financieras no cambiaron la postura de Rusia, sino que más bien la hicieron más resiliente en algunas áreas. Occidente sabe que, entonces, lo que queda es la fuerza para presionar a Rusia.

«La creciente presencia de la OTAN cerca de las fronteras de Rusia tiene un carácter destructivo y provocativo», declaró en el año 2017 el jefe del Estado Mayor General del Ejército ruso, Valeri Guerásimov. Es en este contexto, que la discusión sobre Ucrania y Venezuela es tan relevante para potencias como Estados Unidos y Rusia. Alrededor de 29 bases militares de la OTAN rodean, de forma estratégica, a Rusia, con el fin de acorrarla y limitar su rango de acción militar. La OTAN alega que el expansionismo ruso es una de las principales amenazas para las ex-repúblicas soviéticas, razón por la cual Estados Unidos ha incrementado los apoyos militares a los países miembros de la OTAN que hicieron parte de la cortina de hierro, los cuales son Polonia, Hungría, Rumania, Bulgaria, Eslovenia, Letonia, Lituania y Estonia.

El anuncio de que Rusia podría estar considerando operar una base militar venezolana ubicada La Orchila puede ser interpretado como una respuesta a la creciente influencia militar de Estados Unidos en la Europa del Este, la región báltica y Asia Central. De forma sostenida, Ucrania se está alejando cada vez más de Rusia, mientras se acerca a los Estados Unidos y la Unión Europea. La estabilidad de Ucrania, la segunda ex-república soviética más importante, es esencial para la Federación Rusa, siendo además una nación conectada históricamente con el pueblo ruso. Kiev, hace varios siglos, fue la capital de la Rus Medieval.

Hasta cierto punto, Venezuela podría ser para Rusia lo que Ucrania es para los Estados Unidos. En el caso de Venezuela, ella está ubicada en el rango de influencia estadounidense. En los últimos 100 años -en el siglo XIX no era así-, todos los sectores nacionales han estado estrechamente relacionados con los Estados Unidos de América. Lo mismo pasa, con algunos matices y diferencias, entre Ucrania y Rusia, que tienen una muy estrecha vinculación desde hace varios siglos.

En medio del conflicto militar que se vive en Ucrania, de dimensiones cada vez mayores y podría extenderse a nivel regional, y quién sabe si hasta global, es pertinente que nos preguntemos: ¿Estados Unidos está dispuesto a retroceder en Ucrania si Rusia hace lo mismo en Venezuela? Después de todo, no olvidemos que Donald Trump y Vladimir Putin son hombres exitosos y brillantes que se entienden muy bien. La administración de Trump tiene importantes lazos con el Kremlin.

Dato interesante: Los bombarderos rusos TU-160 ya habían estado en Venezuela en el año 2013, siendo parte de los ejercicios militares de rutina. Aunque a nivel mediático se le dio relevancia al tema y se sacó de contexto la visita militar, lo cierto es que no es un hecho inédito y ya estaba planificado con anterioridad. Estados Unidos, por su parte, hace lo mismo con los B-1, B-2 y B-52.


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